lunes, 22 de julio de 2024

Las redes sociales como medios de comunicación

 


Que los medios de comunicación tradicionales sufrieron un impacto bajo la línea de flotación con la llegada de internet no es ninguna novedad. Los últimos treinta años han supuesto una lucha continua por sobrevivir en un entorno cambiante a pasos agigantados, intentando a la vez encontrar modelos de negocio viables que puedan garantizar a los agentes del sector un volumen de ingresos que les permita además mantener la independencia como oferentes de información en la economía digital. Uno de los principales rasgos de la transformación en marcha es la aparición en el mercado mediático de nuevos competidores procedentes de otros sectores, generalmente de carácter tecnológico, que intentan concentrar la oferta de noticias, de tráfico y de publicidad. Se trata de grandes plataformas tecnológicas, como las redes sociales (Meta, X), los motores de búsqueda (Google) o los servicios de vídeo (YouTube, TikTok), que ya desde hace tiempo se han convertido en las principales fuentes que utilizan los ciudadanos para informarse de lo que ocurre. 

 

El último informe de Reuters Institute, Digital News Report 2024, confirma que esta tendencia que ahonda la crisis del periodismo independiente sigue avanzando con fuerza, y alerta de que, dado que estas plataformas no tienen ningún compromiso ni obligación hacia la verdad y la transparencia informativa y que sólo persiguen maximizar su volumen de usuarios, su comportamiento provoca cambios que suponen una amenaza, tanto para la industria de la información, como a la larga para las sociedades democráticas. A todo ello se suma el agravante de que los avances en la inteligencia artificial pueden llevar a que la red se llene de robots capaces de redirigir el tráfico desde las webs especializadas de noticias a las plataformas. 

 

El informe de Reuters presenta datos por países, y podemos comprobar las cifras de este cambio en España. Así, el porcentaje de población que se informa a través de la televisión ha bajado desde el 72% en 2013 hasta un escaso 56% este año, mientras que los lectores de prensa escrita han caído en el mismo periodo del 61% al 23%. Por el contrario, aquellos que reciben las noticias a través de medios sociales han crecido en porcentaje del 28% en 2013 al 48% en 2024. 

 

Lo que resulta especialmente preocupante en el caso de nuestro país es el dato de que estamos a la cabeza, entre todos los países analizados, en la pérdida de interés por las noticias. En concreto, en 2015 un 85% de la población española se declaraba extremadamente interesada o muy interesada por las noticias, mientras que nueve años después solamente el 52% de la misma contesta afirmativamente. Esta caída de 33 puntos porcentuales tiene su opuesto en países como Finlandia, donde el interés incluso ha crecido un punto porcentual entre los años contemplados, situándose en el 65% de la población. 

 

Globalmente, queda claro la hegemonía de las plataformas digitales en el campo de la información, pero el informe avisa que las relaciones de poder entre ellas están variando sensiblemente. Una de las consecuencias es que el consumo de noticias se está fragmentando a través de las distintas redes sociales, y si hace una década solamente había dos utilizadas para informarse por el 10% o más de los encuestados, hoy hay hasta seis que alcanzan ese porcentaje. YouTube es usado como medio de información por el 31% de la muestra, mientras WhatsApp por un 21% y TikTok por el 13%, superando por primera vez a X, el Twitter de antaño.  

 

El informe de Reuters ha detectado que estamos ante un nuevo cambio tecnológico, esta vez relacionado con la inteligencia artificial, que puede alterar de nuevo el ya convulso mercado de la información.  

viernes, 5 de julio de 2024

El algoritmo mató a la estrella de Google

 



El internet que nos vendieron a principios de este siglo como un medio innovador de comunicación, que iba a acabar con el poder de las grandes empresas y a depositar todo el poder de decisión en el consumidor, parece que al final no va a llegar. Más bien al contrario, una nueva generación de compañías tecnológicas ha asumido las riendas del mercado, ostentando más poder sobre nosotros del que jamás tuvieron las grandes corporaciones tradicionales con los medios publicitarios de toda la vida.


Ya pudimos ver cómo los escándalos en los que se vio envuelta Facebook -hoy Meta- en la década de 2010 por el uso fraudulento de los datos de sus usuarios por la empresa Cambridge Analytica para condicionar la opinión pública nos dieron la verdadera dimensión de la capacidad que tienen para influir sobre nuestras vidas los gigantes de Silicon Valley. Y, hoy en día, cada vez se hace más patente que los algoritmos de inteligencia artificial son los que guían en gran medida muchas de las decisiones que tomamos en la web.


Una de las consecuencias de esta “economía algorítmica” es que los buscadores web están dejando de cumplir su función, lo que el columnista John Herrman ha descrito muy gráficamente con la frase: “las recomendaciones de productos han roto Google y han devorado internet en el proceso”. Básicamente, la idea es que las búsquedas que actualmente llevamos a cabo con este tipo de herramientas arrojan como resultado un montón de enlaces basura que no nos permiten encontrar la información fiable de calidad. Se trata sobre todo de material publicitario, como falsas reseñas de productos, pretendidos artículos que en realidad son anuncios, guías para el consumidor que no son más que publirreportajes encubiertos, las opiniones de mercachifles haciéndose pasar por expertos y, en general, todo tipo de engaños creados con inteligencia artificial generativa.


Los algoritmos de búsqueda ya no funcionan como es debido para encontrar resultados porque hay mucho dinero en juego para conseguir que el usuario haga scroll a través de páginas y páginas de enlaces de desecho. Se nos ha engañado diciéndonos que los algoritmos trabajan para hacernos la vida más fácil, facilitándonos el acceso a los contenidos que más se ajustan a nuestros gustos y necesidades, pero es mentira: su verdadero propósito es controlarnos en beneficio de las empresas que pretenden dirigir todos los aspectos de nuestras vidas, y no sólo los relativos al ocio y al consumo, sino también otros más críticos como la opinión que nos formamos del mundo o nuestra intención al voto en los procesos electorales, como demostró el papel que jugó Cambridge Analytica en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016.

La publicidad dirigida en redes reforzada por la inteligencia artificial se ha extendido a todo tipo de plataformas y medios. Incluso en webs comerciales, como puede ser Amazon, o de ocio, como Spotify, los expertos destacan que las recomendaciones de productos basadas en el análisis de nuestras preferencias cada vez se alejan más de las mismas, y parecen guiadas por otros criterios, a juzgar por los resultados a menudo pintorescos que ofrece. Internet, antaño un espacio en donde la filantropía tenía un puesto relevante, se ha ido convirtiendo en un mercadillo repleto de vendedores de humo que compiten por ver quién grita más alto.


 
Google Analytics Alternative