jueves, 27 de agosto de 2015

La recuperación que vino de fuera

El triunfalismo desplegado en los últimos tiempos en torno al supuesto éxito de las políticas de austeridad para salir de la crisis (ese “ves como teníamos razón”) puede no tener una base sólida y no ser más que el fruto de un espejismo.

No son pocos los economistas de renombre que auguran un largo periodo de años de estancamiento, bajo crecimiento, y en el caso de España, cifras de desempleo desorbitadas. Que hallamos entrado en una senda de tímido crecimiento económico es cierto, pero que éste sea sostenible en el tiempo y que vaya reforzándose entra ya en la esfera de la especulación y el vaticinio.

En un reciente artículo (Crecimiento: el porque y el cómo) el ex ministro de Industria y Energía, Joan Majó, explicaba por qué a su juicio no hay que echar al vuelo las campañas en la actual coyuntura económica. Básicamente se trata de que el origen del incipiente crecimiento que estamos experimentando se debe en gran medida a factores externos y no a la política llevada a cabo por el Gobierno de España. De esta forma, el empeoramiento de cualquiera de estas condiciones puede frenar en seco la etapa expansiva.

Cuatro son los elementos externos que están favoreciendo la competitividad de la empresa española:

  • La devaluación del euro respecto al dólar favoreciendo las exportaciones.
  • La caída del precio del petróleo que abarata las importaciones de combustibles.
  • La turbulencia política y violencia existente en diversos países del Mediterráneo que desvían turistas hacia España.
  • Los tipos de interés bajísimos de la zona euro y la abundancia de liquidez que reduce el coste de la deuda y favorece el consumo privado de bienes duraderos.

Pero Majó opina que la alteración de uno o varios de estos factores, sobre los que no tiene control nuestro ejecutivo, sería suficiente para empeorar la situación económica de nuestro país.

Por otro lado, los efectos de las políticas económicas aplicadas tienden a polarizar la sociedad, abriendo más aún la brecha entre ricos y pobres, mediante el aumento de la precarización del trabajo y de la temporalidad, y del desmantelamiento parcial de determinados servicios sociales aumentando la vulnerabilidad de los estratos sociales más desfavorecidos.

Las mejoras en la productividad de las empresas españolas se basan en la reducción de costes fruto de los recortes salariales y no en la inversión en tecnología o en formación. Veremos cómo sigue esta historia.

miércoles, 19 de agosto de 2015

El pensamiento heterodoxo del profesor Ha-Joon Chang: la economía como dogma de fe

La verdad es que tengo bastante olvidado este blog por culpa de mi desmedida afición a las violas da gamba y laúdes y por las distintas colaboraciones que llevo a cabo con Las Dos Castillas, El Diario Fénix y Drugstore Magazine. Todo ello no quiere decir que ya no me interese la economía ni el momento tan fascinante como terrible que está viviendo el mundo, es sólo que no encuentro tiempo para escribir. Pero temas hay a patadas...

El caso es que como ando bastante desconectado del mundillo económico se me había pasado por alto la figura de Ha-Joon Chang, profesor de Cambridge y una de las mentes más lúcidas y consecuentes del pensamiento actual, a juzgar por las declaraciones que realiza en una entrevista que le hicieron a principios de agosto. En este post me gustaría resumir las principales opiniones que vertió que chocan bastante con ese pensamiento único al que nos tiene sometidos la mediocridad intelectual del FMI y de las autoridades europeas.

La economía no es una ciencia. Yo siempre había defendido que la economía no es una ciencia exacta, como las matemáticas, pues está teñida de juicios de valor, pero Ha-Joon Chang va más allá afirmando que es una ilusión pensar que una disciplina basada en valores éticos y posiciones políticas puede generar axiomas científicos.

La principal consecuencia de hacer creer que la economía es una ciencia es que sus postulados adquieren la categoría de dogma, de verdades irrefutables, como que la tierra gira alrededor del sol, impidiendo que pueda haber distintas explicaciones de una misma cosa. Pero Chang nos recuerda que hay hasta nueve escuelas de pensamiento económico, cada una con su particular explicación de la realidad.

La economía ha sido deliberadamente convertida en una disciplina compleja para excluir la participación democrática en la toma de decisiones.  Todo profesional plantea su profesión como mucho más compleja de lo que es para que su trabajo no parezca demasiado fácil (¿alguna vez habéis cambiado el mecanismo de la cisterna del inodoro? Lo puede hacer cualquiera sin necesidad de llamar a un fontanero), y en el caso de la economía se ha conseguido en las últimas décadas que parezca algo tan difícil de entender que es mejor dejar la toma de decisiones en manos de los expertos. Sin embargo son decisiones que afectan directamente a nuestra vida cotidiana y deberíamos como ciudadanos tener el derecho y el deber de participar en el debate.

Las políticas que ha impuesto la denominada troika en Europa para salir de la crisis son buen ejemplo de lo anterior. Las medidas de austeridad se han presentado como la única alternativa posible excluyendo cualquier otra opción o posibilidad de debate.

El origen financiero de la crisis ha sido disfrazado de fiscal. O en otras palabras, el descontrol y las burbujas del sistema financiero mundial son la causa de la crisis, pero se ha conseguido hábilmente que la culpa recaiga sobre el excesivo endeudamiento de los gobiernos nacionales. En el momento en que empieza a caer el crecimiento económico los gobiernos comienzan a aumentar el gasto público con la intención de revitalizar la economía y entonces efectivamente incurren en un fuerte endeudamiento.

Y la solución viene dada por aplicar políticas de austeridad y de recorte del gasto público en vez de realizar una reforma financiera que puede evitar el desencadenamiento de otra crisis similar, algo que  Ha-Joon Chang considera que puede ocurrir en breve a la vista de lo que está ocurriendo en el mercado de valores chino que ha caído un 20% en tan sólo cuatro semanas.

El euro no fue una buena idea. Chang coincide con otros economistas heterodoxos al criticar la moneda única europea en un área compuesta por países con tantas disparidades económicas y en los que no existe una movilidad efectiva de fuerza de trabajo ni una política fiscal común. Cuando han llegado los problemas, tradicionalmente los países de productividad más baja devaluaban su moneda para ganar en competitividad en los mercado internacionales, pero eso es algo que ya no pueden hacer porque la política monetaria está dirigida por el Banco Central Europeo y no por los gobiernos de los Estados miembros. Por tanto, la única solución para mejorar la competitividad se basa en bajar los salarios y recortar el gasto público, lo que profundiza el estancamiento económico.

Por otro lado, el comportamiento de los Estados miembros (el más reciente ejemplo es el de Alemania en relación con el rescate griego) pone en evidencia que no estamos en el proyecto común europeo que soñaron Delors y Monnet, y que parecía florecer durante los años ochenta y noventa, sino en un patio de colegio en el que impera la ley del más fuerte y los prejuicios.

La solución a la crisis griega pasa por la cancelación de la deuda.  Ha-Joon Chang considera que la cancelación de parte de la deuda griega es la única salida. Desde el punto de vista de la responsabilidad, considera que tan culpable es el que se endeuda como el que presta, y que los bancos que compraron deuda griega prestaron irresponsablemente y no están pagando por su error. Desde una perspectiva práctica, no tiene sentido decirle a un país que si no tiene ingresos que recorte gastos. En una economía todos los agentes (administración, empresas, familias...) están interrelacionados de forma que si uno recorta sus gastos está recortando los ingresos de otro, creando una cadena de empobrecimiento.

Con las medidas de austeridad la crisis va para largo. Chang vaticina que la situación de estancamiento y crecimiento débil continuará los próximos años hasta que surjan voces críticas que demanden un cambio en las medidas de política económica. No considera los “logros” que nos  están vendiendo como una salida de la crisis. En sus palabras:

“En los últimos siete años, la economía estadounidense, en términos per capita, ha crecido a un ritmo de 0,4% anual, cuando las llamadas dos décadas perdidas de Japón, la renta per capita subió a un ritmo del 1%. ¿Qué tipo de recuperación es esa? Al final de 2014, en la mitad de los países de la OCDE no se había alcanzado la renta per capita de 2007”.
 
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