miércoles, 23 de septiembre de 2009

Hayseed Dixie y la Larga Cola

Hayseed Dixie es un grupo formado por cuatro tipos talluditos procedentes del corazón de los Apalaches, que tienen la particularidad de interpretar versiones de temas clásicos de rock duro y heavy metal con banjos, mandolinas y violines, es decir, en formato acústico. Causa no poco estupor y no menos risa escuchar conocidas canciones de AC/DC, Led Zeppelin, Motorhead o Black Sabbath sonando al más puro estilo bluegrass, eso sí, sin perder nada de velocidad en la ejecución.

Y resulta que lo que podía haber quedado reducido a una simple broma local del valle de Deer Lick Holler, de donde es oriunda la banda, ha trascendido las fronteras de los Estados Unidos e incluso atravesado el Atlántico, de forma que Hayseed Dixie está girando por Europa, habiendo pasado por Barcelona, Bilbao y Madrid el pasado mayo. Sin embargo, a diferencia del megagrupo U2 que llenó el aforo en los dos conciertos que ofreció en el Camp Nou en junio, Hayseed Dixie toca ante audiencias compuestas por 200 ó 300 personas, en locales pequeños.

Estos dos ejemplos constituyen un ejemplo claro de cómo funciona la Teoría de la Larga Cola (The Long Tail), en este caso en la industria musical. Este término, acuñado por Chris Anderson de la revista Wired, hace referencia a las oportunidades que ofrecen las TIC para acceder a los mercados de nicho, que antaño eran despreciados por poco rentables.

En concreto, parte de la distribución estadística del economista italiano Wilfredo Pareto que establece que el 80% de los consumidores compra solamente el 20% de los productos que hay en el mercado, mientras que la oferta del resto de bienes y servicios no resulta rentable al tener una demanda individual muy reducida. Gráficamente este principio se representa como una curva decreciente que se alarga y estrecha hacia el eje horizontal, de ahí el nombre de “larga cola”, y que representa los innumerables productos de escasa demanda.

La tecnología ha introducido cambios en este esquema clásico, de manera que gracias a la reducción del coste de producción y de los costes de almacenamiento y de distribución, y a la posibilidad de comunicación directa que ofrece Internet entre productor y consumidor, en la actualidad se considera que puede ser más rentable abastecer a esos mercados de nicho –como una suma de los pequeños grupos de consumidores para cada producto individual-, que al mercado de masas (el 80% de que hablaba Pareto). Y en cualquier caso, la multitud de pequeños mercado ya no tiene por qué ser ignorado y puede coexistir perfectamente con el mercado del gran público.

Volviendo al tema del rock rural, los miembros de Hayseed Dixie saben perfectamente que nunca van a vender ni una infinitésima parte del volumen de discos que vende U2 y que nunca van a tener la oportunidad de tocar en estadios ni plazas de toros, pero saben también que gracias a espacios como YouTube o MySpace, por citar solamente dos ejemplos, cuando vengan a Madrid se van a encontrar por lo menos a 200 personas que estaremos dispuestos a pagar 20 euros por verles tocar sus desquiciantes versiones, algo impensable hace apenas quince años, en que nos hubiéramos muerto sin oír hablar de ellos. Y 200 más en Barcelona, Bilbao, Bruselas, Londres… He ahí un ejemplo de marketing viral, el “boca a boca”, ajeno a los media tradicionales, y un modelo alternativo de negocio dentro de la industria musical. Y como ellos existen miles de grupos desconocidos para el gran público que trabajan con las mismas premisas.

Más le valdría a la industria discográfica sentarse a reflexionar sobre estos temas en vez de perder el tiempo quejándose de las coces que recibe de La Mula y del P2P en general.

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