martes, 27 de marzo de 2018

Una nueva víctima de la conducción autónoma

El pasado 18 de marzo un Volvo XC90 SUV autónomo de Uber atropelló a una peatona en la localidad de Tempe, Arizona, causándole la muerte. Las primeras noticias que llegaron sobre el suceso eran confusas. Se apuntaba a que la ciclista había saltado inesperadamente delante del coche y que este no hubiera podido frenar, aunque hubiera estado pilotado por un humano. También se especulaba con que los sistemas automáticos de detección de obstáculos no habían funcionado correctamente. Finalmente, el conductor aparecía como culpable pues, a pesar de que el automóvil circulaba en el modo de conducción autónoma, debería de haber estado atento a la carretera y tomar el control a avistar el peligro.

Unos días después del accidente, la policía de Tempe ha publicado el vídeo del accidente grabado por la cámara exterior del vehículo. En él se aprecia que la víctima, Elaine Herzberg, cruza con su bicicleta por una zona muy mal iluminada donde no hay paso de peatones. Aunque la investigación sigue en marcha, desde el departamento de policía de Tempe se afirma que la colisión era prácticamente inevitable, a la luz de lo que muestra el vídeo, para cualquier tipo de conductor, ya fuera humano o artificial.

No obstante, también se apunta que la cámara interna muestra a la conductora del vehículo, Rafaela Vasquez, con la vista en la consola baja sin mirar a la carretera hasta el momento fatal de la colisión. Como conductora de seguridad, su deber era estar pendiente por si cualquier situación peligrosa le obligaba a retomar el control humano del automóvil. El fallo mecánico también está siendo considerado, pues parece ser que el sistema LIDAR del Volvo debería haber detectado a Elaine Herzberg con anticipación y activado los frenos. Se trata de un dispositivo compuesto por 64 láseres que realiza un escaneo continuo del entorno del vehículo que identifica objetos con una precisión de dos centímetros.

La empresa Uber ha manifestado públicamente su consternación y ha anunciado que paraliza temporalmente todas las pruebas que está llevando a cabo con coches autónomos. Este siniestro es el segundo más importante después de que en mayo de 2016 el modelo Tesla S en el que viajaba Joshua Brown en modo de conducción Autopilot se estrellara contra un camión articulado en una carretera de Florida.

No hay duda que después de este accidente se levantarán muchas voces en contra de la conducción autónoma. Sin embargo, gradual autonomía de los vehículos probablemente tenga una consecuencia directa inmediata: la caída drástica de la siniestralidad en las carreteras. Las estadísticas sitúan el factor humano como la causa principal en más del 90% de los accidentes. La conducción será por tanto más segura y con menos riesgos.

Elon Musk, el presidente de Tesla Motors, se defiende del escepticismo sobre la seguridad de los coches autónomos. Sobre el Tesla accidentado en 2016 con consecuencias fatales para su conductor, acude a las estadísticas y afirma que fue la primera fatalidad en 130 millones de millas realizadas por vehículos autónomos en Estados Unidos, mientras que los automóviles con conductor humano sufren de media un siniestro cada 94 millones de millas.

¿Tiene futuro la conducción autónoma? El tiempo dirá si máquinas y humanos conseguimos repartirnos de forma óptima las tareas en la carretera.

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