miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cuando la globalización amplía la desigualdad en naciones emergentes


A pesar de que desde el siglo XVIII los defensores del libre comercio abogan por sus bondades a la hora de garantizar el crecimiento y el bienestar de todos los países implicados, nuestra joven globalización, en términos de décadas, parece demostrar lo contrario, por lo menos en lo relativo a la distribución de la renta interna de los países en desarrollo.

Básicamente, las teorías de la economía clásica que se refieren al comercio internacional postulan que cada país se especializará en la exportación de bienes o servicios en los que sea más competitivo (los que pueda producir con un coste relativo menor) que el resto de naciones. En el caso de un país en vías de desarrollo, se espera que la demanda internacional de sus exportaciones debería aumentar internamente la necesidad de mano de obra de baja cualificación y en consecuencia provocar un aumento de los salarios.

Pero el esquema actual de comercio internacional no parece cumplir estas expectativas, como expone el artículo de The Economist Revisiting Ricardo. Según los datos que maneja el autor, aunque la distribución de la renta entre países ricos y pobres se ha equilibrado entre 1988 y 2008, por regla general la distribución interna de la riqueza ha ampliado la brecha entre los ricos y los pobres en esas naciones.

El modelo clásico ha fallado y los economistas se apresuran a estudiar por qué. El profesor de Harvard y premio Nobel Eric Maskin ha analizado este fenómeno y ofrece una posible explicación, que se basa en las relaciones internacionales entre trabajadores cualificados y no cualificados de países pobres y ricos.

Su tesis parte de la premisa de que los trabajadores sin cualificación pueden ser más productivos cuando se combinan con trabajadores cualificados. El modelo divide la fuerza de trabajo en cuatro grupos:

A.    Trabajadores cualificados de países desarrollados.
B.    Trabajadores poco cualificados de países desarrollados.
C.    Trabajadores cualificados de países en desarrollo.
D.    Trabajadores poco cualificados de países en desarrollo.

Maskin defiende que antes de la era de la globalización, antes de 1980, los trabajadores de los países en desarrollo (grupos C y D) trabajaban juntos, y según su postulado esta relación impulsaba la productividad de los menos cualificados.  Por su parte, los cualificados no tenían relación con el mundo desarrollado y sus salarios crecían poco o nada, pero en cambio los menos cualificados, al ser más productivos, veían sus ingresos crecer, disminuyendo la brecha de rentas entre ambos colectivos.

Con el advenimiento de la globalización, la revolución de los transportes y las comunicaciones y el impulso consecuente al comercio internacional, los trabajadores cualificados de los países en desarrollo (C) comienzan a relacionarse con los trabajadores poco cualificados de los países desarrollados, debido al offshoring o deslocalización industrial, que lleva las plantas productivas y distintas líneas de negocio de Europa y EE.UU. a lugares de Asia, África o Latinoamérica.

De acuerdo con Eric Maskin, cuando esta producción de bienes intermedios o esta prestación de servicios (por ejemplo, call-centers) se llevaba a cabo en las metrópolis,  eran desempeñadas por trabajadores poco cualificados (B); sin embargo, cuando se llevan al mundo en desarrollo, los mismos puestos son ocupados por empleados con un alto nivel de formación (C).

De esta forma, los poco cualificados del mundo desarrollado (B) empiezan a trabajar con los muy cualificados de los países emergentes (C), y los poco cualificados de estos países (D) quedan de lado. Por añadidura, está demostrado que la demanda que realizan las empresas multinacionales establecidas en países en desarrollo de mano de obra cualificada (C), eleva significativamente los salarios de éstos, ampliando la brecha de renta existente con los no cualificados (D).

El artículo aporta dos datos al respecto: las empresas exportadoras en México pagan a la mano de obra formada hasta un 60% más que las locales; en Indonesia, las multinacionales establecidas allí pueden pagar hasta un 70% más a los trabajadores cualificados que las compañías del país.

En consecuencia, la globalización y la mejora de las condiciones salariales de la mano de obra cualificada contratada por empresas extranjeras, amplía la brecha de riqueza con la masa de trabajadores sin cualificación en los países emergentes.

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