A menudo observo grandes paralelismos entre las características y la propia génesis de la tan renombrada Movida Madrileña y la eclosión de este minimundo 2.0. Si recordamos los hechos, los que vivimos en aquella turbulenta época entre 1975 y 1985, lo que nació como fenómeno basado en la actividad de un pequeño grupo de jóvenes, más o menos amigos y conocidos entre sí, acabó convirtiéndose en la seña de identidad cultural de una ciudad. Fueron unas personas que se reunieron para tocar en grupos, para pintar o esculpir, para hacer fotografía o cine, o sencillamente para hacer happenings, como fue el caso de Fabio MacNamara. Y lo que empezó como una corriente cultural underground, de pronto un día llamó la atención de los medios de comunicación más progres de la época y se dedicaron a amplificarla y difundirla a toda la sociedad: había nacido la Movida, que pronto fue apadrinada y fagocitada por la administración pública, más en concreto, por el consistorio de la capital. A partir de entonces, el chaval guitarrista que no sabía diferenciar un Fa Sostenido (Fa#) del ruido de la cisterna del water fue considerado músico; el otro que pintaba monigotes en la línea de Keith Hearing ,artista plástico; y el de más allá, que no sabía ni donde tenía el fotómetro su Zenith, renombrado fotógrafo. Cuando todo el mundo quiso sumarse a la Movida, los protagonistas originales, en un acto de ego y vanidad, renegaron de ella y defendieron que nunca había existido.
Todo el rollo precedente viene a cuento porque me resulta familiar al escuchar a santones y gurucetes 2.0 decir que “existen demasiados blogs”, que "ya no tiene sentido escribir en blogs” o más lapidariamente que “los blogs han muerto”. Y esta actitud responde nada más que al encumbramiento (real o supuesto) que estas personas sienten al ser citadas sus opiniones en medios off-line o al ser convocados como ponentes a las romerías y saraos TIC que tanto abundan últimamente a lo largo y ancho de nuestra geografía. No pueden soportar que lo que antes les distinguía y les hacía “diferentes”, “especiales”, se podría decir incluso “iniciados”, ahora sea patrimonio de todo el mundo, porque todo el mundo crea y comparte.
Y eso que les revienta tanto es precisamente lo maravilloso de la web social: todo el mundo, sin grandes conocimientos técnicos, tiene las herramientas para crear, para comunicar, para compartir sus ideas, para ordenar y transmitir sus conocimientos profesionales, para enseñar a todo el mundo las fotos o vídeos propios, para intercambiar contenidos…
Igualmente, ese factor fue lo positivo de la Movida Madrileña, el “hazlo tú mismo”, el espíritu de que todo el mundo tiene derecho a participar con sus habilidades y conocimientos por limitados que sean; cualquier chavalín deslizando la cejilla de La arriba y abajo del mástil de la guitarra podía tocar como sus admirados Ramones, no hacía falta ser un virtuoso como Ritchie Blackmore de Deep Purple. Es algo que comentaba el otro día en el blog de Iñaki Sistiaga (@Musicliveislife), “Viajando al fin de la noche” (muy recomendable, por cierto) acerca de la filosofía punk: Do It Yourself, pero sobre todo, ¡participa!
Por eso que considero que, lejos de anunciar muertes prematuras como hacen los ciberpopes, hay que animar a la gente a que abra blogs, a que escriba y se relacione en la blogosfera; toda persona tiene algo interesante y único que aportarnos a los demás, ya sean sus sentiemientos, su experiencia o sus conocimientos. Todo blog es un esfuerzo valioso y nunca habrá demasiados.
Ya sé que nunca seremos escritores de verdad, lo más unos “juntaletras”, como dice otro amigo, Paco @gasolinero (que también tiene un blog muy interesante “Yo tuve el ombligo frío”), pero el esfuerzo y la ilusión empleados merecen la pena. Venga, todo el mundo a escribir.
Feliz salida y entrada del año, como dicen en Castilla.