lunes, 19 de septiembre de 2022

La pyme y la cultura digital

 


La introducción de tecnología en la operativa y los procesos de las pymes puede ayudarlas a enfrentar los retos impuestos por su pequeño tamaño, y a mejorar su estrategia de negocio y su resiliencia ante un entorno incierto y cambiante. La digitalización contribuye a la reducción de costes de la empresa optimizando los procesos existentes, pues permite medirlos y controlarlos con precisión. Además, proporciona nuevos canales para conocer mejor los mercados en los que se mueve la compañía –CRM, redes sociales-, y para llegar a nuevos clientes potenciales, a través del comercio electrónico y la posibilidad de vender a través de plataformas y marketplaces. El big data y la analítica se han convertido en herramientas fundamentales de apoyo a la toma de decisiones, pues proporcionan una información relevante para conocer en tiempo real tanto factores internos de la empresa, como del entorno en el que se desenvuelve. Esto es especialmente importante para poder conocer los cambios en la demanda, la aparición de nuevas preferencias y necesidades de los consumidores, y poder actuar en consecuencia con la flexibilidad requerida.

La cultura digital permite que la organización utilizar el conocimiento derivado de la gestión de los datos para tomar decisiones, y para funcionar con un enfoque centrado en el cliente, y, a la vez, establece un marco de colaboración entre todas las áreas, y fomenta el espíritu de innovación permanente. Todo ello debe redundar en la creación de valor para todos los actores implicados y grupos de interés.

En este sentido, el Foro Económico Mundial hace reposar la cultura digital sobre cuatro pilares: la colaboración dentro del ecosistema de la organización para el desarrollo conjunto de soluciones innovadoras; el dato como timón que guía las actuaciones; el enfoque centrado en la experiencia de cliente; y, finalmente, la innovación, concebida como la mejora continua de productos y procesos, probando cosas nuevas y asumiendo riesgos.

La cultura digital implica flexibilidad y el tener una plantilla capaz de asumir nuevos retos, de forma que la organización no se quede atrás. La tecnología ayuda a adaptarse a entornos en rápido cambio como los actuales, aportando la posibilidad de que los equipos trabajen en remoto, de manera que se generen redes colaborativas deslocalizadas. Por otra parte, permite desarrollar productos y servicios innovadores que satisfagan las necesidades del cliente, y crear modelos de negocio y nuevos canales de distribución.

La digitalización del tejido productivo es algo muy presente en las políticas públicas. El plan España Digital 2025 incluye hasta cincuenta medidas, entre las que se encuentra el acelerar la digitalización de las empresas, con especial atención a las micropymes y a las startups. En concreto, se ha fijado como objetivo que al menos el 25% del volumen de negocio de las pymes provenga en 2025 del comercio electrónico. De esta forma, se pretende vertebrar las acciones lideradas por el Estado con el fin de movilizar la inversión pública y privada, y maximizar el avance en la digitalización de las empresas y reducir las brechas de género existentes, buscando alinear prioridades, asegurar economías de escala, sinergias y el desarrollo de programas, infraestructuras y capacidades comunes para contribuir y acelerar las distintas iniciativas.

Esta acción pretende llegar con ayudas a al menos 1 350 000 pymes, cifra que podría subir hasta las 1 500 000 en función de las intensidades de ayudas establecidas. Entre las compañías objetivo, cabe destacar la apuesta por la digitalización de microempresas y autónomos mediante el Programa Digital Toolkit, con un impacto esperado entre 1 200 000 y 1 350 000 microempresas y autónomos.

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