lunes, 30 de septiembre de 2024

Por qué debe haber más mujeres en las profesiones digitales



Mi artículo anterior, La brecha digital de género en las profesiones digitales, planteaba que, si bien no existen en nuestro país diferencias destacables en el uso de la tecnología digital entre hombres y mujeres ni en las habilidades para utilizarlas, sí que existe una notable ausencia femenina en las profesiones científicas y tecnológicas (exceptuando en campos como la biología o las ciencias de la salud). Analizar la falta de vocaciones STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) entre las niñas y jóvenes sería otro objeto de  estudio, pero lo cierto es que la desproporción de género en el empleo relacionado con la tecnología digital conlleva una serie de costes económicos y sociales que hay que tener en cuenta.


La asociación ClosinGap dedica buena parte de su actividad a analizar a través de su colección de informes las brechas de género  existentes actualmente en España, y en uno de ellos, Coste de oportunidad de la brecha de género digital, ha llevado a cabo el ejercicio de calcular el coste de oportunidad que implican las brechas digitales de género en términos económicos y de bienestar individual. El trabajo divide estos costes en tres categorías: el ámbito personal, para la economía y la sociedad, y para las cuentas públicas.


Empezando por aquellos costes de oportunidad relacionados con el ámbito personal y familiar, ClosinGap destaca que para la mujer la brecha implica no poder acceder a puestos de trabajo tecnológicamente más intensivos y mejor remunerados y, en cambio, verse obligada a desempeñar ocupaciones tradicionales más expuestas a resultar automatizadas a causa de la transformación digital. A ello hay que sumarle que las mujeres encuentran una mayor dificultad para reciclarse o formarse en nuevas competencias profesionales por tener en general mayores responsabilidades de conciliación.


Los costes de oportunidad socioeconómicos de la ausencia de mujeres en las profesiones digitales se basan en que ellas se enfrentan a la precarización del mercado laboral no digital en un futuro abiertamente tecnológico. Adicionalmente, la ausencia femenina tendrá un impacto en el diseño del mundo del futuro, eminentemente androcentrista si no garantiza suficiente diversidad de género. 


Por último, desde la perspectiva de los presupuestos públicos, el informe avisa de que la exclusión de la mujer de la economía digital supone una merma de los potenciales ingresos fiscales del trabajo, y un despilfarro ligado al desaprovechamiento de la inversión en la formación recibida, al renunciar las mujeres a postular a trabajos de intensidad digital.


La edición de 2022 del estudio de ClosinGap se aventuró a cuantificar el valor de la brecha digital de género. De esta manera, las brechas entre mujeres y hombres en España suponen un coste de oportunidad (el valor económico al que se renuncia por una determinada actuación o gasto) para la sociedad de 213. 299 millones de euros, cifra que sería el equivalente al 19 % del PIB de 2020.


lunes, 23 de septiembre de 2024

La brecha digital de género en las profesiones digitales


 El término brecha digital hace referencia a la situación de un colectivo social que no puede beneficiarse de las oportunidades que ofrece la tecnología, bien por no tener acceso a ella, bien por no tener las destrezas o conocimientos necesarios para hacer uso de los servicios o dispositivos, y, en consecuencia padece algún grado de exclusión. En el caso de la brecha digital de género estamos hablando de la diferencia que existe entre los hombres y las mujeres en relación con las oportunidades de acceso a los recursos digitales, su uso y la capacidad para adquirir las habilidades necesarias para el trabajo y la vida cotidiana en sociedades que hacen uso intensivo de la información y el conocimiento. 

La Comisión Europea lleva varios años publicando el informe Women in Digital Scoreboard con el fin de evaluar el grado de inclusión de las mujeres europeas en la sociedad digital. Se trata de un trabajo que establece un ranking de los distintos Estados miembro, comparando las distintas situaciones nacionales con la media comunitaria. En concreto, se basa en un panel de indicadores -procedentes del Índice de la economía y la sociedad digitales (Digital Economy and Society Index)- que establece el grado en que las niñas y las mujeres están incluidas en los trabajos digitales, las carreras y el emprendimiento. Los datos de los distintos países se agrupan en tres dimensiones: el uso de internet, las habilidades digitales y el empleo en sectores tecnológicos. 

 

En términos globales, en España la brecha digital de género es menor que la media de Europa; en el informe relativo a 2024, nuestro país ocupa la séptima posición y una puntuación de 64 sobre 100, siendo el valor medio de los Estados miembros de 54,8. En dos de las dimensiones citadas -el uso de internet y las habilidades digitales- se puede decir mirando estos datos que no existen diferencias destacables entre los españoles y las españolas. 

 

En los seis indicadores que construyen en epígrafe sobre el uso de internet, hombres y mujeres muestran prácticamente los mismos porcentajes, siendo las principales excepciones la formación online (un 31% de mujeres la realizan frente al 25% de hombres) y el uso de banca la electrónica (76% de hombres frente a 73% de mujeres). Tampoco existen notables diferencias en el ámbito de las habilidades digitales, aunque la proporción de hombres con habilidades por encima de las básicas supera por tres puntos porcentuales a la de mujeres (40% frente a 37%). 

 

La verdadera brecha de género aparece en el terreno de la formación y el empleo en profesiones tecnológicas, donde los cuatro indicadores que miden esta dimensión ofrecen una visión desoladora de la participación de las españolas. Así, solamente 13 mujeres por cada 1.000 se gradúan en carreras científicas y tecnológicas (STEM: Science, Technology, Engineering and Mathematics) frente al 33 hombres, y el porcentaje de graduadas en disciplinas relacionadas con las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) es de 0,6%, mientras que en los hombres es de 4,2%. De la misma manera, la tasa de especialistas TIC es del 1,7% entre las españolas y del 6,6% entre los españoles. Finalmente, dentro del sector tecnológico se ha detectado una brecha salarial del 7% entre trabajadores y trabajadoras. 

 

A la vista de estos datos, urge promover la incorporación de la mujer al sector de la tecnología digital, y, para ello, resulta imprescindible desarrollar programas de políticas y medidas concretas que adapten esta meta a las distintas etapas del curso de la vida. En las edades más tempranas, hay que centrar las acciones en la promoción del interés por las tecnologías desde la niñez, así como en apoyar la elección de estudios tecnológicos por parte de las jóvenes. 

 

 

lunes, 22 de julio de 2024

Las redes sociales como medios de comunicación

 


Que los medios de comunicación tradicionales sufrieron un impacto bajo la línea de flotación con la llegada de internet no es ninguna novedad. Los últimos treinta años han supuesto una lucha continua por sobrevivir en un entorno cambiante a pasos agigantados, intentando a la vez encontrar modelos de negocio viables que puedan garantizar a los agentes del sector un volumen de ingresos que les permita además mantener la independencia como oferentes de información en la economía digital. Uno de los principales rasgos de la transformación en marcha es la aparición en el mercado mediático de nuevos competidores procedentes de otros sectores, generalmente de carácter tecnológico, que intentan concentrar la oferta de noticias, de tráfico y de publicidad. Se trata de grandes plataformas tecnológicas, como las redes sociales (Meta, X), los motores de búsqueda (Google) o los servicios de vídeo (YouTube, TikTok), que ya desde hace tiempo se han convertido en las principales fuentes que utilizan los ciudadanos para informarse de lo que ocurre. 

 

El último informe de Reuters Institute, Digital News Report 2024, confirma que esta tendencia que ahonda la crisis del periodismo independiente sigue avanzando con fuerza, y alerta de que, dado que estas plataformas no tienen ningún compromiso ni obligación hacia la verdad y la transparencia informativa y que sólo persiguen maximizar su volumen de usuarios, su comportamiento provoca cambios que suponen una amenaza, tanto para la industria de la información, como a la larga para las sociedades democráticas. A todo ello se suma el agravante de que los avances en la inteligencia artificial pueden llevar a que la red se llene de robots capaces de redirigir el tráfico desde las webs especializadas de noticias a las plataformas. 

 

El informe de Reuters presenta datos por países, y podemos comprobar las cifras de este cambio en España. Así, el porcentaje de población que se informa a través de la televisión ha bajado desde el 72% en 2013 hasta un escaso 56% este año, mientras que los lectores de prensa escrita han caído en el mismo periodo del 61% al 23%. Por el contrario, aquellos que reciben las noticias a través de medios sociales han crecido en porcentaje del 28% en 2013 al 48% en 2024. 

 

Lo que resulta especialmente preocupante en el caso de nuestro país es el dato de que estamos a la cabeza, entre todos los países analizados, en la pérdida de interés por las noticias. En concreto, en 2015 un 85% de la población española se declaraba extremadamente interesada o muy interesada por las noticias, mientras que nueve años después solamente el 52% de la misma contesta afirmativamente. Esta caída de 33 puntos porcentuales tiene su opuesto en países como Finlandia, donde el interés incluso ha crecido un punto porcentual entre los años contemplados, situándose en el 65% de la población. 

 

Globalmente, queda claro la hegemonía de las plataformas digitales en el campo de la información, pero el informe avisa que las relaciones de poder entre ellas están variando sensiblemente. Una de las consecuencias es que el consumo de noticias se está fragmentando a través de las distintas redes sociales, y si hace una década solamente había dos utilizadas para informarse por el 10% o más de los encuestados, hoy hay hasta seis que alcanzan ese porcentaje. YouTube es usado como medio de información por el 31% de la muestra, mientras WhatsApp por un 21% y TikTok por el 13%, superando por primera vez a X, el Twitter de antaño.  

 

El informe de Reuters ha detectado que estamos ante un nuevo cambio tecnológico, esta vez relacionado con la inteligencia artificial, que puede alterar de nuevo el ya convulso mercado de la información.  

viernes, 5 de julio de 2024

El algoritmo mató a la estrella de Google

 



El internet que nos vendieron a principios de este siglo como un medio innovador de comunicación, que iba a acabar con el poder de las grandes empresas y a depositar todo el poder de decisión en el consumidor, parece que al final no va a llegar. Más bien al contrario, una nueva generación de compañías tecnológicas ha asumido las riendas del mercado, ostentando más poder sobre nosotros del que jamás tuvieron las grandes corporaciones tradicionales con los medios publicitarios de toda la vida.


Ya pudimos ver cómo los escándalos en los que se vio envuelta Facebook -hoy Meta- en la década de 2010 por el uso fraudulento de los datos de sus usuarios por la empresa Cambridge Analytica para condicionar la opinión pública nos dieron la verdadera dimensión de la capacidad que tienen para influir sobre nuestras vidas los gigantes de Silicon Valley. Y, hoy en día, cada vez se hace más patente que los algoritmos de inteligencia artificial son los que guían en gran medida muchas de las decisiones que tomamos en la web.


Una de las consecuencias de esta “economía algorítmica” es que los buscadores web están dejando de cumplir su función, lo que el columnista John Herrman ha descrito muy gráficamente con la frase: “las recomendaciones de productos han roto Google y han devorado internet en el proceso”. Básicamente, la idea es que las búsquedas que actualmente llevamos a cabo con este tipo de herramientas arrojan como resultado un montón de enlaces basura que no nos permiten encontrar la información fiable de calidad. Se trata sobre todo de material publicitario, como falsas reseñas de productos, pretendidos artículos que en realidad son anuncios, guías para el consumidor que no son más que publirreportajes encubiertos, las opiniones de mercachifles haciéndose pasar por expertos y, en general, todo tipo de engaños creados con inteligencia artificial generativa.


Los algoritmos de búsqueda ya no funcionan como es debido para encontrar resultados porque hay mucho dinero en juego para conseguir que el usuario haga scroll a través de páginas y páginas de enlaces de desecho. Se nos ha engañado diciéndonos que los algoritmos trabajan para hacernos la vida más fácil, facilitándonos el acceso a los contenidos que más se ajustan a nuestros gustos y necesidades, pero es mentira: su verdadero propósito es controlarnos en beneficio de las empresas que pretenden dirigir todos los aspectos de nuestras vidas, y no sólo los relativos al ocio y al consumo, sino también otros más críticos como la opinión que nos formamos del mundo o nuestra intención al voto en los procesos electorales, como demostró el papel que jugó Cambridge Analytica en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016.

La publicidad dirigida en redes reforzada por la inteligencia artificial se ha extendido a todo tipo de plataformas y medios. Incluso en webs comerciales, como puede ser Amazon, o de ocio, como Spotify, los expertos destacan que las recomendaciones de productos basadas en el análisis de nuestras preferencias cada vez se alejan más de las mismas, y parecen guiadas por otros criterios, a juzgar por los resultados a menudo pintorescos que ofrece. Internet, antaño un espacio en donde la filantropía tenía un puesto relevante, se ha ido convirtiendo en un mercadillo repleto de vendedores de humo que compiten por ver quién grita más alto.


miércoles, 26 de junio de 2024

Sobre narrativas líquidas y comunicación transmedia



El informe de este año de la empresa de comunicación Kantar Media sobre la evolución del vídeo en España subraya como una de las principales tendencias algo que describe con el sugerente término de narrativas líquidas. En el contexto de la publicidad y la comunicación corporativa, que es en el que se mueve este trabajo, el concepto hace referencia a la capacidad de adaptar una misma pieza de vídeo a distintas versiones en función del medio en el que se vaya a difundir. Así, por ejemplo, mientras que puede tener una longitud más larga y un desarrollo más complejo si va a emitirse como anuncio en la televisión lineal o en plataformas de streaming, su presencia como contenido en redes sociales probablemente exige una duración menor y un relato más directo, e, incluso, puede llegar a cobrar vida en forma de meme. El objetivo es adaptar el mensaje a las distintas situaciones en las que el público está consumiendo contenidos. 

Desde el punto de vista de la inversión publicitaria en medios, Kantar destaca que la narrativa líquida permite identificar qué formatos de comunicación son complementarios y permiten alcanzar mejores resultados, y, en consecuencia, supone una herramienta para optimizar el presupuesto de marketing de una organización. 

En el fondo estamos hablando del viejo concepto de narración -lo que ahora se denomina abusando del inglés storytelling-, que existe desde que el mundo es mundo. El novelista y ensayista Alessandro Baricco (La vía de la narración, 2023) define una historia como un campo magnético o un espacio -nunca una línea que lleva de un punto A a un punto B-, pero es el relato el que la trae al mundo, convirtiéndola en bidimensional y haciendo que pierda gran parte de sí misma (“El relato es bidimensional, la historia vive en infinitas dimensiones”). 

Esta idea de Baricco de la historia como un ente multidimensional que cobra forma material en el relato ayuda a entender la idea de narrativa líquida. El mensaje, en el caso que trata Kantar Media comercial, se articula como un espacio narrativo que se transforma en distintos relatos en función del medio que les da soporte: televisión, plataformas, Facebook, Meta, Instagram, TikTok… Cada una tiene sus propias reglas de comunicación en función del público al que se dirigen y de la manera de consumir información en ellas. El mundo digital ofrece infinitas dimensiones para convertir la historia en diferentes relatos. 

Narrativa líquida es un término que está emparentado con otro concepto también fascinante, como es el de comunicación transmedia. Uno de los principales expertos en este tema es el profesor Henry Jenkins, decano de la Universidad del Sur de California, quien afirma que “la narrativa transmedia representa un proceso en el que los elementos que integran una ficción son sistemáticamente dispersados a través de múltiples canales de distribución con el objeto de crear una experiencia de entretenimiento unificada y coordinada. Lo ideal es que cada medio o soporte realice su contribución personal en el desarrollo de la historia”. Se trata de un fenómeno al que pertenece, por ejemplo, la franquicia Star Wars, cuya historia constituye un universo narrativo que toma forma a través de distintos formatos y soportes, como películas de cine, series de televisión, videojuegos, series de dibujos animados, novelas, cómics… 

No obstante, lo transmedia no se reduce a la ficción narrativa y puede abarcar potencialmente cualquier formato de razonamiento y expresión, incluyendo las campañas de marketing y comunicación cuando se proyectan a través de distintos tipos de medios. En este sentido, el consumidor al que va dirigida la historia también participa en la construcción del mundo narrativo, aunque existe un relato oficial o canon gestionado por el emisor. Se trata de productos de comunicación que no están pensados para consumir pasivamente, sino para interactuar con ellos.

lunes, 3 de junio de 2024

El algoritmo que le robó la voz a Scarlett Johansson

 


A pesar de su evidente popularidad, la herramienta de inteligencia artificial generativa ChatGPT no deja de generar polémica. Desde que su uso conoció una difusión masiva hace unos dos años, el producto de la empresa OpenAI no ha estado exento de crítica, desde los que rechazan que sea otra cosa que un buscador de lujo para trabajos de fin de curso, hasta los que la ven como una amenaza para numerosas profesiones o los que la acusan de saltarse los derechos de propiedad intelectual, lo cierto es que siempre ha estado en el punto de mira de la opinión pública. El último episodio de esta historia ha estado protagonizado por la actriz Scarlett Johansson, quien acusa a la compañía de haber utilizado su voz sin permiso en una nueva demo de la aplicación llamada Sky.

Para comprender la relación de Johansson -de su voz más bien- con la inteligencia artificial hay que retroceder a 2013, año en que se estrena la película Her de Spike Jonze. El film cuenta la historia de un hombre, encarnado por Joaquin Phoenix, que se enamora perdidamente de su asistente virtual femenino, cuyo sugerente habla es el de la actriz, que, por cierto, no llega a aparecer en pantalla. El planteamiento de esta obra de ciencia ficción es la posibilidad de que en un futuro cercano los humanos lleguemos a establecer relaciones afectivas correspondidas con entes artificiales generados por unos y ceros.

Volviendo al tema que nos ocupa, lo cierto es que a mediados de mayo OpenAI presentó una demo de una versión de ChatGPT que incorporaba una voz muy sexy que recuerda muchísimo a la del personaje -el altavoz inteligente- interpretado por Scarlett Johansson en Her. Hasta aquí todo podría haber sido una coincidencia. En este campo son muy comunes los sesgos de diseño, o lo que es lo mismo, los prejuicios que inyectan los propios diseñadores en la inteligencia artificial de la misma, de forma que es normal que los chatbots de atención al público tengan una voz femenina, llevando al plano tecnológico el rol estereotipado de la mujer como asistente, como recepcionista, o como empleada de atención al cliente. No es, por tanto, extraño que los creadores de la demo hayan optado por elegir una atractiva voz femenina.

Sin embargo, la posibilidad de que fuese una coincidencia empezó a disiparse cuando Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, escribió en la red social X, la que antes se llamaba Twitter, el escueto mensaje “her”. Y se disipó del todo en el momento en que la propia Scarlett Johansson difundió un comunicado denunciando que Altman se puso en contacto el pasado septiembre con el fin de contratar su voz para ChatGPT 4.0, a lo que ella no accedió tras considerarlo detenidamente. Según cuenta la propia actriz, dos días antes del lanzamiento de la aplicación, la empresa se volvió a poner en contacto con ella pidiendo que reconsiderase su postura. Su sorpresa fue mayúscula al reiterar la negativa y encontrarse poco después con que la voz de la herramienta era en exceso parecida a la de su interpretación en Her. Finalmente, a través de la interpelación de su equipo legal, Johansson ha conseguido que le cambien la voz a la herramienta, y, en su comunicado, reflexiona sobre la necesidad de que exista un marco legal que proteja nuestros derechos individuales.

El caso de Scarlett Johansson es el de un robo flagrante, pero el problema es que los modelos basados en la inteligencia artificial generativa deben alimentarse de millones de datos que encuentran en la web para obtener resultados cada vez más precisos. El problema es que buena parte de esa información no es libre y está protegida por derechos de autor, y abundan las disputas entre los artistas y otros generadores de contenidos y las empresas de inteligencia artificial sobre el valor de la creatividad humana. Hay empresas, como Stability AI, acusadas de copiar millones de imágenes sujetas a copyright, en este caso la demanda ha sido cursada por el banco de imágenes Getty Images. El cómo se resuelvan estos temas en los tribunales puede determinar en gran medida la capacidad de desarrollo de esta tecnología.

Los dueños de los modelos amplios de lenguaje, como ChatGPT, confían en tener el acceso ilimitado a toda la información de la web para garantizar su óptimo funcionamiento y, de hecho, el propio Sam Altman ha llegado a protestar por tener que pagar por usar contenido ajeno, puesto que considera que ello limita la rentabilidad y la escalabilidad del sistema. Por ello, aunque llamativos, casos como el abuso cometido con Scarlett Johansson por parte de OpenAI quizá no sean lo que más deba preocuparnos de la actividad de este tipo de empresas, sino su uso indiscriminado de todo tipo de información protegida por derechos.

martes, 21 de mayo de 2024

La tecnología educativa en la era de la IA

 


La tecnología aplicada a la educación tiene ya una larga trayectoria en nuestras sociedades. Desde las aulas de informática a principios de este siglo, hasta la presencia, más adelante, de ordenadores, pizarras electrónicas y otros dispositivos en cada aula, la tendencia de las últimas décadas ha sido la progresiva digitalización de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Hoy en día ya es una realidad, si bien en ocasiones se argumenta que el sistema educativo español avanza en términos de digitalización varios pasos por detrás de la sociedad en general, y que los niños y jóvenes en particular, que ya han nacido inmersos en un mundo con internet, teléfonos inteligentes y redes sociales.

A pesar de todo, parece que los españoles no tenemos tan claro el papel que debe desempeñar la tecnología en la educación, a juzgar por una encuesta llevada a cabo por Cotec publicada el pasado marzo. Las opiniones que arroja en algunos aspectos parecen en principio contradictorias, pues, aunque el 77% de las personas consultadas considera que la tecnología aumenta la innovación educativa, cerca de un 60% opina que es posible innovar sin ella. Por otro lado, más de un 60% de la muestra asocia la innovación educativa con la calidad educativa, pero cerca de la mitad está de acuerdo en que los centros que aplican los métodos de enseñanza más tradicionales obtienen los mejores resultados académicos.

Lo más probable es que el futuro nos depare un modelo híbrido, que combine la enseñanza digital y la tradicional, de forma que la tecnología sirva para impulsar y fortalecer los procesos de aprendizaje. Ésta es en cualquier caso la visión de la consultora GlobalData, que niega que la digitalización vaya a sustituir en forma alguna a la pedagogía tradicional.

En su informe sobre tecnología educativa publicado en febrero de este año, GlobalData subraya especialmente el papel que va a desempeñar la inteligencia artificial en la educación. En palabras de los autores, esta tecnología va a ser el motor de tres grandes tendencias que cobrarán forma a finales de esta década. En primer lugar, proporcionar la accesibilidad a recursos educativos y simplificar los procedimientos administrativos. Segundo, la personalización del aprendizaje de forma que se adapte a las necesidades específicas de cada alumno. Finalmente, GlobalData habla de inmersión, es decir, formatos de enseñanza a través de medios virtuales que maximicen la atención y el compromiso del estudiante.

Hasta aquí la teoría. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a las aplicaciones concretas de la inteligencia artificial que están de moda en la actualidad, la cosa no se contempla ya con tanto optimismo. Existe un inmenso debate en el sector educativo sobre el uso de los large learning models (LLM) como ChatGPT, y ni los educadores ni los políticos tienen muy claro cómo incorporarlo a los procesos de aprendizaje, e incluso si resulta conveniente hacerlo. El informe citado pone como ejemplo que el Departamento de Educación de Nueva York inicialmente prohibió el uso de esta herramienta al considerar que podía ser mal utilizada por el alumnado, pero más adelante ha autorizado su utilización, al reflexionar sobre las ventajas que puede aportar a la enseñanza. Los docentes han conocido en el pasado otras tecnologías que prometían revolucionar la educación y que al final no la cambiaron demasiado, como la televisión educativa y el propio internet. El problema con la inteligencia artificial generativa es que puede además producir efectos no deseados y ampliar las desigualdades que ya existen dentro del sistema educativo entre los alumnos más sobresalientes y los rezagados.

Lo que está claro es que no existen soluciones tecnológicas universales, y aquello que puede funcionar en un centro puede no hacerlo en otro. Las necesidades del alumnado varían de unos entornos a otros, y, quizá, lo mejor es que los profesionales de la educación conozcan a fondo las posibilidades que ofrecen los distintos servicios y aplicaciones para poder elegir aquellas más adecuadas para sus estudiantes y adaptarlas en cada caso.

martes, 7 de mayo de 2024

El paradigma de Netflix y las tendencias en el vídeo bajo demanda

 


Ya es más que evidente que internet ha transformado completamente el mercado del entretenimiento audiovisual. La oferta de contenidos de vídeo a través de las redes ya sea a través de IPTV (suministrado por operadores de telecomunicaciones dentro de sus paquetes de banda ancha), ya como OTT (Over the top: servicio prestado directamente en Internet, como Netflix), van desplazando el consumo de la televisión lineal tradicional. De acuerdo con GlobalData, en España en 2022 un 45% de los hogares estaba suscrito por lo menos a un servicio de vídeo bajo demanda, una cifra que se prevé que crezca hasta el 58% en 2027.

Dentro del vídeo bajo demanda, el modelo de negocio más extendido es el denominado SVoD (Subscription Video on Demand), es decir, aquel que cobra una cuota fija periódica por acceder al contenido, aunque también existen el AVoD, donde el ingreso procede de la publicidad -como en YouTube-, y el TVoD, que cobra en función del contenido que se consume. La evolución del sector conduce a combinaciones de los tres sistemas, y de hecho ya hay plataformas, como Netflix y Disney +, que han puesto a disposición planes algo más baratos que incluyen anuncios.

El gran problema al que se enfrentan las grandes plataformas de streaming es el poder rentabilizar las descomunales inversiones que llevan a cabo para competir en el mercado de los contenidos exclusivos. La estrategia de crecimiento se basa primero en maximizar el número de suscriptores, y, posteriormente, en intentar buscar la rentabilidad del negocio. Netflix es el paradigma y el espejo donde se miran todos los agentes del sector, y de hecho, lidera en rentabilidad. Un reciente artículo de The Hollywood Reporter muestra que en 2023 su margen de operaciones creció del 18% al 21% y su beneficio un 25%. No ocurre lo mismo con otros gigantes audiovisuales, cuyas estrategias de streaming se muestran deficitarias y, con mucho, han conseguido reducir las pérdidas en este periodo. Es el caso de Disney, Paramount y NBCUniversal, si bien la unidad de video streaming de Warner Bros consiguió una modesta cifra positiva el año pasado.

Una de las principales tendencias a corto plazo del sector indicada por la consultora GlobalData es la ya mencionada introducción de publicidad en sus modelos SVoD, como una manera de diversificar las fuentes de ingresos, y de conseguir financiación adicional para sostener las grandes inversiones requeridas.

También se aprecian movimientos entre los agentes para formalizar alianzas y empaquetar ofertas de contenidos de distintas plataformas. Hasta ahora la batalla por el suscriptor ha llevado a las empresas a desarrollar contenido exclusivo como una forma de atraer nuevos clientes. El problema es que el usuario se tiene que dar de alta en varios servicios para acceder a todo el contenido que le interesa, fraccionado como está. Las alianzas para empaquetar un amplio espectro de productos están intentando salvar este problema, por ejemplo, como hace Movistar+, que estableció acuerdos con DAZN, Disney+ y Netflix para incluir la oferta de estas plataformas en su paquete de televisión de pago.

En el caso de algunos agentes globales, como Disney+ y Netflix, resulta destacable la importancia que le conceden a la producción local de los mercados en los que están presentes dentro de sus catálogos de contenidos. En el caso de la Unión Europea existe una obligación normativa por la Directiva de servicios de comunicación audiovisual, que establece que los prestadores de servicios de vídeo bajo demanda deben tener un porcentaje mínimo del 30 % de obras europeas en sus catálogos y garantizar la prominencia de dichas obras.

Por último, la búsqueda de nuevos clientes está llevando a las plataformas de SVoD a incluir entre su oferta eventos deportivos de gran tirón mediático. Así, DAZN se quedó con los derechos de retransmisión de los partidos de la liga italiana de las temporadas 2021, 2022 y 2024, y Warner Bros. Discovery con los del Open USA en cuarenta y cinco mercados europeos durante cinco años.

Si tuviésemos que resumir en pocas palabras las tendencias de este dinámico sector de actividad, podrían ser éstas: hibridación de modelos de negocio, concentración de la oferta y diversificación de contenidos.

 
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