En el sexto año oficial de crisis económica en Europa podemos comprobar como, al margen de lo violento de la recesión, las políticas impulsadas por la Comisión Europea y humedecidas con el isopo de Angela Merkel, alumna aventajada de esa otra iron maiden que fue Margaret Thatcher (que según los chistes de hoy en las redes sociales debe de estar privatizando el infierno), no sólo no nos sacan de los números rojos sino que están empobreciendo a las sociedades de las naciones europeas. Y lo dice Eurostat, la propia agencia estadística de la UE, en el informe Living standards falling in most Member States. Que se puede traducir como que los niveles de vida están cayendo en la mayoría de los Estados miembros.
No es una novedad si nos referimos a los “cerdos” de siempre, como nos llaman los europeos del norte a los españoles, griegos, irlandeses, portugueses, italianos, y supongo que ahora, chipiotras (bienvenidos al club de los pringaos). Lo que me extraña es el “most” del título. ¿La mayoría de los países de la UE están perdiendo nivel de vida, es decir, no sólo los pecadores del mea culpa? Qué raro que las políticas aplicadas no beneficien por lo menos a las naciones aplicadas con sus deberes económicos.
Los datos de Eurostat, aun publicados en este año, nos remiten a 2010, y expresan que en 15 de los países de la Unión Europea la población perdió nivel de renta. Los que más sufrieron dicha caída fueron Bulgaria (6,6%), Letonia (6,1%) y, cómo no, España (5,8%).
Por supuesto, el estrato de población que ha sufrido la caída de poder adquisitivo con más fuerza ha sido el de los desempleados, excepto en Dinamarca, Reino Unido, Alemania, Francia, Finlandia, Chipre y Holanda, en donde los parados conocieron una evolución de su renta mejor que las personas empleadas entre 2009 y 2010.
Uno de los datos más alarmantes y que delata la gravedad de la situación que estamos viviendo es el del acceso de los europeos a los alimentos básicos. Según Eurostat, alrededor del 10% de los habitantes de la Unión Europea no puede permitirse alimentarse de pescado, carne o pollo, o una dieta vegetariana equivalente en nutrientes, cada dos días.
Por países, esta cifra era relativamente baja en España en 2011 (vete tú a saber dos años después), en torno al 3%, pero llegaba hasta el 29% en Hungría, el 38,8% en Letonia, y hasta el 50% en Bulgaria.
En fin, que creo que vamos en la dirección equivocada: una política fiscal procíclica en tiempos de crisis, la ausencia de política monetaria (de hecho es lo que se le reclama al Banco Central Europeo estos días: que actúe de una puñetera vez como la autoridad monetaria que es), y por supuesto, la eliminación de cualquier tipo de política de infraestructuras. Es lo que alababa hoy en el diario El país el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz: el combinar eficientemente estos tres vectores. Cuándo aprenderemos…
Gracias Pablo...
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