El martes pasado asistí a la conferencia que dio Amar Bhidé en el Círculo de Bellas Artes sobre financiación e innovación. Bhidé es profesor universitario en los Estados Unidos y autor de publicaciones, entre las que destacan por recientes “A Call for Judgment: Sensible Finance for a Dynamic Economy” (2010) y “The Venturesome Economy: How Innovation Sustains Prosperity in a More Connected World” (2008). De hecho, él mismo indicó que su presentación estaba basada en los contenidos y reflexiones contenidos en estos dos volúmenes. No voy a resumir la ponencia porque se puede ver en vídeo completa desde la mediateca de Fundación Telefónica, pero me gustaría comentar algunas ideas interesantes que expuso.
Su tesis principal versa sobre la necesidad de descentralizar la toma de decisiones y la evaluación crediticia. La prosperidad reposa sobre innumerables individuos y negocios que ponen en juego su imaginación y capacidad de juicio, y que asumen la responsabilidad de los resultados. La economía no se basa solamente en los precios, sino en el diálogo y las relaciones entre los agentes que la componen. Sin embargo, en las últimas décadas las finanzas se han convertido en algo centralizado, distante y mecánico. En lugar de permitir que los agentes financieros tomen decisiones de crédito en base a los prestatarios que conocen (en base a su experiencia en el sector), los juicios financieros se concentran en unos pocos “magos” de Wall Street y agencias de crédito, dando lugar a un sistema robotizado que choca con el dinamismo de la economía real y deriva en el colapso recurrente.
Se podría tachar a Bhidé de conservador cuando critica las finanzas contemporáneas, que a su juicio han parido productos tóxicos, al sustituir las relaciones financieras por transacciones anónimas, en un marco caracterizado por una legislación bancaria excesivamente laxa. Pero prueba de que no le falta razón es la situación de profunda crisis en la que nos hallamos inmersos gracias a la irresponsabilidad de unos pocos.
La solución que ofrece Amar Bhidé es simple y en lógica con lo anterior: descentralizar las decisiones financieras, restaurar la acción crediticia basada en las relaciones y en el examen individual de cada caso, y finalmente, obligar a los bancos y a las entidades de depósito a que se dediquen exclusivamente a los préstamos básicos, sin entrar en experimentos ni en productos de riesgo. Desde el público se le criticó esto último defendiendo formas de financiación de la innovación recientes que pueden parecer “peligrosas” a la luz de sus tesis, pero que están resultando muy útiles para las start-ups tecnológicas. La respuesta de Bhidé fue que los bancos son el corazón del sistema financiero y que no deben correr riesgos innecesarios; ahora bien, siempre queda un campo abierto para que otros agentes distintos sí lo hagan. Y puso el siguiente ejemplo automovilístico: nadie prohíbe vender coches que alcanzan grandes velocidades, pero si los compras, sabes que solamente puedes correr en circuitos especializados, nunca en carreteras convencionales.
En suma, Amar Bhidé nos aportó otra pieza para componer el puzzle que explique cómo hemos llegado a la situación de desastre generalizado económico en el que estamos ahora mismo.
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