A pesar de que la palabra Blockchain nos remite inconscientemente al mundo de las finanzas y a la popular moneda virtual Bitcoin, se trata de una tecnología que realmente puede tener efectos disruptivos en numerosos sectores de actividad. Un campo en donde están comenzando a aplicarse iniciativas basadas en Blockchain es en los servicios públicos y Estonia se ha convertido en pionera mundial y ejemplo de buenas prácticas en este sentido.
Ya se habla de la tecnología que lo revolucionará todo y que eliminará los intermediarios financieros, cuya aplicación más conocida es dar soporte a la moneda virtual Bitcoin. Se trata de una base de datos descentralizada, o de bases de datos que funcionan en red mediante un sistema de “cadenas de bloques” de información (de ahí el nombre Blockchain), que permiten la cooperación e interacción entre miembros de redes muy complejas en un esquema de colaboración sin intermediarios que centralicen los procesos. Por ejemplo, en un sistema de tarjetas de crédito como VISA, Blockchain haría innecesario el tener que disponer una autoridad central que supervise las operaciones.
Más allá de las transacciones financieras, Blockchain ofrece soluciones innovadoras para cualquier sector o actividad que repose sobre las relaciones entre ingentes cantidades de usuarios y el intercambio de volúmenes de información considerables. El sector público, y los servicios que ofrece al ciudadano, es un buen candidato para sumarse al mundo de las cadenas de bloques.
Los valores que rigen o deberían regir la administración pública -la transparencia, la rapidez, la eficiencia y la confianza del ciudadano-, son intrínsecos del propio esquema de funcionamiento de Blockchain.
Por un lado, se parte de una base de datos distribuida y cada agente que participa en el sistema tiene acceso a la base completa, no hay ningún usuario que tenga el control de la información y cada uno puede verificar los registros de las transacciones sin tener que contar con intermediarios.
La comunicación tiene lugar entre usuarios (peer to peer), sin pasar un nodo central, de forma que recuerda un poco a aquellos servicios de descarga de música como Napster o eMule. Cada nodo almacena la información y la comparte con los otros nodos.
La transparencia es absoluta puesto que cada transacción y su valor asociado son visibles por cualquier agente miembro del sistema. Todo nodo y todo usuario tienen asociados un valor alfanumérico único de identificación compuesto por treinta caracteres. Las transacciones se producen entre direcciones Blockchain.
Una vez que una transacción entra en la red de bases de datos ya no puede ser alterada porque está enlazada con cada una de las transacciones que la han precedido, por eso se habla de “cadena”. Es por tanto una acción irreversible.
Las posibilidades que ofrece Blockchain para la administración son ilimitadas por su capacidad para interrelacionar a todos los actores implicados en la prestación de un servicio público, como las distintas agencias y departamentos, el ciudadano e incluso los objetos, como el mobiliario urbano. De esta forma, se abre el espectro para la creación de nuevos e innovadores servicios más abiertos transparentes y horizontales, susceptibles de ser prestados en distintos dispositivos y en cualquier momento.
Existen numerosas pruebas piloto sobre el uso de Blockchains en los asuntos públicos y ya se están implementando experiencias en países como Reino Unido, Georgia, Singapur, Australia, Dubai o Ghana. Sin embargo, es un pequeño estado europeo, Estonia, el que va en cabeza en el uso innovador de tecnología en el funcionamiento de las administraciones públicas.
No es casualidad que esta república báltica se erija como pionera en este aspecto, dado su expediente de digitalización social. En 2002 el gobierno desplegó una red de wifi gratuito que cubre gran parte de las zonas más habitadas; en 2007 estableció el voto electrónico; finalmente, en 2012 estableció una infraestructura masiva de fibra óptica para garantizar las comunicaciones de alta velocidad en el país. Y la propia administración no quedo atrás y puso en marcha la iniciativa X-Road, un sistema de bases de datos de servicios electrónicos que interconecta y permite la interrelación entre los sectores público y privado.
X-Road no tiene un propietario u órgano de control y cada agente público o privado puede elegir el producto de la red que más se ajusta a sus necesidades. Entre los distintos servicios y prestaciones que ofrece se pueden destacar:
- Empadronamiento electrónico (registro de residencia)
- Todo ciudadano puede acceder a todas las bases de datos nacionales para comprobar sus datos personales.
- Las declaraciones de impuestos se realizan y tramitan online.
- Un recién nacido recibe cobertura médica de forma automática.
Estonia es también pionera en el campo de la e-Salud y los registros sanitarios electrónicos, con un sistema que llega a incluso a suministrar las recetas médicas online, con el consecuente ahorro de costes para el sistema sanitario y de colas y pérdida de tiempo para el paciente.
Sin duda Blockchain ha iniciado una revolución profunda que pronto podremos experimentar los ciudadanos en nuestras relaciones con el Estado.