lunes, 12 de octubre de 2015

Las clases medias latinoamericanas en peligro

Abríamos el año en este blog preguntándonos si la desaceleración económica que están sufriendo los países de América Latina son turbulencias coyunturales pasajeras o la brusca interrupción de un proceso de desarrollo sin precedentes en la región. Lo cierto es que a medida que ha ido avanzando 2015 la situación se ha ido volviendo aún más confusa y no menos preocupante, especialmente a medida que se confirma el frenazo de la economía china, que es un actor relevante en el éxito macroeconómico de Latinoamérica. Con éste ya son cinco años en que la tasa de crecimiento del conjunto del subcontinente es menor que la del precedente.

Como nos recordaba hace poco Moisés Naím (América Latina: del prodigio al peligro. El País, 4 de octubre de 2015), aunque en el pasado todos los periodos de bonanza económica han mejorado algo la situación de la población latinoamericana más desfavorecida, el que se extiende desde principios de la década de 2000 hasta aproximadamente 2011 ha traído consigo una reducción importante en la desigualdad en la renta y la aparición en no pocos países de una nueva clase media, un porcentaje de población que abandona la pobreza, bisagra necesaria para superar la tradicional dicotomía entre las élites minoritarias y la mayoría viviendo de la economía de subsistencia.

Pero este “milagro social” no ha sido fortuito: responde a una voluntad institucional de los gobiernos por crear sociedades más justas. De acuerdo con los datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre 2005 y 2012 la tasa de crecimiento del gasto social superó con creces a la del económico, pasando a ser del 5% del PIB al 19%. Como consecuencia, el porcentaje de población pobre cayó del 34% al 21%.

No obstante la prolongada crisis que afecta especialmente a occidente y los problemas a los que se enfrenta el modelo de crecimiento de China (gran importador de las materias primas de la región e importante socio financiero), han supuesto el fin de esta era de crecimiento. Y lo que es peor, un fuerte retroceso económico podría revertir la positiva evolución social devolviendo a la incipiente clase media a su pobreza de origen.

La onda expansiva en Latinoamérica de las tribulaciones chinas resulta más que evidente. Alejandro Rebossio reunía en su artículo Diez efectos del parón chino (El País, 4 de octubre de 2015) ejemplos concretos del daño que sufren los distintos países:

1. Brasil: caída de las exportaciones a China en un 22,6%.
2. México: China produce la mitad del acero del mundo y está inundando el mercado hundiendo los precios. México es el segundo productor de Latinoamérica y está viendo como se deteriora su industria metalúrgica.
3. Argentina: la soja supone una quinta parte de las exportaciones del país y la caída de la demanda china de este producto esta haciendo que su hundan los precios.
4. Colombia: las ventas a China, especialmente de petróleo y ferroníquel, cayeron un 72% en el primer trimestre de 2015.
5. Venezuela: la bajada de las importaciones chinas de petróleo han causado que el precio baje a menos de la mitad de lo que valía hace un año. El 95% de las divisas de Venezuela proceden de la exportación de combustibles fósiles.
6. Chile: las exportaciones de cobre refinado a China bajaron entre enero y julio de este año un 8,8%.
7. Perú: el capital chino concentra el 36% de la minería peruana y la caída de la bolsa de Shangai ha paralizado en gran medida las inversiones previstas en el sector.
8. México: China se convirtió en un importante inversor de proyectos de infraestructuras en el país: tren de alta velocidad, complejo inmobiliario y red de telecomunicaciones. Los dos primeros han sido cancelados y el último está en hibernación.
9. Brasil: bajada del 7,4% de las ventas de hierro a China.
10.Argentina: las exportaciones de vino a China cayeron del 9% al 5% entre 2013 y 2014, si bien se han recuperado a principios de 2015.

Aparte de la debacle económica impuesta por el comportamiento del gigante asiático, en opinión de Alejandro Werner, economista jefe del FMI para América, la región no supo aprovechar bien el boom de las materias primas (entrevistado por el diario El País, 11 de octubre):

“La región, como un todo, aprovechó mejor que en el pasado el boom de precios de las materias primas. Pero no lo suficiente, no canalizó lo suficiente esos ingresos adicionales a ahorros para poder estar mejor en los malos tiempos. Tampoco para avanzar en temas de infraestructuras o educación, aunque sí en programas de lucha contra la pobreza.”

Resulta sorprendente, y en gran medida triste, que según las encuestas del Latinobarómetro casi la tercera parte de los latinoamericanos que afirman ser de clase media achacan su progreso social al esfuerzo personal y no a la economía de su país, y lo que es peor, el 50% cree que su mejora es permanente e irreversible, como apunta Naím en su artículo. De esta forma, concluye el escritor:

“Tristemente, pronto muchos descubrirán que el aumento de sus ingresos no es tan permanente ni irreversible como creían. Y que su esfuerzo personal no basta para mantener las mejores condiciones de vida que alcanzaron en los años prodigiosos.”

lunes, 5 de octubre de 2015

¿Y si realmente la tecnología no mejora la educación?

A pesar de las profecías de los gurús 2.0, de los chamanes de lo digital y de los diversos vendedores de elixir crecepelo que pueblan los eventos denominados “inspiradores”, un reciente informe de la OCDE pone en cuestión la relación entre el uso de tecnología en el aula y el rendimiento académico. En suma, que los ordenadores, tablets y móviles no hacen milagros en estudiantes que no han adquirido competencias básicas en lectoescritura y matemáticas.

El trabajo, publicado en septiembre del presente año y titulado Students, Computers and Learning, Making the Connection, parte de los datos del informe PISA del año 2012 que arrojaba resultados como que el 96% de los alumnos de 15 años de los países de la OCDE utilizaba dispositivos informáticos en casa, pero solamente el 72% lo hacía en el aula. Pero lo más alarmante es que en los países que sí han realizado un esfuerzo por integrar la tecnología en el sistema educativo no se aprecia una mejora significativa en los alumnos en los campos de las ciencias, las matemáticas y la lectura.

Sorprendentemente, los datos de PISA muestran que en aquellos países donde resulta menos común que los estudiantes usen Internet en el colegio la habilidad lectora ha crecido más que en los que más se apoyan en las redes. También avisa la OCDE que al considerar la inversión realizada en conectividad y dispositivos en educación hay que tener en cuenta que ese gasto “compite” con otras partidas que también inciden en la calidad de la enseñanza: el contratar más profesorado o subir el sueldo al existente (motivación), comprar más libros, invertir en infraestructuras no tecnológicas, etc.

Igualmente curiosa (y preocupante) resulta la hipótesis que aventura el informe acerca de que el gasto en TIC en el aula puede haber desviado su objetivo inicial de mejorar las competencias básicas en matemáticas y lectoescritura del alumno para dirigirse al desarrollo de competencias más relacionadas con el mercado de trabajo. Se trata de una posible explicación al hecho de por qué la habilidad lectora de los estudiantes de países en donde se utiliza intensivamente la web para las actividades relacionadas con la lectura no es mejor que la de los que siguen haciéndolo por medios tradicionales analógicos (lo que viene siendo el libro de papel). En el caso de las matemáticas, el rendimiento de los estudiantes entre 2003 y 2012 ha bajado especialmente en naciones que han reducido la tasa de alumnos por ordenador.

El análisis tampoco parece apoyar la tesis de que la informática beneficia la capacidad lectora (“using computers at school does not seem to confer a specific advantage in online Reading”) y solamente el uso moderado de la tecnología de red puede garantizar un apoyo a la adquisición de la habilidad para entender un texto (“for   browsing the Internet or using e-mail, the relationship with reading skills becomes negative only when the frequency increases beyond “once or twice a week””).

En matemáticas las conclusiones son similares: los alumnos que no utilizan ordenadores en las clases de esta materia tienden a tener mejores resultados académicos que los que lo hacen (“Irrespective of the specific tasks involved, students who do not use computers in mathematics lessons perform better in mathematics assessments than students who do use computers in their mathematics lesson, after accounting for differences in socio-economic status.”), a juzgar por los autores del informe porque las lecciones de matemática avanzada se basan más en clases aplicadas que en programas informáticos. 

En resumen, la tecnología no hace milagros; se requiere un cambio completo del paradigma educativo y una utilización eficiente de la misma, lejos de las teorías de los iluminados y del discurso vacío de tecnólogos de moda. Cierro con las conclusiones del informe: “Overall, the evidence from PISA, as well as from more rigorously designed evaluations, suggests that solely increasing access to computers for students, at home or at school, is unlikely to result in significant improvements in education outcomes. Furthermore, both PISA data and the research evidence concur on the finding that the positive effects of computer use are specific – limited to certain outcomes, and to certain uses of computers”.
 
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