Inspirado en Julio César de William Shakespeare (Acto 3, Escena II)
Hemos venido a enterrar la imagen que teníamos de España, no a ensalzarla. Los males y errores que hemos cometido vivirán por muchas décadas, mientras que el bien que hayamos podido hacer será enterrado con sus huesos.
Así que, descansa en paz España. La noble Ángela dice que hemos sido derrochadores, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, y eso es una falta grave, aunque ya estamos pagando por ello con creces. Sin embargo, los salarios de los trabajadores no han crecido apenas en la década dorada de la economía, mientras empresas y especuladores veían sus capitales crecer. Pero Merkel dice que nos hemos portado como nuevos ricos y Merkel es una persona honorable.
Ángela Merkel dice también que nuestro gasto público y presupuestos eran insostenibles, que nuestro estado del bienestar tenía los cimientos de arcilla. Pero recordamos que antes de 2009 el Estado y la Seguridad Social tenían superávits en sus cuentas, y en cualquier caso, si realmente gastábamos más de lo que teníamos no hubiese aguantado nuestro modelo varias décadas, cubriendo el desempleo, la educación y una sanidad envidiada en todo el mundo, para TODOS los españoles (y los que acertaban a pasar por aquí). Más Ángela dice que no nos podíamos permitir todos esos servicios y Ángela es una persona honorable.
Merkel afirma que nuestro sistema productivo es poco competitivo. No lo voy a negar, pues Ángela es una persona honrada, pero me vienen a la cabeza sectores como las energías renovables, los ferrocarriles de alta velocidad o las telecomunicaciones, por poner unos pocos ejemplos, en los que empresas de España son líderes mundiales. Y de Inditex ni hablamos, ni de los trasplantes de corazón, un campo en el que estamos a la cabeza. No obstante Ángela Merkel dice que no somos competitivos y todos sabemos que es una persona honorable.
No hablo para desaprobar lo que dice Ángela sino para contar lo que sé. Merkel dice que tenemos que ajustar el presupuesto público en estos momentos de crisis: reducir el gasto del Estado y subir los impuestos, recortar, recortar y recortar, en suma, todos los lujos que nos hemos permitido al creernos una sociedad moderna, justa e igualitaria. Hemos concebido erróneamente que debemos trabajar por el bienestar de todos y ayudar entre todos a los más desfavorecidos, repartiendo los recursos disponibles. Pero la puritana Ángela Merkel piensa que el mercado es el único con potestad para juzgar quién debe ser premiado y quién castigado, y que con nuestra actitud hemos irritado al Gran Dios de la Mano Invisible. Puede sonar cruel, pero Ángela así lo afirma y es una persona honorable.
No hace falta ser Paul Krugman para comprender que las medidas económicas actuales lo único que consiguen es contraer más si cabe la demanda y alejar por muchos años la esperanza de recuperación. El coste social y el sufrimiento para los españoles es cada vez más insoportable, sobre todo teniendo en cuenta que nos hemos perdido en el bosque y vamos por el camino equivocado. Pero Merkel así lo quiere y Merkel es una persona honorable.
Los conjurados de aquí, los que comulgan con y siguen instrucciones de Ángela, han aplaudido y vitoreado hoy en el Congreso el ajuste económico más duro de la democracia española, unas medidas que van a aumentar el dolor del pueblo (que no de los patricios, que a esos cada vez les va mejor) y que suman al país cada vez más en la indigencia. ¿Qué les hacía tanta ilusión? ¿Realmente celebran el volver a la España desigual y caciquista de toda la vida? ¿Aplauden el fin de las escasas décadas de igualdad y progreso social que ha conocido la sociedad española en toda su historia? ¿Les entusiasma el dolor del pueblo al que (se supone) representan? No les creía tan canallas y tan poco honorables.