Durante una amplia época la industria pareció ser relegada de su protagonismo tradicional dentro de las economías por lo que se llamó terciarización, es decir, el auge de las actividades relacionadas con la prestación de servicios. Las finanzas, los seguros, la consultoría, los servicios asociados al turismo (especialmente en España) parecían destinados a constituir los nuevos guías del crecimiento económico. Paralelamente, la empresa multinacional comenzó a deslocalizar sus plantas productivas, trasladándolas de las metrópolis a países emergentes en los que el coste de la mano de obra era menor. Por último, desde 2008 la crisis mundial ha contribuido a acelerar la quiebra de muchas explotaciones productivas, fenómeno que se ha acentuado desde 2010 con el recrudecimiento de la situación económica.
Pero la industria vuelve a cobrar un primer plano en el discurso económico, tanto en EE.UU. como en Europa, y a pesar de las voces que nos vendieron hace un par de décadas la preeminencia del sector terciario, ahora se ve que el aumento de la capacidad productiva industrial, es decir, la producción de bienes, es la única salida posible de la crisis.
La Unión Europea ha lanzado un documento, que bajo el título Una industria europea más fuerte para el crecimiento y la recuperación económica (COM(2012) 582 final), defiende la necesidad de reindustrializar el continente como forma de crear empleo de valor elevado y de hacer frente a los retos de la sociedad actual. De hecho, el trabajo establece las bases para el desarrollo de una política industrial comunitaria basada en la colaboración entre los órganos de gobierno de la Unión y los Estados miembros.
La apuesta por el sector manufacturero es decidida e indiscutible:
“La atención política sobre la industria se sustenta en el convencimiento de que son esenciales unos sólidos cimientos industriales para lograr una Europa rica y con éxito económico. Es vital estimular la recuperación económica, disponer de empleos de alta calidad y reforzar nuestra competitividad global. La industria puede generar el gran crecimiento de la productividad necesario para reiniciar un crecimiento sostenible: la productividad industrial ha aumentado en un 35 % desde los peores momentos de la crisis en 2009. Además, solo la industria puede mejorar el uso eficiente de la energía y de los recursos a todos los niveles de la economía —frente a la escasez global de recursos— y, también, ayudar a dar soluciones a otros retos que tiene planteados la sociedad.”
Para ello, la Comisión Europea propone un enfoque de actuación basado en cuatro principios:
- Establecer el marco adecuado para estimular la inversión, la adopción de nuevas tecnologías y el uso eficiente de los recursos.
- Estimular el mercado interior y promover la presencia de las empresas europeas en mercados externos.
- Favorecer el acceso a la financiación de las empresas.
- Invertir en capital humano y capacidades.
De esta forma, las autoridades comunitarias proponen las siguientes líneas de actuación:
A. Facilitar la inversión en nuevas tecnologías e innovación, generando nuevos mercados y fomentando la sostenibilidad de la producción y la distribución:
1. Mercados para las tecnologías avanzadas de fabricación con vistas a una
producción limpia.
2. Mercados para las tecnologías facilitadoras esenciales.
3. Mercados de bioproductos.
4. Política industrial sostenible, construcción y materias primas
5. Vehículos y buques limpios.
6. Redes energéticas inteligentes.
B. Acceso a los mercados, incidiendo en los siguientes aspectos:
1. Mejorar el mercado interior de mercancías.
2. Fomentar el emprendimiento para que el mercado interior sea más dinámico.
3. El mercado interior de tecnología, la patente unitaria y la protección de los derechos de propiedad intelectual.
4. Apertura de mercados internacionales.
C. Acceso a la financiación y a los mercados de capitales
1. Ayudas del sector público para facilitar el acceso al capital a las empresas.
2. Facilitar el acceso a los mercados de capitales.
D. El papel crucial del capital humano:
1. El reto actual es la creación de empleo.
2. Inversión en capacidades y formación para acompañar los cambios estructurales.
3. Anticipación de las necesidades en empleo y en capacidades y gestión de la
reestructuración de las empresas.
En suma, parece una apuesta decidida por el fomento de la actividad económica y el crecimiento. El tiempo dirá en qué acaba todo esto.