lunes, 3 de septiembre de 2012

Ciencia, creencias y estupidez

No hay cosa peor que que nos tomen por idiotas. Las religiones se han especializado en ello, en el engaño y la comedura de coco, a lo largo de los siglos, pero los poderes públicos, tanto legítimos como impuestos, no se han quedado atrás en el intento. Una de las especialidades de los manipuladores es el intentar hacer pasar por verdades inmutables los dogmas de fe o las premisas ideológicas.

Desgraciadamente esto es lo que sufrimos en la actualidad en el contexto de la crisis mundial por la que pasamos. El desmoronamiento general de las economías occidentales le está sirviendo de excusa a la derecha neoliberal para imponer sus criterios ideológicos, a través de las políticas públicas, y venderlos como soluciones avaladas por la ciencia económica. A estas alturas ya nadie con dos dedos de frente se cree que reduciendo el volumen de la Administración y el poder adquisitivo del ciudadano se vaya a recuperar la actividad productiva y se vaya a crear empleo. Va contra toda lógica, pero nos tienen donde quieren.

Pero lo venden, tanto el BCE como los líderes europeos, como la única solución a nuestros problemas, como la única alternativa de política económica que se puede aplicar en esta situación. Teniendo en cuenta que la economía no es una ciencia exacta y que sirve mejor para explicar el pasado que para predecir el futuro inmediato (a los hechos me remito), resulta ridículo que nos presenten sus principios ideológicos como recetas para promover el crecimiento económico. Liberalizarlo todo, reducir los derechos de los ciudadanos al mínimo, desproteger a la sociedad… Algún día nuestros descendientes, si llegan a existir, estudiarán esta época como la gran era de la manipulación y el engaño.

El paso del tiempo pone en evidencia lo estúpido y manipulado de los principios, creencias e ideas de determinadas sociedades en determinadas épocas. Ahora que entramos en décadas oscuras para la razón conviene recordar ejemplos de la estupidez humana de otras épocas. Me remito al filósofo Bertrand Russell y  a un artículo que escribió como respuesta al veto que se le impuso, por sus ideas liberales, para dar clase en la Universidad de la Ciudad de Nueva York en 1940.

El escrito, titulado “La libertad y las universidades”, contiene dos ejemplos de la majadería que emana de imponer la ideología o las creencias a la ciencia que no tienen desperdicio.

En el primero, se hace alusión a una organización denominada “Sociedad de la Tierra Plana”, que según Russell existía en la ciudad de Durban hacia 1900 (supongo que no habían tenido conocimiento del viaje de Magallanes, digo yo). Uno de sus miembros desafió al mundo a un debate público para que alguien probase la redondez de nuestro planeta. Recogió el testigo un capitán de barco basando su argumentación a favor de la curvatura de la tierra en el hecho empírico de que él lo había recorrido. Pues el argumento fue desechado y el defensor de la planicie obtuvo dos tercios de mayoría en las votaciones. Y comenta Russell con sorna:

“Una vez manifestada así la voz del pueblo, el verdadero demócrata debe sacar la conclusión que en Durban la tierra es plana. Espero que desde entonces nadie pueda enseñar en las escuelas públicas de Durban (creo que allí no hay universidad), a menos que suscriba la declaración de que la redondez de la tierra es un dogma infiel destinado a fomentar el comunismo y la destrucción de la familia”.

Pero no os riáis tanto los de izquierdas de los cristianos fanáticos radicales, que también el socialismo real ha dado situaciones patéticas, aparte de los discursos de Fidel Castro (de Chávez ni hablamos). En el mismo artículo, Bertrand Russell incluye un texto sin desperdicio que apareció publicado en la Revista Astronómica de la Unión Soviética en 1938. Con esa aproximación a la ciencia me cuesta creer que lograsen poner a un hombre en órbita:

“La cosmogonía burguesa moderna se encuentra en un estado de profunda confusión ideológica, resultante de su negativa a aceptar el único verdadero concepto materialista-dialéctico, a saber, la infinitud del universo, tanto con respecto al espacio como con respecto al tiempo”.

Por alguna razón a Stalin le molestaba vivir en un universo finito y curvado sobre sí mismo. En que estaría pensando el idiota de Einstein…

“Las pocas obras materialistas soviéticas existentes sobre problemas de cosmología han permanecido aisladas y han sido suprimidas por los enemigos del pueblo hasta hace poco”.

La verdad es que es una injusticia porque hace falta ser un genio para asociar la mecánica cuántica con el materialismo histórico. Todavía deben estar resonando en el cosmos las carcajadas de la comunidad científica internacional.

“El éxpose de los enemigos del pueblo soviético hace necesario el desarrollo de una nueva cosmología materialista soviética”.

Supongo que esta visión dialéctica de la cosmología y la física es lo que llevó a que la URSS perdiera dos naves en Marte (las Mars 3 y 6) a principios de los 70. Es broma, los yanquis han perdido muchas más durante la carrera espacial.

“Se estima necesario que la ciencia soviética entre en la arena científica internacional aportando sólo realizaciones concretas en las teorías cosmológicas basadas en nuestra metodología filosófica”.

Yo no sabía que había una ciencia de derechas y otra de izquierdas. ¿Debo entender que la Ley de la Gravedad no funciona igual en Cuba y Corea del Norte que en los países capitalistas?

En fin, que aparte de risas, la estupidez humana asociada a un dogma de fe o a una ideología no conoce límites. Espero que dentro de 40 años los discursos de Merkel, Draghi y Rajoy nos hagan reír tanto como el debate sobre la tierra plana o la cosmología dialéctica, a no ser que hayan convertido el mundo occidental en un erial de pobreza y desigualdad social tal que se nos hayan quitado las ganas de cachondeo.

PD. Por cierto, Romney me da pero que mucho miedo: estadounidenses, votad a Obama, por favor!

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