lunes, 28 de noviembre de 2011

Resurrección


La verdad es que no tiene mucho sentido seguir escribiendo sobre temas que no le interesan a nadie. Es el equivalente de hablar solo, algo que observo que es muy frecuente en las redes sociales, donde supuestamente predominan las conversaciones. Yo no veo más que comunicaciones unidireccionales y las mismas soledades que en el mundo real, pero supongo que los iluminados y chamanes diversos 2.0 no estarán de acuerdo.

Así que por ahora se quedan en stand-by los blogs, mientras que, casualmente, suena en Spotify el cuarto movimiento de la segunda sinfonía de Mahler, “Resurrección”.

martes, 22 de noviembre de 2011

Los niños sin infancia de Corea


Siempre hemos criticado, por lo menos los de mi generación, lo despiadadamente competitivo que era el modelo educativo norteamericano,  donde el objetivo parecía tanto formar al alumno como persona y como ciudadano, dotándole de unos conocimientos y de una cultura, sino más bien conseguir que fuese el mejor en todo y que la superación personal, algo en sí positivo, fuese el equivalente de la superación a los demás. Los principios de este sistema dejaban fuera de antemano todo lo que tenga que ver con el trabajo en equipo y la colaboración, dado que el que se sienta a tu lado en el aula es un competidor. Pues parece ser que el modelo de EE.UU. queda chico con lo que está ocurriendo en Corea (la del Sur, por supuesto, la otra no es más que un sangriento país de opereta), donde los estudiantes llevan tan en la sangre la competitividad que acuden por las noches a clases clandestinas en academias, sí he dicho bien, para seguir estudiando. El tema ha adquirido tal envergadura que el gobierno coreano ha tenido que tomar cartas en el asunto persiguiendo la actividad formativa nocturna como si fuera el juego o la prostitución.

Parece ser que todo este proceso pernicioso tiene su origen en la importancia que se da a las altas calificaciones académicas para poder entrar en las universidades; los alumnos con mejores notas pueden entrar en las universidades más prestigiosas y, en consecuencia, acceder a los trabajos mejor remunerados del mercado. Esto conlleva que los niños y niñas coreanos tienen que hacer un sobreesfuerzo académico fuera de las horas lectivas para poder optar a este “paraíso de los más brillantes”, y para ello han proliferado por el país las academias nocturnas de refuerzo, lo que se conoce como “educación en la sombra”. Se calcula que en 2010 el 74% de los alumnos estaba asistiendo a algún tipo de escuela o academia privada después del colegio, lo que equivale a un coste medio para las familias de 2.600 dólares al año por escolar. La paradoja es que hay alumnos que se duermen en las clases ordinarias del colegio para poder rendir en las clases nocturnas privadas.

El gobierno ha empezado a ver esta adicción al estudio como un problema social, hasta el punto de que ha establecido un toque de queda para las academias after-hours, que se denominan hagwons, de forma que sufren redadas de la policía como si se tratase de garitos ilegales. Esto desde el punto de vista represivo (las hagwons estuvieron prohibidas durante la dictadura de los años 80). Desde el punto de vista constructivo, las autoridades intentan relajar, con mediano éxito, el culto a la calificación elevada que impera en el entorno académico e intentar introducir otros valores “más humanos” para evaluar al alumnado, como puede ser la capacidad creativa. A pesar que el propio Barack Obama ha elogiado con aires de sana envidia los resultados académicos de los jóvenes coreanos, que están a la cabeza en cualquier ranking internacional, desde Corea del Sur se aprecia el fenómeno con justificada preocupación; en palabras de Lee Ju-Ho, Ministro de Educación: “ustedes los americanos ven el lado brillante del sistema coreano, pero los coreanos no se sienten contentos con él”.  

Y ahora mi preocupación es la siguiente: dado que en este Brave New World que se nos viene encima Asia cada vez se erige más como zona hegemónica e influyente, ¿llegaremos a importar en la decadente Europa esos sistemas formativos salvajes y deshumanizados?

jueves, 10 de noviembre de 2011

Breve apunte sobre China y Latinoamérica


Ya lo decía yo en otro post, que China tiene fuertes intereses comerciales en Latinoamérica, sobre todo en la parte menos influida por EE.UU., es decir, América del Sur. Es otro de los fenómenos emergentes en este brave new world  que se está gestando: las potencias asiáticas y el cambio en las relaciones comerciales entre áreas geográficas del mundo. Como decía Enrique Iglesias, el secretario general iberoamericano en mi post anterior, en América hay países que reciben “vientos del Pacífico”, es decir, aquellos que están orientando sus relaciones comerciales hacia China y que se benefician del vigor de dicha economía. Pero no todo es tan bonito ni tan entrañable como puede parecer a simple vista, a pesar de que la fuerza del gigante asiático pueda estimular las economías en desarrollo de la región del hemisferio sur.

La estrategia china se basa en importar materias primas de los países americanos y en colocarles, o más bien inundarles, de productos manufacturados. Vamos, a grandes rasgos el esquema colonial del siglo XIX: yo te compro el algodón y te vendo el traje confeccionado con él, por lo que tú me estás devolviendo lo que te he pagado por el algodón pero con un plus. Pero América ya ha aguantado demasiadas majaderías de este tipo en el pasado tanto de españoles, de portugueses y de yanquis, y por suerte, ya no transige con unas condiciones tan abusivas. Las relaciones del siglo XXI se tienen que basarse en una igualdad de condiciones entre socios comerciales que suponga un beneficio mutuo (win-win como dicen los pijos). Volviendo a Enrique Iglesias: “Es importante que América Latina no repita en sus relaciones con China el modelo del siglo XIX, sino que persiga un modelo integral, en el que los intercambios incluyan tanto materias primas como productos manufacturados, que son los que crean empleo y riqueza en los países.”  Se puede decir más alto pero no más claro.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Los medios sociales en EE.UU.: último informe de Nielsen


Ha llegado a mis manos (realmente a mi pantalla) el último informe de la agencia Nielsen sobre medios sociales en Estados Unidos. Los resultados son bastante previsibles, no cuentan nada que no intuyamos, pero merece la pena reseñar la principales conclusiones.
  • Las redes sociales y los blogs son los principales destinos del tiempo empleado por los norteamericanos en la red, en concreto, un cuarto del tiempo que dedican a navegar por Internet. Cuatro de cada cinco usuarios activos de la red de redes visitan redes sociales y blogs.
  • Facebook domina al resto de sitios web en términos de tiempo empleado de navegación.
  • Cerca del 40% de los usuarios de medios sociales accede a los mismos a través de dispositivos móviles.
  • Las aplicaciones relacionadas con redes sociales son las terceras más utilizadas por los propietarios de teléfonos inteligentes.
  • Ésta sí es curiosa: los usuarios de Internet mayores de 55 años están liderando el crecimiento de las redes sociales a través de dispositivos móviles.
  • Hablando de género, los hombres son los que hacen un mayor consumo de vídeo on line, tanto en número de vídeos como en tiempo de visionado.
  • El 70% de los adultos que están en redes sociales compra a través de Internet, un 12% más que el usuario medio de la red.
  • El 53% de los adultos activos en redes sociales sigue a una marca; el 32% sigue a una celebridad.
  • Las redes sociales y los blogs alacanzan a más de las tres cuartas partes de los usuarios de Internet.
  • Ésta también es significativa: Tumblr es un servicio en auge que casi ha triplicado su volumen de usuarios en un año.
El informe, que podéis consultar aquí, también tiene una referencia a nuestro país, destacando la importancia de Tuenti a pesar del liderazgo de Facebook en cuanto a uso de redes sociales.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Para salir de la crisis hay que abrazar la complejidad


Parece que Rubalcaba, aunque tarde, ha comprendido la ecuación de la renta y la demanda, véase, que si el consumo y la inversión privada están estancados la única variable que queda para estimular la economía es el gasto público, que agrupa el gasto corriente y la inversión de las Administraciones Públicas (del sector exterior mejor ni hablamos). El problema es que Mariano Rajoy no lo tiene tan claro aún y ha presentado un programa económico en la línea ideológica y operativa que el aplicado por Ronald Reagan en la década de los 80 en EE.UU., posteriormente reconocido como un error por los propios miembros del Partido Republicano. La doctrina Reagan básicamente postula que el Estado es el origen de todos los males de la economía y que las medidas adecuadas para estimular el crecimiento son el bajar los impuestos y el reducir programas gubernamentales,  como los seguros sociales en el caso de EE.UU. (en nuestro caso podríamos hablar de la educación, la sanidad o el transporte público), amen de liberalizar más los mercados y privatizar todos los servicios públicos posibles.

En un artículo de la revista TIME, “Why America Must Revive Its Middle Class” Jeffrey Sachs, reflexiona sobre cómo esa política aplicada en los dorados ochenta es parte del origen de los problemas que sufre actualmente la economía productiva estadounidense. Partiendo del hecho del deterioro de la clase media americana, que está llevando a una polarización de la sociedad entre los muy ricos y los muy pobres, Sachs defiende que la ceguera de las autoridades durante las décadas pasadas ha impedido identificar las variables que rigen el nuevo mundo emergente: la globalización y la emergencia de nuevas potencias como China, India o Brasil. La feroz competencia internacional de productos manufacturados ha machacado literalmente al trabajador industrial de baja cualificación, la base de la antaño boyante clase media, que ahora contempla como las empresas de su país siguen ganando buenos beneficios, pero produciendo en el exterior, en países en donde la actividad productiva conlleva importante ahorros de costes. Este fenómeno se ha producido sobre todo en sectores como el textil y el del  automóvil, y en principio no afecta tanto a ramas intensivas en mano de obra altamente cualificada.

Jeffrey Sachs culpa a los gobiernos republicanos de la década de los ochenta de no haber entendido que el crecimiento y bienestar de las décadas previas tenía su origen en las políticas públicas de inversión y gasto, que parten de la New Deal de Roosevelt en los años treinta,  la generación de una robusta economía mixta – pública y privada-, que contribuyó sobremanera a cerrar la brecha de ingresos entre ricos y pobres, y que fortaleció a la clase media norteamericana. La retirada paulatina del apoyo estatal a la población durante los veinte años siguientes, sumado a la burbuja inmobiliaria y del crédito personal que han tenido lugar en el país recientemente, más la falta de competitividad internacional de los sectores manufactureros tradicionales (intensivos en mano de obra y por consiguiente causantes de importantes cifras de desempleo al perder fuerza), han dejado una clase media empobrecida y endeudada.

El error de los republicanos es creer que las empresas americanas invierten en el exterior por gozar allí de una imposición más baja, cuando la verdadera razón es la descompensación entre los altos salarios pagados en EE.UU.  y la cualificación del trabajador, algo que no ocurre en Suecia o Alemania, por poner dos ejemplos. En palabras de Sachs “somos, por decirlo llanamente, sencillamente poco competitivos en numerosos sectores industriales”. La solución para el articulista pasa por realizar inversiones públicas a largo plazo en educación, infraestructuras y capital humano; no basta con programas de estímulo puntuales. En vez de defender la bajada de impuestos para los más ricos, el país debe iniciar un debate sobre cómo cimentar la competitividad futura: “los americanos podrán mantener sus altos niveles de vida solamente si abrazan y gestionan las complejidades de una economía globalizada y tecnológicamente avanzada.”

Parece que el presidente Obama comprendió recientemente este particular, cuando ha empezado a abogar por aumentar la inversión pública,  y ha dejado de pensar en que ésta era otra crisis pasajera coyuntural y no un cambio radical del paradigma geoeconómico mundial. Muchos de los males de EE.UU. son comunes a España, pero ¿lograremos que nuestros políticos abandonen la visión pueblerina y cortoplacista? Miedo me da.

domingo, 30 de octubre de 2011

Ideas para un mundo emergente: empatía, empoderamiento y redes


Hace un par de semanas tuvo lugar en Madrid en VI Encuentro EducaRed, un congreso de educación que es uno de los eventos clásicos de Fundación Telefónica desde hace más de diez años. Durante tres días, albergó ponencias, experiencias y talleres relacionados con la educación y la tecnología. No voy a realizar aquí un resumen de todo el encuentro, pero me gustaría destacar tres conceptos que afloraron en el pabellón de IFEMA donde tuvo lugar y que, más allá del campo de la enseñanza, me parece que podrían encajar en el funcionamiento del nuevo modelo de mundo que se está consolidando en la actualidad. Se trata de la empatía, del empoderamiento y de las redes del conocimiento.

La RAE define la empatía como “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. La empatía fue el eje central de la conferencia de Bill Drayton, Premio Principe de Asturias de Cooperación Internacional 2011 y fundador de la organización Ashoka. Drayton defiende el desarrollo de la capacidad para cambiar la sociedad desde la escuela, formando ciudadanos corresponsables con el futuro de la humanidad; niños y niñas que sepan trabajar en grupo, sin herir a sus iguales. De ahí la necesidad de fomentar la empatía como motor del esfuerzo colectivo, la organización y el liderazgo. En palabras de este emprendedor socialla clave del éxito es contribuir al cambio, no sólo adaptarse al cambio".

Otro concepto que obtuvo un protagonismo notable dentro del VI Encuentro EducaRed fue el de “empoderamiento” (otro palabro de moda), que en el contexto educativo hace alusión a la acción de capacitar a los alumnos para que sean los protagonistas de su propio proceso de aprendizaje. En este sentido, el profesor de la Universidad de Newcastle Sugata Mitra defiende la habilidad de los niños y las niñas para progresar en el aprendizaje trabajando en grupo con la mínima ayuda de un profesor (Minimally Invasive Education), figura que en su modelo educativo se  transforma en un guía o mediador del conocimiento. Yo no llego tan lejos como Mitra en sugerir que se elimine el profesor, pero si creo que el alumno debe adoptar una actitud activa en su proceso de aprendizaje.

Finalmente, el experto del aprendizaje en la era digital George Siemens introdujo en el evento teorías relacionadas con las redes de aprendizaje y los ecosistemas de conocimiento. Partiendo de la premisa de que el conocimiento es una red, la forma de conocer las ideas y de conectarlas entre sí determina nuestro nivel de aprendizaje. Paralelamente, cómo estemos conectados condiciona la información que encontramos. A su juicio, los docentes deben enseñar a sus alumnos a crear y evaluar redes, pues, en sus propias palabras, “dar un dato y evaluar si el alumno lo recuerda no es valido en una sociedad que precisa crear conocimiento”.

Tres ideas cuando menos interesantes y dignas de discusión y debate.

miércoles, 12 de octubre de 2011

La revolución del bebop en jazz como ejemplo de innovación


Leyendo la biografía del trompetista Dizzy Gillespie, “To be or not to bop”, me he dado cuenta de lo que realmente supuso para la historia del jazz, y diría de la música en general, el proceso de innovación iniciado durante la década de los años cuarenta por un grupo de intérpretes jóvenes, que acabó en un estilo denominado bebop o simplemente bop. El bop supuso una ruptura determinante y sin vuelta atrás con el jazz tradicional que condicionó toda la música norteamericana de la segunda mitad del siglo XX.

Para los que no estéis muy versados en la historia del jazz, solamente comentar que este género musical nació dentro de la comunidad afroamericana norteamericana a principios del siglo pasado y fue ganando popularidad entre toda la sociedad a lo largo de las siguientes décadas, hasta convertirse en los años treinta en música de baile también para los blancos. Fue la época de las big bands, como la de Glen Miller, que tuvieron su apogeo hasta el final de los cuarenta. Precisamente a principios de esta década una serie de músicos - liderados por Dizzy Gillespie y entre los que se encontraban nombres como el del saxofonista Charlie Parker, el pianista Thelonious Monk, el batería Kenny Clarke, el bajista Oscar Pettiford o la vocalista Sarah Vaughan, entre muchos otros-, iniciaron un cambio deliberado en la estructura del jazz tradicional, transformando la música de baile en algo mucho más avanzado y con un importante componente intelectual. Básicamente, la innovación se basó en la utilización de acordes raramente utilizados antes, en alterar las secuencias naturales de acordes creando sucesiones inéditas hasta el momento, y en introducir más notas por compás. En palabras del propio Gillespie:

“Es evidente que lo más importante de nuestra música era el estilo, el cómo pasabas de una nota a otra, cómo tocabas. Es lo más importante porque puedes tocar lo mismo y no tocarlo de la misma manera, y no estarás tocando bebop. Nuestra forma de frasear era especial. No sólo cambiamos la estructura armónica, también cambiábamos la rítmica.”

También es elocuente el testimonio sobre aquella época del gran trompetista Miles Davies:

“Nos íbamos a la calle 52 a escuchar a Diz [Dizzy Gillespie] y poner a prueba nuestro oído. Te colocabas de pie junto a la barra, tirabas una moneda y decías la nota que hacía al caer. Todo iba muy rápido y nosotros nos estábamos poniendo a prueba.”

La revolución del bop es un claro proceso de innovación de procesos y de producto; del proceso porque altera o modifica la forma de tocar jazz introduciendo nuevas sucesiones de acordes en las piezas; de producto, porque da lugar a nuevas canciones al interpretar los temas antiguos (de hecho, a muchas canciones tradicionales pasadas por el filtro del bebop les pusieron nombres nuevos porque el resultado era completamente distinto del original).

Se me ocurren los siguientes rasgos del bebop como proceso de innovación que pueden extraerse como ejemplo a seguir:

Elevado grado de  formación. A diferencia de sus predecesores que a menudo tocaban de oído, los intérpretes del nuevo jazz tenían una sólida formación musical y unos conocimientos técnicos muy trabajados. Muchos músicos nada más llegar a Nueva York se inscribían en clases de técnica musical para poder estar a la altura de las exigencias del jazz emergente. El innovador domina los conocimientos de su disciplina o actividad; la innovación no es tarea para advenedizos o improvisadores.

Maestría en la ejecución. Aparte de la formación, los instrumentistas de bop eran realmente buenos con sus respectivos instrumentos. Abundan los testimonios que describen la habilidad Gillespie y de Charlie Parker para introducir muchísimas más notas de las habituales en cada compás, demostrando un dominio notable de cada respectivo instrumento. Es el sonido característico del jazz moderno, que desconcierta al neófito, y que se basa en “racimos” de notas que parecen sobrar en la canción. El innovador debe ser muy bueno en lo que hace.

Espacio y tiempo. Generalmente todo proceso innovador está encorsetado en un espacio y un tiempo concretos en los que “ocurren” las cosas, llámese Silicon Valley o no. El bebop tuvo su origen en la Nueva York (en concreto en los clubes de la calle 52) de los años cuarenta porque en ese momento y en ese lugar coincidieron una serie de músicos que compartieron el interés común por tocar una música nueva (de hecho, ellos no le llamaban bebop al principio, sino “nuestra música” o “la nueva música”. Charlie Parker (Bird) no estuvo al principio en el meollo, pero apareció por Harlem hacia 1942 ó 1943, y se sumó a toda la corriente en marcha. Los focos de innovación atraen a los innovadores.

La innovación es colectiva. La mayoría de los músicos se ganaba la vida en las bandas de swing de la ciudad tocando la música de baile convencional. El propio Gillespie estuvo tocando, entre otras, en la formación de Cab Calloway del Cotton Club (la relación entre ambos acabó cuando Dizzy le asestó un navajazo a Calloway, pero esa es otra historia). Pero la innovación se producía en las jam sessions de los locales after hours, en donde se juntaban los músicos a altas horas de la noche para improvisar juntos sin público o con un número escaso de espectadores de confianza. Se dice que Gillespie lideró la transición al bop, pero entiendo que sin todos los intérpretes que le siguieron, apoyaron y que tocaron con él, asumiendo la nueva música, su papel dentro de la historia del jazz no hubiese pasado de la de un mero pirado que hace cosas raras.

La ventaja competitiva de la innovación. Recordando al economista Schumpeter, me viene  a la memoria sus teorías sobre la ventaja competitiva que adquiere una empresa que comercializa un proceso o producto innovador, que dura hasta que es copiada por el resto de las empresas. Este principio se cumplió entre los bopers, dado que su nueva música llamó la atención de todo el mundillo del jazz y fueron profusamente contratados, tanto para demostrar su técnica en las bandas estándar, como para realizar arreglos de las canciones tradicionales y darles un aire bop. Cuenta Gillespie que en esa época hubiera ganado más dinero como arreglista de canciones de lo que ganó como intérprete, pero se dedicó a lo último.

 Olvidad el entorno institucional. Un innovador no puede confiar en el mecenazgo de las administraciones públicas u otros próceres; se tiene que asegurar la independencia operativa. En el caso del jazz el marco institucional no sólo no ayudaba sino que obstaculizaba el proceso de cambio: en los años cuarenta el Sindicato de Músicos vetaba y perseguía las jam sessions, que era donde los innovadores realmente evolucionaban como músicos, porque escapaban de las tasas y cuotas que aplicaban (¿alguien ha mencionado a la SGAE?).  Resulta patético que los mejores músicos del momento tuviesen que actuar como delincuentes escondiéndose para crear una nueva música.

Influencias externas de la innovación. Como decía Steven Johnson, los innovadores reciben muchas influencias externas a su disciplina que incorporan a sus procesos de cambio y mejora. En el caso que nos ocupa, el jazz se vio teñido de ritmos latinos, europeos y africanos, que nutrieron su evolución y lo enriquecieron. El paradigma de esto último es el propio Dizzy Gillespie cuya música recibió un soplo caribeño gracias a su amistad con el músico cubano Mario Bauzá.

martes, 4 de octubre de 2011

África y las naciones emergentes


El rompecabezas se ha desmontado y se está volviendo a formar, aunque de manera distinta. El nuevo mundo que está surgiendo en la actualidad difiere bastante, aún no percibiendo su dimensión completa en la actualidad, de aquel que heredamos de la Guerra Mundial y la postguerra fría. En concreto, el papel de las distintas naciones en el teatro del mundo cambia sustancialmente del escenario anterior y los denominados países emergentes liderados por China empiezan a cobrar un protagonismo decisivo, incluso como palancas de desarrollo de las áreas desfavorecidas del planeta.

Hace unas semanas recibí a dos técnicos franceses de la OCDE, en concreto del Development Centre,  que venían a proponer un acuerdo de colaboración con nosotros, y que me dejaron un montón de papeles e informes a modo de catálogo de la actividad de su institución. Entre todo el fajo he encontrado un informillo muy interesante sobre África y sus socios emergentes, que dibuja cómo las relaciones del continente negro no se centran ya exclusivamente con los países desarrollados, generalmente heredadas del pasado colonial, y cada vez más se escoran hacia distintos países emergentes. Países que hace dos décadas todavía podían considerarse como “subdesarrollados” se convierten en factores de estímulo de las economías de los países africanos.

El informe citado identifica varios socios comerciales de África no pertenecientes a la OCDE, entre los que destacan en importancia China, Corea, Grasil, India y Turquía. El volumen de transacciones con los socios emergentes se ha incrementado del 23% en 2000 a 39% en 2009 de media, y en el caso de China se ha triplicado durante el citado periodo. En cuanto al peso de los distintos países emergentes en el comercio con África, China acapara el 38%, India el 14%, Corea y Brasil en torno al 7% respectivamente, y Turquía el 6,5%, a lo que hay que sumar la participación conjunta de otras naciones emergentes de menor peso específico individual. Por el momento, la Unión Europea y Estados Unidos siguen siendo las fuentes principales de inversión directa extranjera en él continente africano y de ayuda al desarrollo, pero la importancia de los flujos procedentes de los socios emergentes crece a gran velocidad.

Las relaciones de África con los países emergentes es complementaria con la tradicional llevada a cabo con las naciones desarrolladas, según el informe. Los emergentes, debido a su diversidad, ofrecen a los países africanos nuevas oportunidades de intercambio de bienes, tecnología y modelos de desarrollo. Además convierten los bienes de consumo de masas en accesibles para la incipiente clase media africana y ofrecen bienes de producción adaptados a las condiciones productivas de los países en desarrollo. Esto último tiene el potencial de ayudar a las empresas africanas a incrementar su productividad. Mientras que los países desarrollados se centran sobre todo en la ayuda al desarrollo dirigida a la reducción de la pobreza, la sanidad, educación y governanza, los países emergentes centran su intervención en la eliminación de cuellos de botella en las infraestructuras. Las exportaciones de manufacturas africanas se han doblado en los últimos diez años, en buena parte arrastradas por la demanda de los países emergentes.

¿Veremos en las próximas décadas un continente africano plenamente encauzado en la senda del desarrollo y adquiriendo protagonismo en un nuevo orden mundial? Quíen sabe…

jueves, 22 de septiembre de 2011

La Regla 10/20/30 de Guy Kawasaki


Si alguna vez habéis tenido algún puesto de trabajo en el que os dedicabais a recibir propuestas, del tipo que sean, para analizarlas y tomar una decisión de apoyo o financiación, habréis podido comprobar lo inútil que es la gente generalmente a la hora de explicar sus ideas y proyectos. A mí me ha pasado de recibir cartapacios inmensos llenos de papeles que, tras ser examinados, no me contaban con claridad lo que se me estaba pidiendo. Aparte del fracaso de la enseñanza en las competencias más básicas, es decir, la escritura y la ordenación de las ideas, queda muy claro que a menudo la gente es incapaz de transmitir aquello que quiere comunicar, y  esto es especialmente grave cuando se trata de solicitar ayudas o el compromiso de alguien para una determinada iniciativa. Otro tanto me ocurre cuando viene alguien en persona contarme una propuesta y me explica la naturaleza jurídica y los órganos de gobiernode su organización antes de contarme qué viene buscando.

Guy Kawasaki es uno de los gurús actuales en temas de marketing e innovación, y  este hombre se dedicaba a financiar proyectos a emprendedores. Acabó tan harto de que la gente le contase historias larguísimas sin explicar claramente su modelo de negocio que desarrolló un modelo de presentación de proyectos denominado Regla 10/20/30.  Este sistema es tan sencillo que se resume en tres principios:

  • Usar sólo 10 transparencias por presentación.
  • La presentación no debe durar más de 20 minutos.
  • El tamaño de la letra (font) debe ser de 30 puntos, para no introducir demasiado texto por slide. 
Diez transparencias porque según él un ser humano no puede retener más de 10 conceptos en una reunión. Los diez conceptos que un proyecto debe incluir son:
  1. Definición del Problema
  2. Tu solución
  3. Modelo de negocio
  4. Magia subyacente/tecnología
  5. Marketing y ventas
  6. Competencia
  7. Equipo
  8. Perspectivas e hitos
  9. Situación actual y cronograma
  10. Resumen y próximos pasos
Veinte minutos, porque la gente no tiene demasiado tiempo para escucharte, de hecho algunos llegan tarde y otros se van antes de que acabes, así que aunque tengas más tiempo para exponer, es mejor que te ciñas a los veinte minutos y que dediques el tiempo restante a preguntas y aclaraciones.

Tamaño de fuente de 30 puntos, para evitar que recargues de texto las presentaciones. No hay cosa más horrible que una transparencia repleta de texto en letra pequeña y que el ponente la lea de principio a fin. Eso aburre a los muertos.

No digo que haya que aplicar al pie de la letra los principios de Kawasaki, pero nos puede ayudar a ser un poco menos plastas, digo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Escenarios de la crisis en 2008 o cómo todo lo que puede ir mal irá mal


En 2008 la consultora McKinsey publicó un artículo en la revista The McKinsey Quarterly esbozando el abanico de posibles escenarios a medio plazo de evolución de la crisis que entonces comenzaba. Todo el que haya leído alguna vez sobre dirección estratégica de empresas se habrá encontrado con la costumbre que tradicionalmente presenta esta empresa de reducir la realidad a modelos y matrices. Que conste que esto lo digo sin un ápice de ironía pues considero muy positiva la capacidad de explicar el funcionamiento de un sistema mediante gráficos sencillos que faciliten la toma de decisiones.

En el caso que nos ocupa, se tomaron en cuenta dos variables, el grado de profundidad de la recesión y la capacidad de recuperación de los mercados de crédito y capital, dando lugar a una figura como la que aparece a continuación, con cuatro situaciones posibles.




Los cuatro escenarios que surgieron del análisis son los siguientes:

Impulso global revitalizado

El cuadrante de arriba a la derecha era la previsión más optimista en la que la recesión se presentaba moderada y los mercados financieros se recuperaban rápidamente, convirtiéndose la crisis en poco más que un mal sueño. En esta situación:

  • Se produce una recesión moderada seguida de fuerte crecimiento económico.
  • Surge un nuevo y eficaz régimen regulador.
  • Se alcanzan ratios de préstamos/capital seguros que conducen a una reactivación del comercio y del volumen de préstamos.
  • El coste del capital se recupera a niveles históricos.
  • La globalización sigue su curso, las economías emergentes y en desarrollo siguen unidas.
  • Repunte de las actitudes positivas.

No hace falta decir que este escenario no ha tenido lugar.

Globalización estancada

El escenario que ocupa el cuadrante de abajo a la derecha se caracteriza por una recesión moderada pero sin recuperación temprana de los mercados financieros, y expondría la siguiente situación:

  • Recesión moderada durante uno o dos años seguida de un crecimiento económico lento.
  • El régimen de regulaciones sostiene el sistema pero supone un lastre para la economía.
  • Ratios de préstamos/capital casi seguros.
  • Significativamente alta implicación del gobierno en la asignación de créditos.
  • Costes de capital bastante más altos que antes de la crisis.
  • La globalización se estanca.
  • Las actitudes son más a la defensiva y nacionalistas.

Maltrecho pero resiliente

Un escenario donde los mercados de crédito y capital se recuperan pero en el que la recesión global es más profunda (cuadrante arriba a la izquierda). El modelo define las siguientes características:

  • Recesión prolongada de 18 meses o más.
  • Nuevo régimen de regulaciones más eficaz.
  • Recuperación generada por políticas fiscales y monetarias eficaces y liderada por determinadas zonas (China, Oriente Próximo, EE.UU….).
  • Se alcanzan ratios de préstamo/capital seguros que conducen a la reactivación del comercio y del volumen de préstamos.
  • Moderada recuperación del comercio y del flujo de capital.
  • Se recupera lentamente la globalización.
  • Repunte lento de las actitudes.

Prolongada congelación

Por desgracia, el peor escenario, el situado abajo y a la izquierda, es el más parecido (con matices) a la situación que estamos sufriendo tres años después de la creación del modelo de McKinsey.
  • La recesión dura más de cinco años, como en Japón en la década de los 90. En nuestro caso, aunque se ha producido crecimiento de la economía, éste es tímido e inestable y amenaza constantemente con volverse negativo.
  • Políticas reguladoras, fiscales y monetarias ineficaces. Este postulado también se cumple en la actualidad y habrá que ver que apuesta resulta más segura, si la de gastar e invertir de Obama o la de restricciones extremas de la UE.
  • Todas las zonas geográficas se estancan. Esto es válido para EE.UU. y la Eurozona, mientras que Australia, Canadá, América Latina, China y otras áreas capean la crisis con éxito.
  • Ratios de préstamos/capital a la defensiva, con flujos de crédito restringidos y operaciones en mercados sin liquidez. Esto parece una foto de este momento.
  • Mayor implicación del gobierno en la concesión de créditos.
  • Recuperación muy lenta del comercio y del flujo de capital.
  • Actitudes mucho más a la defensiva y nacionalistas. Y se podría añadir insolidarias de unos países europeos con otros con más problemas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Europa, el calvinismo y el espiral del desastre


Leyendo el artículo de Paul Krugman en “El País” de hoy, “Un desastre impecable”, he empezado a entender muchas cosas, no tanto por los hechos y razonamientos que expone sobre la crisis (que los lleva repitiendo desde hace meses), sino por una expresión que utiliza, un matiz que puede parecer producto del estilo literario pero que no lo es. En concreto, y disertando sobre la falta de operatividad del Banco Central Europeo a la hora de salvar a los países más endeudados de la zona euro, dice lo siguiente:

“Pero el BCE se vio inmediatamente bajo la extrema presión de los moralizadores, que odian la idea de permitir que los países se libren del castigo por sus supuestos pecados fiscales.”

Dos palabras: pecados y castigo. Inmediatamente me ha venido a la mente “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” de Max Weber, donde se explica como el capitalismo es fruto de la moral protestante, y más en concreto del calvinismo, cuya visión determinista de la existencia defiende que aquellos que triunfan desde el punto de vista material es porque Dios así lo quiere, mientras que los que fracasan están recibiendo un castigo divino, por algo que han hecho o dejado de hacer. Es una religión profundamente austera que rechaza el lujo, la ostentación y que defiende el trabajo y el apego a lo material, frente, según Weber, los católicos que presentan una doctrina basada en el desapego terrenal y una búsqueda de espiritualidad. Dejo a continuación un par de citas del libro:

“Porque hay una pregunta que forzosamente tuvo que surgir en cada creyente empujando todos los demás intereses a un segundo plano: ¿He sido elegido yo? Y ¿cómo puedo yo estar seguro de esa elección? Para el propio Calvino esto no constituyó un problema. Se sentía “instrumento” y estaba seguro de su estado de gracia. Por consiguiente, para la pregunta de cómo el individuo podía estar seguro de su propia condición de elegido, sólo tenía una respuesta: que debemos conformarnos con el conocimiento de la decisión de Dios y con la confianza permanente en Cristo que otorga la fe verdadera.”

“El calvinista, tal como ocasionalmente se dice, “logra” su bienaventuranza por si mismo  – aún cuando lo correcto sería decir que obtiene la certeza de esa bienaventuranza por si mismo. Sin embargo, este logro no es una progresiva acumulación de acciones meritorias, tal como puede ser en el catolicismo, sino un sistemático auto-control, constantemente puesto ante la alternativa de ¿Elegido o Condenado?”

Y eso es lo que está pasando ahora mismo en Europa: los protestantes del norte no se deciden a ayudar a los estados más periféricos porque consideran que hemos “pecado”, que hemos derrochado y que no hemos cumplido con rigor la austeridad presupuestaria de la que ellos hacen gala (supuestamente). Y el nuevo dios mercado nos castiga. Sin embargo, señala Krugman, este castigo, según sus valores protestantes, es válido para Grecia y para nadie más. Subraya que España tenía superávit presupuestario y una deuda baja antes de 2008, “un historial fiscal impecable”, y su situación no es peor actualmente que la de, por ejemplo Gran Bretaña. Pero el déficit público nos obliga a emitir deuda, en un escenario de retirada de inversores, y tenemos que ofrecerla más cara para que alguien nos la compre. Pero al venderla más cara nuestro endeudamiento crece y nos metemos en un círculo vicioso, un espiral que puede conducir al desastre. Y sigue Paul Krugman, ¿qué haría un país con una divisa propia y el control de su política monetaria? Pues comprar su propia deuda con dinero recién creado. Pero ni Italia, ni España, ni Grecia tienen su propia moneda, y dependen de las decisiones del BCE, que por lo que se ve, en vez de actuar tiene ciertas dudas morales sobre si intentar rescatarnos o aliviar la situación, o dejar (postura defendida por Alemania) que nos quememos en nuestro propio infierno para purgar nuestros pecados de derroche. En suma, el dios mercado nos castiga por ineficientes; es una de los principios básicos del pensamiento neoliberal y de la ética protestante.

Así que en vez de una Europa unida que se ayuda y apoya mutuamente, los vecinos del norte prefieren castigar a los que lo están pasando peor, haciéndole el juego a los mercados internacionales de capitales, que se supone no se equivocan nunca porque son una deidad o ley natural. Qué pena de Tercios de Flandes.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Latinoamérica como gigante económico


Hoy he asistido al Foro de Responsabilidad Social Empresarial España-México (FORESME) y la charla inaugural de Enrique Iglesias, Secretario General Iberoamericano, ha confirmado ideas sobre Latinoamérica que yo aventuraba en este blog, en concreto en posts como La década prodigiosa de América Latina o Latinoamérica ¿esta vez sí?, a saber, que realmente el continente está empezando a iniciar la senda del desarrollo de una vez por todas, y que a lo largo de esta década varios de sus países pueden llegar a convertirse en ejes del esquema geoeconómico mundial.

Iglesias ha esbozado la situación actual de crisis pero destacando que la recesión no es homogénea; los malos resultados económicos no han afectado a países como Canadá o Australia, ni a zonas como Asia o América Latina, que muestran un comportamiento francamente positivo. En este último caso, las Américas, ha distinguido entre países que reciben “vientos del Pacífico”, es decir, aquellos que están orientando sus relaciones comerciales hacia China y que se benefician del vigor de dicha economía, y otros menos afortunados que están influidos por los “vientos del norte”, es decir, por EE.UU., y que se contagian del estancamiento de su vecino de arriba. Se trata de México y de todo Centroamérica en general.

En cualquier caso, Enrique Iglesias ha augurado que para el año 2020 podemos encontrarnos con una serie de países de Latinoamérica que habrán abandonado la etiqueta de “país en desarrollo” y que habrán entrado con pleno derecho en el grupo de estados ricos. Eso sí, a su juicio se tienen que dar una serie de condiciones para que el proceso no se trunque, a saber:

  1. Que la crisis, que hasta ahora capean con éxito, no les juegue una mala pasada y les devuelva al estancamiento.
  2. Que se sigan aplicando buenas políticas macroeconómicas. Según Iglesias, los equipos económicos de gobierno en América Latina son increíblemente buenos, entre otras cosas porque se han formado a base de resolver situaciones extremadamente difíciles y tienen un know-how al respecto excepcional.
  3. Que se fomente el ahorro y la inversión productiva, que en su opinión es aún insuficiente.
  4. Que se lleve a cabo una revolución en la educación, en la productividad empresarial (extremadamente baja, especialmente en la PYME) y en la innovación.

Yo solamente añadiría a la lista anterior que se promueva desde el Estado la distribución de la renta de forma que se genere una clase media predominante que, por un lado, constituya mano de obra muy cualificada para el sistema productivo, y por otro, una demanda de consumo interno de productos de alto valor añadido en los países.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Los nuevos dioses


Parece ser que por fin Obama ha entendido la ecuación de la renta y la demanda que explica el primer capítulo de cualquier manual de macroeconomía. A pesar de la oposición del siniestro Tea Party, ha razonado que la única forma de combatir el desempleo es ejecutando inversiones y gasto públicos, y calcula que puede de esta manera situar la tasa de paro de EE.UU. varios puntos por debajo del actual nueve y pico por ciento (¡jopé, lo que daríamos nosotros por tener esa tasa de parados!). Aquí por desgracia las infusiones patrias de graznido de gaviota junto con el colectivo del capullo en la mano parecen haber considerado el confiar la reactivación económica al Espíritu Santo, a la Virgen del Pilar o a la de Lourdes (para el caso es lo mismo en una Europa unida), que como todo el mundo sabe son entes mucho más eficaces que la política fiscal y de rentas. Nuestros esfuerzos se dedican a aplacar la ira de los mercados.

Los mercados financieros han venido a sustituir a los viejos dioses que regían los destinos de las personas en el mundo previo al paso del mito al logos. Aquellos dioses, que en según qué culturas podían llegar tener muy mala leche, eran los responsables de las malas cosechas, de que un volcán borrase tu ciudad del mapa e incluso de que tu mujer te la pegase con ese esclavo nubio de majestuosa estampa. La única forma de aplacar la ira de los dioses era realizando ofrendas y sacrificios, y aun así la inestabilidad emocional de la que hacían gala impedía con frecuencia predecir un resultado satisfactorio a la operación. Actualmente son los mercados los que nos castigan, los que nos obligan a realizar sacrificios y a empobrecernos para acallar su furor, los que deciden que países con estructuras económicas sólidas no son dignos de confianza, y en suma, los que nos exigen pedir perdón de rodillas por pecados que no hemos cometido. Y las agencias de calificación son los sumos sacerdotes de este nuevo culto, y aunque con frecuencia se equivocan provocando daño a millones de personas, seguimos conservando la fe en ellas y siguiendo sus discutibles dictámenes a pies juntillas.

Ya en 1936 Keynes explicaba el funcionamiento de los mercados financieros en un mundo mucho menos globalizado e interconectado que el actual:

"Cuando faltan los mercados de valores no tiene objeto revaluar con frecuencia una inversión en la cual nos hemos comprometido. Pero la bolsa evalúa muchas inversiones todos los días y estas revaluaciones dan frecuentes oportunidades a los individuos (aunque no a la comunidad en su conjunto) para revisar sus compromisos. Es como si un agricultor, habiendo observado su barómetro después del desayuno, decidiera retirar su capital del negocio agrícola entre diez y once de la mañana y reconsiderar si debía volver a él posteriormente durante la semana. Pero las revaluaciones diarias de la bolsa de valores, aunque se hacen con el objeto principal de facilitar traspasos entre individuos de inversiones pasadas, ejercen inevitablemente influencia decisiva sobre la tasa de las inversiones corrientes; porque no tiene sentido crear una nueva empresa incurriendo en un gasto mayor que aquel a que se puede comprar otra igual ya existente, mientras que hay un incentivo para gastar en un nuevo proyecto lo que podría parecer una suma extravagante, si puede venderse en la bolsa de valores con una ganancia inmediata. Por eso ciertas clases de inversiones se rigen por el promedio de las expectativas de quienes trafican en la bolsa de valores, tal y como se manifiesta en el precio de las acciones, más bien que por las expectativas genuinas del empresario profesional."
John Manyard Keynes “Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero” 12.III

Básicamente, lo que viene a decir es que las decisiones de inversión y desinversión en los mercados de valores dependen del propio funcionamiento de los mismos y son cada vez más ajenas a la evolución de las empresas a las que los valores hacen referencia. Este fenómeno se ha multiplicado en las décadas que han seguido a la publicación de este texto, habiéndose mundializado el mercado de valores y habiéndose afinado su operativa, por  gracias de la tecnología, de forma que la información fluye en tiempo real por todo el orbe. Esta separación entre expectativas financieras y economía real se aplica igualmente al caso de las naciones. Países con una estructura productiva dinámica y competitiva, y con cifras importantes de crecimiento antes de 2008, son ahora tratados como repúblicas bananeras al borde de la quiebra. Sin embargo, y aunque la crisis haya propulsado el cierre de empresas y la caída de la producción, los factores intangibles que hacen poderosa una economía siguen ahí: el know-how, el grado de capacitación de la mano de obra, la especialización en sectores productivos de alto valor añadido, la capacidad de innovación, la visión y habilidad del empresariado… Pienso que esos son los factores sobre los que se debe juzgar la credibilidad de una nación y no en los oráculos de los nuevos dioses.

lunes, 29 de agosto de 2011

La guerra de los medios sociales


Interesante post en el blog de Nova Spivack sobre escenarios futuros en el panorama de los medios sociales. A diferencia de los que pensamos que se avecinan grandes batallas como las de la Tierra Media, con orcos, elfos, enanos, hombres y árboles que andan, de forma que solamente sobrevivan una o dos de las redes sociales más fuertes en la actualidad, Spivack defiende con buenos argumentos un panorama más conservador (y más pacífico) en el que una serie de ellas conviven en un entorno más o menos estable. Su tesis se basa en que Google+, Facebook, Twitter y LinkedIn, que serían las supervivientes, son servicios distintos entre sí con funciones específicas en cada caso que no se solapan.

En sus palabras: “el paisaje de los medios sociales se va a dividir en varios territorios”. La distribución quedaría entonces de la siguiente manera:

Facebook para las relaciones sociales.  Contactos más personales y actividades de grupos, juegos y aplicaciones relacionadas con el ocio. De acuerdo con Spivack, ni Twitter ni Google + rivalizan en sus funciones con Facebook en este campo.

LinkedIn para las relaciones profesionales: búsqueda de empleo, contrataciones, socios, clientes, proveedores… Es quizá el caso más claro y mejor definido, en lo que a su utilidad se refiere, y ninguna de las otras tres por ahora apunta a prestar estos servicios.

Google+ para compartir conocimiento. Según el autor, Google+ está pensada para compartir conocimiento pero no para las relaciones sociales como Facebook. Su defensa de este argumento es que la mayor fortaleza de Google ha sido y es el constituir la mayor fuente de información en tiempo real. Google+ puede aprovechar la capacidad de los motores de búsqueda y analítica para gestionar volúmenes masivos de información, no solamente artículos, fotos y vídeos, sino también las conversaciones que se generan en torno a los objetos.

Twitter para notificaciones.  Para Spivack Twitter ha sustituido al RSS; constituye una infraestructura de avisos y notificaciones que incluso podría surtir a Google+ y Facebook, si surgiesen entre estos reinos políticas de colaboración. El error estratégico en la actualidad es intentar que Twitter se convierta en una red social tipo Facebook.  A juicio del autor, esto le está alejando de su verdadera fortaleza.

Si Spivack tiene finalmente razón y llegamos a ese estado estacionario tendríamos un servicio para cada cosa y utilidad. Pero yo no estoy tan seguro de que los CEOs de las distintas empresas lo tengan tan claro y sigo augurando grandes choques en el campo de batalla.

jueves, 25 de agosto de 2011

Los árboles de la deuda y el bosque del desempleo

Es curioso, como apuntan economistas de la talla de Krugman o más en nuestro terruño Vicenç Navarro, como el debate político actual desvía la atención del verdadero problema que nos aqueja, el desempleo a consecuencia de la baja actividad productiva, hacia lo que se puede considerar una consecuencia de ello, como es el endeudamiento de los Estados. No quiero quitarle importancia a los efectos negativos que el exceso de deuda y su alto coste de financiación tienen sobre la capacidad de crecimiento de las economías, pero me preocupa comprobar como se intenta de reducirla con medidas que a todas luces van a perpetuar el estancamiento y a obstaculizar el crecimiento económico, como por ejemplo, la futura reforma de la Constitución Española para fijar por ley un techo al gasto público.

La razón es muy simple: estamos inmersos en el conocido ciclo baja demanda/baja producción/nula creación de empleo, y la única forma de salir de él es estimulando la demanda interna para que las empresas produzcan más y por ende necesiten contratar mano de obra. Sin embargo, de los distintos componentes de la demanda solamente el sector exterior mantiene el tipo con una evolución muy positiva (ya traté este tema en otro post), si bien no es síntoma de que el tejido empresarial español haya adquirido de la noche a la mañana una vocación exportadora, sino que se trata de un reducido grupo de compañías muy competitivas que han desarrollado en las últimas décadas mercados en el exterior. No son representativas del conjunto. El resto de los componentes de la demanda se encuentra en dique seco, tanto el consumo privado como la inversión productiva, así que solamente nos queda el gasto público como herramienta para dotar de poder adquisitivo al ciudadano, tanto a través de inversiones directas en infraestructuras y servicios como por medio de transferencias a las familias.

Como he dicho antes, no quiero minimizar el problema de la deuda ni el riesgo que supone una caída de la credibilidad de España en los mercados financieros internacionales (aunque habría mucho que escribir sobre por qué el bienestar de tantos millones de personas está en manos de agencias privadas de dudosa ética y transparencia). Lo que digo es que el Estado es el único que puede gastar en el momento actual y que no sólo no hay que reducir el gasto público sino aumentarlo. Evidentemente, ese gasto debe ser financiado de alguna forma y el endeudamiento no es el camino adecuado. Por lo tanto, nos quedan los impuestos como única fuente de ingresos. El Estado debe aumentar la presión fiscal y la progresividad  del sistema tributario (de forma que en proporción paguen más los que más tienen) para financiar un gasto público que resulta crucial para salir de la crisis.

Cuando una mentira se repite una y otra vez se la acaba creyendo todo el mundo. Es el caso de afirmaciones del tipo “ya pagamos muchos impuestos” o “el Estado es demasiado grande y tiene demasiada presencia en la economía”. No es verdad. A modo de ejemplo y de acuerdo con Eurostat (datos de 2009), el porcentaje de ingresos estatales por impuestos y contribuciones sociales sobre el PNB es inferior en el caso de España que la media de UE-27, que es el 39,6% frente al 31,3% patrio. En este sentido, estamos por detrás de países como Dinamarca (49%) o Suecia (47,4%), pero también de otras naciones menos “sociales” como Reino Unido (36, 7%) o más periféricas, como Portugal (33,9%). Luego la proporción de impuestos recaudados en España es notablemente inferior a la de la mayoría de los vecinos. Por otro lado, tomando el indicador impuestos sobre el trabajador medio (OCDE 2008), expresado como un porcentaje sobre coste laboral, podemos comprobar que la cifra para España es del 37,8%, muy por debajo de Suecia (44, 6%), Francia (49,3%) o incluso Italia (46,5%), por no hablar de nuestra idolatrada Alemania, cuyos trabajadores soportan un 52%. Siguiendo con información de la OCDE, los impuestos sobre la renta y los beneficios suponen un 10% del PNB español, mientras que en países muy liberales como EE.UU. y Reino Unido esta cifra es del 12% y el 14%, respectivamente. Si nos vamos a Escandinavia puede alcanzar el 29,3% de Dinamarca. Por lo tanto no experimentamos una presión fiscal excesiva, por lo menos en términos relativos.

Si nos vamos al otro lado de la tapia y examinamos el gasto estatal en protección social (Eurostat 2008), medido en euros por habitante, podemos apreciar que en comparación el Estado español no tiene una presencia en la economía y una cobertura social tan inmensa como algunos (ya sabemos quienes) nos quieren hacer creer. Nuestro modesto gasto en cobertura social de 5.424 euros por habitante no alcanza la media de la UE-27 (6.603) y queda francamente atrás de vecinos como Alemania (8.388), Bélgica (9.112)  o Francia (9.338). De los del norte de Europa ni hablamos. Tenemos pues un Estado del Bienestar de segunda división, lo que justifica el aumentarlo, máxime en esta situación,  no reducirlo mediante recortes y privatizaciones.

En conclusión, veo una insensatez ponerle techo al gasto público en un momento en que hay que aumentarlo, y veo que existe margen suficiente para aumentar la tributación sobre la renta y el beneficio (en este momento sobre el consumo no),  especialmente aumentando la progresividad del sistema para que pague más el que más tenga (en el diario de ayer aparecía la noticia de que los ricos de Francia han propuesto pagar más impuestos).
 
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