viernes, 28 de septiembre de 2012

Crowdsourcing para buscar extraterrestres

Mucho antes de que el crowdsourcing se llamase crowdsourcing, el programa SETI (Search for Extra-Terrestrial Intelligence) reclamó la ayuda de los internautas de todo el mundo para contribuir a detectar señales de vida inteligente en el cosmos.

Pero vayamos por partes. El crowdsourcing es una modalidad de trabajo colaborativo en red que consiste en invitar a todo aquel que esté interesado y dispuesto a participar en un determinado proyecto a formar parte de él. Francis Pisani lo define así en su libro La alquimia de las multitudes:

“El crowdsourcing es un modelo radical: consiste en invitar a la `multitud´ de los usuarios, a través de la web, a realizar tareas que antes se realizaban dentro de una organización; pero por menos dinero, o incluso gratis”

El paradigma del crowdsourcing es la Wikipedia, una vasta enciclopedia en la que los aficionados publican sus artículos sin recibir nada a cambio, contribuyendo a crear el referente del conocimiento de nuestros días, si bien hay voces críticas en cuanto a su grado de rigor y exactitud.

Y volviendo a los alienígenas, desde la década de los 50 varios científicos postularon la posibilidad de comunicarse a través del universo con otras civilizaciones tecnológicamente avanzadas a través de ondas de radio, de microondas para ser exactos. Las experiencias para detectar emisiones extraterrestres que pudiesen responder a vida inteligente comenzaron en la década siguiente. Se trataba de captar señales de radio de un ancho de banda muy determinado. Esta clase de ondas no se produce de manera natural, por lo que su detección implicaría, casi con toda seguridad, que no estamos solos en el universo.

Durante los años setenta en EE.UU. surgió el programa SETI, destinado a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Se habilitaron numerosos radiotelescopios para rastrear aquellas regiones del cosmos más proclives a albergar vida. Y a pesar de que la NASA adoptó el proyecto en los ochenta, al poco tiempo el Congreso de los Estados Unidos decidió eliminar la partida presupuestaria destinada a SETI, por lo que la iniciativa quedó a merced de las donaciones privadas.

Aparte del tema financiero, que no es baladí, SETI requiere de ordenadores superpotentes para procesar y analizar la avalancha de señales procedentes del espacio. Y aquí es donde entra el crowdsourcing.

Desde 1999, el equipo e SETI ha utilizado su propia imaginación y la colaboración de los internautas para aumentar la capacidad de procesado de las señales recibidas del cosmos. Para ello invita a todo aquel aficionado a la astrofísica (o no) que quiera participar a instalar un programa informático en su ordenador que les ayuda a analizar parte del ingente volumen de información que manejan.  Es un sencillo software (BOINC Manager) que consigue que toda la red de computadoras particulares que trabajan para SETI funcione como un potentísimo procesador. Además, se puede configurar para que solamente trabaje cuando tu ordenador está en standby de forma que no te produzca ninguna limitación de memoria o de velocidad cuando estés trabajando en él.

¿Lograremos algún día recibir una señal de radio de origen inteligente procedente de estrellas lejanas? Si es así, los internautas participantes en SETI tendrán el orgullo de haber contribuido a establecer contacto con civilizaciones extraterrestres (y por cierto, espero que los aliens no sean tan malos como los de la última película de Ridley Scott).

sábado, 15 de septiembre de 2012

Las nuevas multinacionales y la marca global

A medida que las empresas de países emergentes van saliendo al mercado global se van dando cuenta de la importancia que tiene la marca global, una imagen que establezca una asociación inmediata de la firma y/o sus productos en consumidores de cualquier lugar del mundo.

Las grandes empresas de naciones como China o India parecen seguir el patrón de internacionalización que fijaron las compañías japonesas en las décadas de los sesenta y setenta: pasar de hacer incursiones en la periferia de los mercados de sus competidores globales, a realizar un ataque frontal directo al corazón del negocio. Pero para ello hace falta tener una marca global, según el economista de guardia de la revista The Economist, que firma bajo el seudónimo de “Schumpeter”.

Los datos que justifican esto son evidentes: mientras que los márgenes de beneficio de una empresa sin marca giran en torno al 3-8% y siempre bajo la amenaza de que un competidor rebase a la baja los costes, la empresa que ostenta una marca reconocida puede superar el 15% de margen y gozar de clientes mucho más leales.

Lo cierto es que actualmente destacan pocas marcas de firmas de países emergentes. Entre las 100 marcas más valiosas del mundo, solamente encontramos Samsung y Hyundai de Corea del Sur, Corona de México y HTC de Taiwan. El gigante informático chino Lenovo, actualmente el segundo fabricante de PCs en la esfera mundial, tuvo la buena idea de comprar la línea de negocio ThinkPad de IBM, para asociar su imagen a una marca solidamente posicionada.

Muchas de estas empresas son ya líderes en sus respectivos mercados pero necesitan el poder de la marca global para afianzarse y ser reconocidos en el exterior.

La pregunta es ¿cómo se fabrica una marca global? Los expertos destacan tres aspectos.
  1. Explotando las economías de escala y el conocimiento del mercado local, de cara a abordar los mercados internacionales. Muchas de estas empresas son dominantes en sus países y deben aprender a trasladar ese liderazgo al exterior. Por otro lado, es necesario definir con precisión el segmento de mercado al que dirigirse.
  2. La innovación es un segundo factor de importancia, es decir, la capacidad de lanzar con regularidad nuevos productos que generen ruido y expectación de forma continua.
  3. Por último, están las cuestiones tradicionales del branding, es decir, temas como posicionarse internacionalmente sin que se desborde el presupuesto de marketing; si hay que posicionar el producto de forma independiente de la marca (como hace Procter & Gamble, el fabricante de las cuchillas Gillette, entre muchos otros productos), o por el contrario imprimir en el producto la marca corporativa, etc.
Supongo que no tardaremos mucho en empezar sentir como algo cotidiano la presencia en nuestros mercados de marcas chinas o indias. Es cuestión de tiempo. Y no de mucho.

sábado, 8 de septiembre de 2012

LOCALNOMICS: el patio de mi casa es particular

La globalización parecía un camino sin retorno. Desde hace décadas se nos ha intentado convencer de que la eliminación de las fronteras y la deslocalización de las cadenas de valor de las empresas eran tendencias irreversibles e imparables. Parecía lógico pensar que cualquier gran compañía de EE.UU. o Europa enviaría sus unidades de producción a países como China e India aprovechando la ventaja de unos costes laborales irrisorios comparados con los de casa. El terreno de la competición era el mundo en su totalidad y los contrincantes se multiplicaban en la medida en que las naciones emergentes se convertían en plataformas de exportación de bienes y servicios muy competitivos en costes.

Todo parece indicar que ese determinismo globalizador que orientaba nuestra evolución quizá era ilusorio y que el mundo vuelve reposar en gran media sobre lo local, el patio de casa, del que a lo mejor no llegamos a salir nunca del todo. Es lo que se conoce por localnomics. Por lo menos esto postulaba este verano Rana Foroohar en un artículo de la revista TIME, que llevaba el curioso título “Go Glocal”. Aunque el análisis se realiza desde la perspectiva de la economía los Estados Unidos entiendo que puede aportar reflexiones aplicables a nosotros, los pobres europeos.

Las crisis mundiales tradicionalmente has supuesto un retorno al proteccionismo y a la desconfianza mutua entre naciones, en algunos casos con desenlaces trágicos como las guerras mundiales (eso sí lo consiguió la globalización en el siglo XX, el que las guerras tuviesen lugar a escala planetaria). La que nos azota no es una excepción, pues a la vista está el grado de deterioro y fragmentación de las relaciones entre países, con especial incidencia en la Unión Europea, antaño un feliz grupo de compañeros de viaje. Foroohar pone varios ejemplos de la vuelta al proteccionismo, como la renacionalización de YPF en Argentina, la aplicación de controles a la circulación de capital en diversos países, la subida de aranceles en economías como la china, la turca, la japonesa o la estadounidense... En sus palabras:

“Esto supone centrarse más en los ecosistemas económicos regionales y en impulsar la creación de empleo en casa en lugar de depender de los mercados globales para salir adelante”.

El artículo identifica cinco grandes reglas que regirán la localnomics (juego de palabras que conjuga los términos economía y local) por oposición a la globalización descontrolada.

1. Los banqueros locales lo saben mejor. Después de estallar la gran crisis, el sector financiero mundial no va a quedar igual que antes. La experiencia obliga a autoridades de ambos lados del Atlántico a controlar más de cerca los movimientos y operaciones financieras que antaño fluían con entera libertad, y que han desembocado en el desastre económico en el que nos vemos sumergidos. Al contrario de los que ocurre en Europa en donde se tiende a la fusión bancaria en macroentidades transnacionales, Rana Foroohar piensa que en EE.UU. la reforma del sector puede derivarse en la fragmentación de los grandes bancos en otros más pequeños. Al estar más cerca del terreno y más alejados de las finanzas globales, estas entidades conocerán mejor a sus clientes locales, mitigarán por tanto el riesgo, y se dedicarán a inyectar financiación a la pequeña y mediana empresa regional.

2. Las manufacturas importan. A medida que la economía financiera entra en declive, cobra más relevancia como pilar del crecimiento la producción de bienes, es decir, la industria. De hecho, se está empezando a hablar de una nueva revolución industrial dado que el sector productivo se convierte progresivamente en la locomotora de la economía.

3. Trabajadores altamente tecnológicos en las cadenas de producción. Con cierta sorna, el autor afirma que  la forma de competir en coste con los productos procedentes de China es introducir mano de obra todavía más barata: robots. Sobre este particular expone el ejemplo de la fábrica de Illinois de la empresa Caterpillar, que vende vehículos para la construcción, en donde los trabajos poco cualificados y rutinarios de la cadena de producción son realizados por autómatas que son manejados por trabajadores humanos con cualificación tecnológica. La plantilla no se ha reducido por culpa de las máquinas, pero ha aumentado sustancialmente su grado de cualificación. Boston Consulting Group estima que en cinco años volverán a EE.UU. del orden de tres millones de empleos industriales, que en su día partieron hacia naciones emergentes. Sin embargo, esta demanda será de trabajadores muy cualificados especialmente en aspectos relacionados con las TIC.

4. Lo cercano es más rápido y lo rápido es bueno. Aparte de la repatriación a Estados Unidos de eslabones de la cadena de valor de las empresas, éstas están descubriendo el valor de situarse cerca de sus mercados locales en el país. La proximidad a sus clientes establece la posibilidad de conocerles mejor y atender mejor sus necesidades, además de poder garantizar el suministro just-in-time. La tendencia de llevar las líneas de producción allá donde resulte más barato ya no es generalizada. Han surgido muchos inconvenientes a la práctica de producir fuera: la subida de los costes de la energía y por ende del transporte, la inseguridad política en algunas naciones, las catástrofes naturales... En fin, que no todo son ventajas.

5. Los líderes locales deben defender sus intereses. Cuando China, el gran paradigma de la nueva economía, demuestra ser un mercado muy cerrado al producto exterior y en el que el gobierno favorece abiertamente a la empresa local frente a la extranjera, nos damos cuenta de la gran estafa que es esto de la globalización. Si a eso le sumamos que su competitividad en costes reposa sobre mano de obra semiesclava, entonces es mejor que hablemos de otra cosa. El autor del artículo invita a las ciudades de EE.UU. a que se conviertan en las defensoras e impulsoras de su propio desarrollo, estableciendo el clima y los incentivos adecuados para atraer la inversión productiva y el empleo.

En la filosofía localnomics la batalla económica y comercial se libra desde el término municipal, ya no desde los estados.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Ciencia, creencias y estupidez

No hay cosa peor que que nos tomen por idiotas. Las religiones se han especializado en ello, en el engaño y la comedura de coco, a lo largo de los siglos, pero los poderes públicos, tanto legítimos como impuestos, no se han quedado atrás en el intento. Una de las especialidades de los manipuladores es el intentar hacer pasar por verdades inmutables los dogmas de fe o las premisas ideológicas.

Desgraciadamente esto es lo que sufrimos en la actualidad en el contexto de la crisis mundial por la que pasamos. El desmoronamiento general de las economías occidentales le está sirviendo de excusa a la derecha neoliberal para imponer sus criterios ideológicos, a través de las políticas públicas, y venderlos como soluciones avaladas por la ciencia económica. A estas alturas ya nadie con dos dedos de frente se cree que reduciendo el volumen de la Administración y el poder adquisitivo del ciudadano se vaya a recuperar la actividad productiva y se vaya a crear empleo. Va contra toda lógica, pero nos tienen donde quieren.

Pero lo venden, tanto el BCE como los líderes europeos, como la única solución a nuestros problemas, como la única alternativa de política económica que se puede aplicar en esta situación. Teniendo en cuenta que la economía no es una ciencia exacta y que sirve mejor para explicar el pasado que para predecir el futuro inmediato (a los hechos me remito), resulta ridículo que nos presenten sus principios ideológicos como recetas para promover el crecimiento económico. Liberalizarlo todo, reducir los derechos de los ciudadanos al mínimo, desproteger a la sociedad… Algún día nuestros descendientes, si llegan a existir, estudiarán esta época como la gran era de la manipulación y el engaño.

El paso del tiempo pone en evidencia lo estúpido y manipulado de los principios, creencias e ideas de determinadas sociedades en determinadas épocas. Ahora que entramos en décadas oscuras para la razón conviene recordar ejemplos de la estupidez humana de otras épocas. Me remito al filósofo Bertrand Russell y  a un artículo que escribió como respuesta al veto que se le impuso, por sus ideas liberales, para dar clase en la Universidad de la Ciudad de Nueva York en 1940.

El escrito, titulado “La libertad y las universidades”, contiene dos ejemplos de la majadería que emana de imponer la ideología o las creencias a la ciencia que no tienen desperdicio.

En el primero, se hace alusión a una organización denominada “Sociedad de la Tierra Plana”, que según Russell existía en la ciudad de Durban hacia 1900 (supongo que no habían tenido conocimiento del viaje de Magallanes, digo yo). Uno de sus miembros desafió al mundo a un debate público para que alguien probase la redondez de nuestro planeta. Recogió el testigo un capitán de barco basando su argumentación a favor de la curvatura de la tierra en el hecho empírico de que él lo había recorrido. Pues el argumento fue desechado y el defensor de la planicie obtuvo dos tercios de mayoría en las votaciones. Y comenta Russell con sorna:

“Una vez manifestada así la voz del pueblo, el verdadero demócrata debe sacar la conclusión que en Durban la tierra es plana. Espero que desde entonces nadie pueda enseñar en las escuelas públicas de Durban (creo que allí no hay universidad), a menos que suscriba la declaración de que la redondez de la tierra es un dogma infiel destinado a fomentar el comunismo y la destrucción de la familia”.

Pero no os riáis tanto los de izquierdas de los cristianos fanáticos radicales, que también el socialismo real ha dado situaciones patéticas, aparte de los discursos de Fidel Castro (de Chávez ni hablamos). En el mismo artículo, Bertrand Russell incluye un texto sin desperdicio que apareció publicado en la Revista Astronómica de la Unión Soviética en 1938. Con esa aproximación a la ciencia me cuesta creer que lograsen poner a un hombre en órbita:

“La cosmogonía burguesa moderna se encuentra en un estado de profunda confusión ideológica, resultante de su negativa a aceptar el único verdadero concepto materialista-dialéctico, a saber, la infinitud del universo, tanto con respecto al espacio como con respecto al tiempo”.

Por alguna razón a Stalin le molestaba vivir en un universo finito y curvado sobre sí mismo. En que estaría pensando el idiota de Einstein…

“Las pocas obras materialistas soviéticas existentes sobre problemas de cosmología han permanecido aisladas y han sido suprimidas por los enemigos del pueblo hasta hace poco”.

La verdad es que es una injusticia porque hace falta ser un genio para asociar la mecánica cuántica con el materialismo histórico. Todavía deben estar resonando en el cosmos las carcajadas de la comunidad científica internacional.

“El éxpose de los enemigos del pueblo soviético hace necesario el desarrollo de una nueva cosmología materialista soviética”.

Supongo que esta visión dialéctica de la cosmología y la física es lo que llevó a que la URSS perdiera dos naves en Marte (las Mars 3 y 6) a principios de los 70. Es broma, los yanquis han perdido muchas más durante la carrera espacial.

“Se estima necesario que la ciencia soviética entre en la arena científica internacional aportando sólo realizaciones concretas en las teorías cosmológicas basadas en nuestra metodología filosófica”.

Yo no sabía que había una ciencia de derechas y otra de izquierdas. ¿Debo entender que la Ley de la Gravedad no funciona igual en Cuba y Corea del Norte que en los países capitalistas?

En fin, que aparte de risas, la estupidez humana asociada a un dogma de fe o a una ideología no conoce límites. Espero que dentro de 40 años los discursos de Merkel, Draghi y Rajoy nos hagan reír tanto como el debate sobre la tierra plana o la cosmología dialéctica, a no ser que hayan convertido el mundo occidental en un erial de pobreza y desigualdad social tal que se nos hayan quitado las ganas de cachondeo.

PD. Por cierto, Romney me da pero que mucho miedo: estadounidenses, votad a Obama, por favor!
 
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