Viene al pelo la letra de esta canción del tercer disco de Bob Dylan para ilustrar, en contextos abiertamente diferentes, las propuestas de The ClueTrain Manifesto (El Manifiesto Cluetrain), un documento que, aunque redactado en 1999, establece las nuevas reglas del mercado que afloran con la revolución de Internet, y más en particular, con los principios de participación popular de la Web 2.0.
Emulando a Martín Lutero, los autores, Rick Levine, Christopher Locke, Doc Searls y David Weinberger, elaboraron una relación de 95 tesis o proposiciones estableciendo los mecanismos que rigen los mercados de la era digital y el nuevo tipo de relaciones con las empresas que demandan los consumidores. El manifiesto parte de la premisa de que ahora los mercados son conversaciones -divertidas, directas, abiertas y naturales- entre personas, y que el lenguaje que siguen utilizando las corporaciones es rígido, monótono, aburrido y carente de creatividad. Afirma igualmente que las empresas deben bajar de su torre de marfil y hablarle a la gente con la que esperan establecer relaciones.
En resumen, el documento establece la supremacía de la comunicación personal y de la transparencia sobre abstracciones tales como “target” o mercado objetivo y “empresa”. Tanto los unos como los otros están integrados por seres humanos que tienen la necesidad de comunicarse entre ellos y de formar comunidades, y esto es ahora posible gracias a las TIC.
Resulta impresionante la visión de los autores, teniendo en cuenta que a finales de la década pasada todavía no se había producido la incorporación de las masas a fenómenos del tipo de Twitter o Facebook. Si entonces el Cluetrain Manifesto podía interpretarse como una predicción discutible, hoy es una realidad más que evidente.
El 14 de octubre pasa por Madrid uno de los coautores, David Weinberger, y veremos qué tiene que contarnos diez años más tarde. En cualquier caso, y cerrando con Dylan (me encantan los círculos), a las empresas que quieran triunfar en la economía digital habría que aconsejarles: then you better start swimmin´ or you´ll sink like a stone, for the times they are a-changin´.
Emulando a Martín Lutero, los autores, Rick Levine, Christopher Locke, Doc Searls y David Weinberger, elaboraron una relación de 95 tesis o proposiciones estableciendo los mecanismos que rigen los mercados de la era digital y el nuevo tipo de relaciones con las empresas que demandan los consumidores. El manifiesto parte de la premisa de que ahora los mercados son conversaciones -divertidas, directas, abiertas y naturales- entre personas, y que el lenguaje que siguen utilizando las corporaciones es rígido, monótono, aburrido y carente de creatividad. Afirma igualmente que las empresas deben bajar de su torre de marfil y hablarle a la gente con la que esperan establecer relaciones.
En resumen, el documento establece la supremacía de la comunicación personal y de la transparencia sobre abstracciones tales como “target” o mercado objetivo y “empresa”. Tanto los unos como los otros están integrados por seres humanos que tienen la necesidad de comunicarse entre ellos y de formar comunidades, y esto es ahora posible gracias a las TIC.
Resulta impresionante la visión de los autores, teniendo en cuenta que a finales de la década pasada todavía no se había producido la incorporación de las masas a fenómenos del tipo de Twitter o Facebook. Si entonces el Cluetrain Manifesto podía interpretarse como una predicción discutible, hoy es una realidad más que evidente.
El 14 de octubre pasa por Madrid uno de los coautores, David Weinberger, y veremos qué tiene que contarnos diez años más tarde. En cualquier caso, y cerrando con Dylan (me encantan los círculos), a las empresas que quieran triunfar en la economía digital habría que aconsejarles: then you better start swimmin´ or you´ll sink like a stone, for the times they are a-changin´.