martes, 2 de julio de 2013

El trabajador de este siglo es un Knowmad

Debería ser evidente que la crisis que estamos atravesando no es la clásica recesión a la que nos había acostumbrado la economía mundial desde principios de la década de 1970: el típico ciclo corto de Kondratiev de cinco años de crecimiento y esplendor seguido de tres años de estancamiento económico y desempleo.

No, esto es más gordo, ni por suerte ni por desgracia, sencillamente es así. Estamos en pleno cambio de modelo, y por desgracia, en la fase disruptiva, es decir, que abandonamos un terreno conocido y nos encontramos en el caos, hasta que todo se vaya ordenando gradualmente. Las reglas de este mundo nuevo todavía no las conocemos por completo pero algo empieza a intuirse.

La transformación en marcha cambia el esquema de fuerzas geoeconómicas. La vieja Europa se hunde, Asia emerge con vigor, América Latina entra en el camino de convertirse en la gran revelación de esta mitad del siglo y Estados Unidos y Japón… ni sienten, ni padecen.

El modelo de estado de bienestar que emerge tras 1945 ha entrado en crisis, no tanto por su aparente “falta de sostenibilidad”, sino por el espectro conservador (y liberal en términos de política económica) que recorre el mundo actualmente, que ha conseguido que ha conseguido convertir los dogmas de fe ideológicos de derechas en premisas de la ciencia económica. Nadie entiende que la economía es una ciencia de juicios de valor, no una ciencia exacta.

El modelo tradicional de mercado de trabajo ha quebrado. No hay más que ver las cifras de desempleo. Todos abogan por el fin del trabajo fijo y por unas nuevas relaciones de producción entre el trabajador y el empresario o empleador. Surge con fuerza la idea de que todo trabajador debe ser emprendedor (que no quiere decir empresario), y temas como la proyección de la marca personal o las competencias del siglo XXI.

Básicamente se trata de quitarle como sea a la gente la idea de que va a tener un trabajo fijo y una serie de servicios sociales, que antaño suministraba el Estado, y que te conferían una cierta seguridad ante la adversidad. Pero todo eso se acabó: las reglas del mundo han cambiado y cada cual se las apañará como pueda.

Y en este escenario, el norteamericano John Moravec y el español Cristobal Cobo definen al nuevo perfil laboral emergente como Knowmad, apocopando los términos conocimiento (knowledge) y nómada (nomad). En palabras de Moravec, hablamos de:
“Una persona creativa, imaginativa, e innovadora, que puede trabajar prácticamente con todo el mundo, en cualquier momento y en cualquier lugar. La sociedad industrial está dando paso a empleos de conocimiento e innovación”.
En fin, es una forma optimista de enfrentar el desastre que estamos viviendo, aunque es cierto que los valores que asocian a esta nueva figura cada vez están más en alza.

Olvidaos de redactar esos currículums abultados como las páginas amarillas que solamente contienen titulillos y supuestas habilidades avaladas por diplomas. La ventaja competitiva del Knowmad está en sus conocimientos, no en sus títulos, y se ocupa de construir su propio futuro. Con cierto tono lapidario, los autores afirman que “en el pasado solicitábamos empleos. Ahora se nos exige que diseñemos nuestro trabajo”.

Los escenarios cambian y de forma rápida: evolución tecnológica acelerada, globalización creciente e imparable, emergencia de la sociedad de la innovación… En la era industrial el trabajador estaba anclado a un lugar físico, en torno a la fábrica, la oficina, el taller, etc; en cambio el trabajador del conocimiento puede trabajar en un sitio concreto, pero también virtualmente en red, o combinando ambos métodos.

Y os preguntaréis, ¿cuáles son las cualidades que debe cumplir un Knowmad? Pues éstas son, a grandes rasgos:
  1. No están en un rango concreto de edad.
  2. Construyen sus conocimientos personales a través de la búsqueda explícita de información y de las experiencias tácitas, y las utilizan para producir nuevas ideas.
  3. Son capaces de aplicar sus ideas y experiencia contextualmente en diversas configuraciones sociales y organizacionales.
  4. Están muy motivados a colaborar, y son muy relacionales, navegando nuevas organizaciones, sociedades y culturas.
  5. Utilizan las nuevas tecnologías a propósito para ayudarles a resolver problemas y trascender las limitaciones geográficas.
  6. Están abiertos a compartir lo que saben e invitan y apoyan el acceso libre al conocimiento, la información y la experiencia de otros.
  7. Pueden desaprender tan rápido como aprenden, adoptando nuevas ideas y prácticas cuando resulta necesario.
  8. Se mueven en redes y organizaciones no jerárquicas.
  9. Desarrollan hábitos mentales y prácticas para aprender continuamente.
  10. No les asusta el fracaso.
 
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