sábado, 8 de septiembre de 2012

LOCALNOMICS: el patio de mi casa es particular

La globalización parecía un camino sin retorno. Desde hace décadas se nos ha intentado convencer de que la eliminación de las fronteras y la deslocalización de las cadenas de valor de las empresas eran tendencias irreversibles e imparables. Parecía lógico pensar que cualquier gran compañía de EE.UU. o Europa enviaría sus unidades de producción a países como China e India aprovechando la ventaja de unos costes laborales irrisorios comparados con los de casa. El terreno de la competición era el mundo en su totalidad y los contrincantes se multiplicaban en la medida en que las naciones emergentes se convertían en plataformas de exportación de bienes y servicios muy competitivos en costes.

Todo parece indicar que ese determinismo globalizador que orientaba nuestra evolución quizá era ilusorio y que el mundo vuelve reposar en gran media sobre lo local, el patio de casa, del que a lo mejor no llegamos a salir nunca del todo. Es lo que se conoce por localnomics. Por lo menos esto postulaba este verano Rana Foroohar en un artículo de la revista TIME, que llevaba el curioso título “Go Glocal”. Aunque el análisis se realiza desde la perspectiva de la economía los Estados Unidos entiendo que puede aportar reflexiones aplicables a nosotros, los pobres europeos.

Las crisis mundiales tradicionalmente has supuesto un retorno al proteccionismo y a la desconfianza mutua entre naciones, en algunos casos con desenlaces trágicos como las guerras mundiales (eso sí lo consiguió la globalización en el siglo XX, el que las guerras tuviesen lugar a escala planetaria). La que nos azota no es una excepción, pues a la vista está el grado de deterioro y fragmentación de las relaciones entre países, con especial incidencia en la Unión Europea, antaño un feliz grupo de compañeros de viaje. Foroohar pone varios ejemplos de la vuelta al proteccionismo, como la renacionalización de YPF en Argentina, la aplicación de controles a la circulación de capital en diversos países, la subida de aranceles en economías como la china, la turca, la japonesa o la estadounidense... En sus palabras:

“Esto supone centrarse más en los ecosistemas económicos regionales y en impulsar la creación de empleo en casa en lugar de depender de los mercados globales para salir adelante”.

El artículo identifica cinco grandes reglas que regirán la localnomics (juego de palabras que conjuga los términos economía y local) por oposición a la globalización descontrolada.

1. Los banqueros locales lo saben mejor. Después de estallar la gran crisis, el sector financiero mundial no va a quedar igual que antes. La experiencia obliga a autoridades de ambos lados del Atlántico a controlar más de cerca los movimientos y operaciones financieras que antaño fluían con entera libertad, y que han desembocado en el desastre económico en el que nos vemos sumergidos. Al contrario de los que ocurre en Europa en donde se tiende a la fusión bancaria en macroentidades transnacionales, Rana Foroohar piensa que en EE.UU. la reforma del sector puede derivarse en la fragmentación de los grandes bancos en otros más pequeños. Al estar más cerca del terreno y más alejados de las finanzas globales, estas entidades conocerán mejor a sus clientes locales, mitigarán por tanto el riesgo, y se dedicarán a inyectar financiación a la pequeña y mediana empresa regional.

2. Las manufacturas importan. A medida que la economía financiera entra en declive, cobra más relevancia como pilar del crecimiento la producción de bienes, es decir, la industria. De hecho, se está empezando a hablar de una nueva revolución industrial dado que el sector productivo se convierte progresivamente en la locomotora de la economía.

3. Trabajadores altamente tecnológicos en las cadenas de producción. Con cierta sorna, el autor afirma que  la forma de competir en coste con los productos procedentes de China es introducir mano de obra todavía más barata: robots. Sobre este particular expone el ejemplo de la fábrica de Illinois de la empresa Caterpillar, que vende vehículos para la construcción, en donde los trabajos poco cualificados y rutinarios de la cadena de producción son realizados por autómatas que son manejados por trabajadores humanos con cualificación tecnológica. La plantilla no se ha reducido por culpa de las máquinas, pero ha aumentado sustancialmente su grado de cualificación. Boston Consulting Group estima que en cinco años volverán a EE.UU. del orden de tres millones de empleos industriales, que en su día partieron hacia naciones emergentes. Sin embargo, esta demanda será de trabajadores muy cualificados especialmente en aspectos relacionados con las TIC.

4. Lo cercano es más rápido y lo rápido es bueno. Aparte de la repatriación a Estados Unidos de eslabones de la cadena de valor de las empresas, éstas están descubriendo el valor de situarse cerca de sus mercados locales en el país. La proximidad a sus clientes establece la posibilidad de conocerles mejor y atender mejor sus necesidades, además de poder garantizar el suministro just-in-time. La tendencia de llevar las líneas de producción allá donde resulte más barato ya no es generalizada. Han surgido muchos inconvenientes a la práctica de producir fuera: la subida de los costes de la energía y por ende del transporte, la inseguridad política en algunas naciones, las catástrofes naturales... En fin, que no todo son ventajas.

5. Los líderes locales deben defender sus intereses. Cuando China, el gran paradigma de la nueva economía, demuestra ser un mercado muy cerrado al producto exterior y en el que el gobierno favorece abiertamente a la empresa local frente a la extranjera, nos damos cuenta de la gran estafa que es esto de la globalización. Si a eso le sumamos que su competitividad en costes reposa sobre mano de obra semiesclava, entonces es mejor que hablemos de otra cosa. El autor del artículo invita a las ciudades de EE.UU. a que se conviertan en las defensoras e impulsoras de su propio desarrollo, estableciendo el clima y los incentivos adecuados para atraer la inversión productiva y el empleo.

En la filosofía localnomics la batalla económica y comercial se libra desde el término municipal, ya no desde los estados.

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