No, no, éste no es un post de economía ficción, ni he tomado para desayunar churros mojados en coñac 103. La prestigiosa publicación The Economist, en una de sus ediciones de septiembre, dedica un amplio reportaje a lo que considera la próxima revolución asiática: la construcción del estado del bienestar para los ciudadanos de los distintos países del continente.
Los capitalistas más salvajes abrazando, aún tímidamente, la calida silueta de la socialdemocracia (bueno, en la mayoría de los casos el término “democracia” sobra), mientras que, curiosamente, nosotros retrocedemos hacia algo parecido a la sociedad de Manchester de la primera Revolución Industrial. Vivir para ver.
Pues sí, la citada revista afirma que el crecimiento económico de las últimas décadas ( que en casos como el de China se ha mantenido hasta hace poco en dos dígitos) está llevando a las poblaciones de distintos países del continente a demandar a sus gobiernos cosas tan disparatadas para un europeo actual como las pensiones, la sanidad pública o un seguro de desempleo. Indonesia se ha comprometido a crear un sistema de salud público para 2014; India ha llevado las prestaciones sanitarias a 110 millones de los ciudadanos más pobres; China ha extendido la cobertura de las pensiones a 240 millones de habitantes de zonas rurales. Mientras que la construcción de los estados del bienestar europeos llevó más de medio siglo, los asiáticos los van a crear en apenas una década.
No obstante, todavía el gasto público social en estos países no representa más que el 30% de la media europea, así que queda mucho camino por recorrer. Por otro lado, los gobiernos no quieren que la tradición de esfuerzo y trabajo duro que ha articulado el crecimiento económico de estas naciones se diluya por un “exceso de protección” de la población. Éste siempre ha sido un argumento neoliberal contra las políticas sociales sobre el que habría mucho que discutir: los países escandinavos gozan de los estados del bienestar más desarrollados del mundo y su mano de obra es de las más eficientes y competitivas.
Sin embargo, Asia se enfrenta a problemas que pueden obstaculizar este proceso, en concreto, los factores demográficos y las dimensiones de los países.
Mientras que naciones como India gozan de una población relativamente joven, China actualmente presenta la equivalencia de cinco trabajadores por cada persona mayor, proporción que para el año 2035 puede haber bajado a dos. El envejecimiento de la población es un factor de riesgo para la sostenibilidad en el tiempo de la cobertura social.
Por otro lado, el gran tamaño de estos países (en concreto China, India e Indonesia) y la disparidad geográfica de la renta entre sus regiones, dificulta la creación de una intervención social pública verdaderamente igualitaria, que no genere discriminación entre los ciudadanos de una u otra zona. Un buen ejemplo es el abismo que existe entre la China urbana industrial de las ciudades costeras y el interior rural agrícola.
No existen fórmulas magistrales que se puedan aplicar a lo largo y ancho de Asia; cada país debe aplicar las políticas adecuadas en función de su propia realidad. Sin embargo, los gobiernos deberían contemplar una serie de principios generales:
- Antes de formular promesas a la población hay que analizar si realmente se pueden financiar y su sostenibilidad en el tiempo.
- Enfocar bien el gasto social, asegurarse de que la ayuda se centra en aquellos que más lo necesitan. Un buen ejemplo de lo que no se debe hacer es el de Indonesia, que el año pasado invirtió nueve veces más recursos públicos en subsidiar la gasolina de lo que gastó en sanidad, beneficiando al estrato de población más prospero que es el que puede permitirse poseer vehículos de motor.
- Hace falta ser flexible e innovador. Flexible para adaptarse a las distintas necesidades del mosaico poblacional que constituyen estos países. E innovador, aprovechando la tecnología para hacer más eficiente la administración pública.
Dado que van a ser los líderes hegemónicos del mundo en este siglo, me alegro de que hayan comprendido la importancia de apoyar a la sociedad desde el sector público.
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