domingo, 8 de mayo de 2011

Bin Laden, Barabási y la topología de las redes


Un libro interesante: “Linked” de Albert-László Barabási (Plume, 2003) que lleva como subtítulo “cómo todo está conectado a todo y qué significa para los negocios, la ciencia y la vida cotidiana”. Barabási, profesor de física en la Universidad de Notre Dame (y oriundo de Transilvania, como aquel conde de la novela), se ha especializado en un campo de la ciencia bastante nuevo y poco estudiado: la topología de las redes, es decir, su estructura, funcionamiento y el comportamiento conjunto de los distintos elementos que las integran. No es un trabajo sobre telecomunicaciones exclusivamente; el autor habla de las redes en general, de sistemas basados en un número de componentes interrelacionados, como pueden ser un grupo de amigos, los miembros de un grupo activista, una célula terrorista o las neuronas del cerebro, por poner varios ejemplos. Ignoro si existe una edición en castellano pero es una obra bastante fácil de leer y que merece la pena.

Todos sabemos que el origen de Internet se sitúa en la Guerra Fría y en la necesidad de los EE.UU. de erigir una red de comunicaciones descentralizada que, en caso de ataque nuclear soviético que destruyese importantes centros del país, los nodos supervivientes pudiesen mantener el sistema funcionando y la comunicación activa. Como ARPANET bautizaron al abuelo de Internet, que se puso en marcha a finales de los 60. Sobre esas premisas, creíamos que la red de redes es realmente un conjunto de innumerables nodos repartidos por todo el mundo sin una jerarquía, es decir, con un sistema de relaciones entre ellos que establece que cada nodo es igual de importante que los demás, y que si se cae una parte de Internet, el conjunto seguiría funcionando gracias a su aparente descentralización y homogeneidad. Pero Barabási ha demostrado que esto no es cierto. Su equipo de investigación, mediante un rastreo de web a través de un robot, demostró que la arquitectura de la World Wide Web está dominada por unos pocos (en proporción) nodos importantes (hubs, como los llama él), que concentran la mayoría de los enlaces. Los hay muy conocidos como Yahoo o Amazon; navegues donde navegues siempre encuentras enlaces hacia ellos y otros sitios parecidos, que conviven en la red con millones de nodos que reciben muy pocos enlaces. Esta idea choca contra la idea “igualitaria” del ciberespacio, en palabras del autor: “The hubs are the strongest argument against the utopian vision of an egalitarian cyberspace. Yes, we all have the right to put anything we wish on the Web. But will anybody notice?” Así que no sufráis si no visita vuestro blog ni la Santísima Trinidad porque solamente los conectores importantes reciben tráfico masivo.

En la edición 2003 del libro, Barabási incluye un ejemplo de red de rabiosa actualidad, el funcionamiento de Al Qaeda, que nos puede ayudar a entender por qué tras la muerte de Bin Laden el mundo sigue sin ser un lugar seguro. Según cuenta el autor, tras los atentados del 11 de septiembre el experto en comunicaciones corporativas Vladis Krebs analizó las relaciones entre los implicados en la masacre. Realizó un mapa con los 19 terroristas que viajaban a bordo de los cuatro aviones y de las 15 personas a las que las autoridades asociaron con ellos. Estudiando las relaciones entre todos esos elementos desde la perspectiva de la teoría de las redes, llegó a la conclusión de que Mohamed Atta, el cerebro del ataque, aun siendo el nodo más conectado con el resto, solamente tenía contacto con 16 de los 34 individuos implicados; el segundo nodo más conectado, Marwan Al-Shehhi, solamente tenía conexión con 14 nodos de la red. Y así en descenso hasta los nodos más pobremente conectados. La eliminación de un nodo importante, como Atta, no destruye la célula porque el resto de los nodos mantienen la red unida. Y concluye Barabási, en una frase casi profética: “Al Qaeda está tan desperdigada y es tan autosostenida que incluso la eliminación de Osama bin Laden y de sus más cercanos lugartenientes puede que no erradique la amenaza que ha creado. Es una telaraña sin una araña real”.

La nueva guerra contra los “ejércitos irregulares”, como se denomina a veces a estas organizaciones terroristas, se puede ganar eliminando sus principales nodos, para alcanzar el punto crítico de fragmentación de la red que la destruya, o estrangulando sus recursos de forma que se produzcan fallos en cadena que invaliden el sistema. Por desgracia en nuestro país tenemos bastante experiencia en este campo, en la lucha contra el terrorismo de ETA. Las formulas del profesor Barabási las aplicamos con rigor, encarcelar a los nodos más sobresalientes de la organización y estrangular sus recursos tanto financieros como materiales, y aun así todavía no podemos afirmar que hayamos acabado con esa lacra. A lo mejor el fallo de la teoría de Barabási en este caso ha sido no considerar la importancia de los infinitos “nodos marginales”, es decir, de todas aquellas personas que, bien activamente implicándose en la causa, bien pasivamente no condenando la violencia, dan su apoyo a los que siembran el terror con sus actos, fortaleciendo una red con una capilaridad en las sociedades imposible de extirpar. Esa es la verdadera fuerza de las redes terroristas.


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