El cloud gaming o
el jugar en la nube, aunque todavía es un fenómeno incipiente, está llamado a
cambiar por completo la industria del juego electrónico en los próximos diez
años. Partiendo de un valor actual de 1 000 millones de dólares, GlobalData
calcula que en 2030 este mercado alcanzará los 30 000 millones, con una tasa de
crecimiento anual compuesto del 40% durante la década. Por su parte, Omdia
calcula que esta modalidad pasará a representar en 2025 el 7,5% del gasto
mundial en videojuegos, desde el 1% que suponía en 2020.
Hablamos de cloud gaming para
hacer referencia a aquellos juegos que el usuario recibe a través de streaming desde
la nube y a los que, en principio, puede acceder con cualquier dispositivo
conectado a internet. En el videojuego convencional, los archivos del software
están almacenados en medios físicos –como, por ejemplo, discos-, o son
descargados desde un servidor de red a un dispositivo (consola, ordenador o
teléfono móvil). El juego es ejecutado por la unidad de proceso del dispostivo
(CPU) y por la unidad de procesamiento gráfico (GPU). La tecnología del cloud
gaming traslada el procesado a servidores remotos y permite, a
cualquiera que disponga de una conexión de internet de banda ancha, acceder
directamente a juegos de gran calidad gráfica.
Esta modalidad es revolucionaria
en tres dimensiones distintas: la distribución, el consumo y la monetización.
En el primer caso, porque el usuario no tiene que comprar ningún formato
físico, ni descargarse ningún programa en su dispositivo para empezar a jugar.
En segundo lugar, se trata de un formato que permite una portabilidad absoluta:
al no depender de un dispositivo concreto, el jugador puede acceder al juego
desde cualquier lugar, con cualquier terminal conectado, como una televisión
inteligente, un móvil o una tableta. Finalmente, los juegos en la nube abren la
puerta a nuevos modelos de negocio para el sector, como, por ejemplo, la
suscripción a una plataforma –de forma parecida al modelo audiovisual de
Netflix o HBO-, frente a los modelos de antaño basado en la adquisición o el
alquiler de videojuegos concretos.
Hay dos tendencias tecnológicas
que sin duda impulsarán el cloud gaming. El despliegue del estándar 5G va a
traer consigo una latencia de 1 milisegundo que permita funcionar a estos
juegos en alta resolución, algo que el actual 4G, con latencias superiores a
los 10 ms, no permite. El segundo avance es el edge computing, el
acercar el procesado de información cada vez más al usuario para que no tenga
que esta que viajar hasta un centro de datos situado en un lugar remoto,
también supondrá importantes ganancias en términos de latencia, es decir, el
retardo de respuesta de las redes, garantizando la interactividad necesaria.
Una de las consecuencias
esperadas del cloud gaming es que los videojuegos acaben
siendo ofrecidos por las operadoras de telecomunicaciones como un servicio más
dentro de sus paquetes de oferta de conectividad. Este producto podría seguir
la misma senda que ha llevado la televisión por IP, que suele estar incluida en
los empaquetamientos, en lo que se conoce como quíntuple play, que
incluye voz fija y móvil, datos fijos y móviles y televisión por internet.
Una encuesta llevada a cabo por
la consultora Omdia revela la receptividad del consumidor hacia la posibilidad
de recibir acceso a videojuegos online dentro de su paquete de
comunicaciones. De media entre los países considerados, un 17% ve con buenos
ojos esta opción, si bien hay países donde la población es más proclive, como
China (25%), Turquía (23%) o Brasil (20%). Un 14% de los españoles consultados
estaría dispuesto a recibir el acceso a videojuegos en red con su oferta de
telefonía.
El cloud gaming es
la gran apuesta de los grandes agentes del sector. Tanto Sony como Microsoft
están lanzando nuevos productos – PlayStation 5 y Xbox Series X y S,
respectivamente- bajo el modelo de suscripción para ofrecer sus catálogos
vía streaming. El tiempo dirá si estamos ante un nuevo paradigma
que abra nuevos modelos de negocio en la industria del videojuego de cara la
década que ahora comienza.
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