La televisión ya no es lo que fue
en el siglo pasado. Ahora nos encontramos con un sector en ebullición, con un
elevado grado de competencia, en el que confluyen distintos actores de muy
diversos orígenes: desde los agentes tradicionales del sector –los grandes
grupos mediáticos propietarios de las cadenas de televisión lineal-, hasta
nuevos players procedentes de
actividades tan distantes como pueden ser las telecomunicaciones, como es el
caso de Telefónica, Vodafone y Orange.
Mención aparte merecen las OTT (over the top), que son plataformas de
contenidos digitales que, basadas en internet, despliegan estrategias de
alcance mundial. Es el caso de marcas como HBO, Amazon Prime Video y, por
supuesto, el paradigma de todo esto, Netflix. También en el las de las OTT
podemos hablar de una gran heterogeneidad de origen. De los tres ejemplos
citados, HBO fue es su día una empresa de televisión por cable y por satélite,
Amazon Prime Video pertenece al megaportal de comercio electrónico del mismo
nombre y Netflix, aunque comenzó alquilando DVDs por correo, es en esencia una
compañía tecnológica.
Ya no tiene sentido hablar de
televisión, sino, más bien, de un hipersector o ecosistema de entretenimiento.
Todo está cambiando a marchas forzadas y el modelo tradicional de televisión
lineal en abierto va perdiendo terreno ante propuestas más innovadoras. De acuerdo
con la consultora
Barlovento, en 2018 tuvo lugar un descenso en España del consumo lineal,
234 minutos por persona y día sobre un “universo de consumo” de 44,6 millones
de ciudadanos, que supone un descenso de seis minutos en relación con la cifra
de 2017. Barlovento subraya que este particular lleva disminuyendo desde 2012.
Frente a la situación que vive la
televisión en abierto, la de pago sigue creciendo año tras año, de forma que en
2018 ya acapara, en sus distintas modalidades, la cuarta parte del consumo
total. En cifras, estamos hablando de casi siete millones de hogares, de
acuerdo con los datos de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia.
En general, existen en la actualidad
tres grandes modelos de negocio en relación con la televisión de pago. Se trata
de la monetización por suscripción, por publicidad y por pago por contenidos.
Cada uno tiene sus correspondientes siglas en inglés:
Suscripción de vídeo bajo demanda
(Subscription Video on Demand – SVOD). El usuario paga una tarifa plana
y tiene acceso a todos los contenidos de la plataforma, como ocurre en Netflix.
Publicidad en el vídeo bajo
demanda (Advertising Video on Demand – AVOD). El visionado de contenido
es gratuito, pero este contiene publicidad. Los ingresos en este modelo
proceden del anunciante. El portal YouTube sigue este esquema.
Transactional Video on Demand (TVOD). En este caso el acceso a la
plataforma es gratuito, pero se paga por ver contenidos específicos. Es un
esquema que se ha utilizado en las retransmisiones de lucha libre y boxeo, y
también es el que sigue el portal iTunes de Apple.
La llegada de las OTT, el auge de
la televisión por internet y el agotamiento del modelo lineal, están haciendo
reaccionar a los agentes tradicionales, que han acabado por comprender que la
única forma de competir con empresas nativas digitales, como Netflix o Amazon
Prime Video, es establecer una cabeza de playa en internet. La cadena de valor
tradicional del sector audiovisual está rota y las empresas se ven obligadas a
adaptarse al nuevo ecosistema multipantalla y multicanal, para encontrar
modelos de ingresos a medio y largo plazo, en un paisaje en rápido cambio
constante.
De esta forma, en Europa están
proliferando las alianzas entre los agentes tradicionales del sector para poder
establecer en internet una oferta de contenidos, siguiendo la senda marcada por
las OTT. En Francia, las cadenas France Televisions, TF1 y M6 han creado la
plataforma de SVOD Salto y en el Reino Unido, BBC, ITV y Channel 4, quieren
hacer lo propio con Freeview, hasta ahora un canal en abierto, pero que
pretenden transformar en un servicio bajo suscripción a través de internet.
Alemania, por su parte, también tiene un proyecto de vídeo bajo demanda,
todavía sin bautizar, que reúne a ProSiebenSat.1 y a Discovery Communication’s
Eurosport.
Nuestro país no se mantiene al
margen de esta tendencia y, a finales de 2018, saltaba el anuncio de la
creación de Loves TV, que surge de un acuerdo entre Mediaset, Atresmedia y
RTVE. El objetivo es convertirla en una plataforma de streaming y, mediante una app, llevar la oferta de contenidos a
tabletas y teléfonos móviles, aproximándose al formato utilizado por las OTT.