domingo, 27 de septiembre de 2009

Ahora que eres Community Manager

También se podría titular esta intervención (lo de post me parece de pijoapartes), “quería una misión y por mis pecados me concedieron una, me la sirvieron en bandeja”, como decía la voz en off de Willard al principio de Apocalypse Now, cuando le encargan subir río arriba para acabar con el chalado del Coronel Kurtz.

Community Manager o Social Media Organizer (SMO), dícese del tipo o la tipa al que contrata una empresa u organización para que obre un milagro en las redes sociales. En suma, lo que esperan de ti es que los 300 millones de usuarios de Facebook y los algo menos de Twitter se enamoren del producto o servicio que vende tu empresa, o de la imagen de tu organización.

Y la verdad es que cuando creas un grupo o página corporativa en Facebook parece que ya está hecho: ahora se empezará a apuntar la gente –piensas- como manadas de búfalos en celo. Pero nada más lejos de la realidad; si consigues 40 fans en tus páginas, te puedes dar con un canto en los dientes, y eso teniendo en cuenta que más de la mitad son tus amigos. Y otra cosa es que encima participen, que generalmente la gente enchufa la foto en tu página y luego se olvida de que es miembro de tal o cual.

Sin embargo, a ti te exigen acciones virales (no viriles, que ese es otro tema), es decir, acciones que extiendan como un virus la imagen de tu organización por toda la web. Los expertos en la materia, que ya son multitud –demasiados y demasiado listos, a mi modo de ver-, no paran de dar consejos sobre estos temas, pero son incapaces de mostrarte ejemplos de éxito en los que el producto no se venda solo, como puede ser Coca-Cola, que tiene fans naturales mucho antes de Internet, o más en nuestro corral, la página de Facebook de la película de culto “Amanece que no es poco” de José Luis Cuerda, que cuenta a día de hoy con 12.395 fans y muy activos además.

Haciendo gala de un gran sentido del humor, el blog The secret life of a bonafide marketing genius explica que la viralidad es la hábil combinación de seis factores:

1. Valor, para el público del producto o servicio
2. Diversión, frente a planteamientos tediosos
3. Creatividad, originalidad de la acción emprendida
4. Temporalización
5. Distribución
6. Polvillo de hada

Como explica el redactor de este blog, no existe la tecla en el teclado del ordenador que se llame “convertir esta acción en viral”. El éxito en gran medida depende de la suerte y no existen fórmulas mágicas para garantizar la difusión masiva a través de las redes sociales. Que se enteren.

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