Hace unas semanas planteábamos aquí una panorámica del estado del arte de la competitividad en las economías de América Latina, basándonos en la publicación The Global Competitiviness Report 2012-2013 de World Economic Forum. Hoy queremos analizar qué dice el citado informe sobre España.
Recordamos los criterios que utiliza World Economic Forum para establecer comparaciones entre naciones en términos de competitividad, que se basa en los siguientes epígrafes:
1. Instituciones: entorno legal y administrativo.
2. Infraestructura: transportes y comunicaciones.
3. Entorno macroeconómico: grado de estabilidad.
4. Nivel de desarrollo de la educación primaria y la sanidad.
5. Educación superior y formación.
6. Eficiencia del mercado de bienes.
7. Eficiencia del mercado laboral.
8. Desarrollo del mercado financiero.
9. Preparación tecnológica.
10. Tamaño del mercado/capacidad exportadora.
11. Grado de sofisticación de las prácticas de negocios.
12. Innovación.
Hablando de los resultados, la buena noticia es que España ha subido un puesto respecto a las anteriores mediciones en el ranking general, hasta el 35, justo por debajo de Chile que ocupa el 34. Para satisfacer la lógica curiosidad del lector, informo de que los cinco primeros puestos de la clasificación mundial son ocupados respectivamente por Suiza, Singapur, Finlandia, Alemania y Estados Unidos.
Para comentar nuestro estado, podemos agrupar la situación de nuestro país en comparación con los 148 países que conforman la muestra, de forma que distingamos en lo que estamos muy bien (por encima del puesto 20 de la lista), en lo que estamos bien (entre el 20 y el 40), y luego en lo que vamos a la cola (por encima del puesto 80) y por último, lo que tenemos rematadamente mal (en una posición por encima de 100). Veamos pues nuestra radiografía económica comparativa:
En qué estamos por encima de los demás, he seleccionado los más significativos:
- Confianza en los cuerpos de seguridad (18).
- Calidad de las infraestructuras de transportes, destacando las ferroviarias (5).
- Variación de la inflación anual (1). Efectivamente, el último trimestre registró deflación, lo cual es más preocupante que motivo para alegarse.
- Mortalidad infantil.
- Esperanza de vida al nacer (5).
- Porcentaje de niños que cursan educación primaria (8).
- Tasa de alumnos que cursan educación secundaria (2)
- Tasa de alumnos que cursan educación superior (8)
- Calidad de las escuelas de negocios (4)
- Índice de tamaño del mercado interior (14)
- Índice de tamaño del mercado exterior (19)
- Producto Interior Bruto (14)
- Diversificación de la oferta local (19)
- Disponibilidad de científicos e ingenieros (11)
En qué estamos comparativamente bien:
- Calidad del suministro eléctrico.
- Líneas de teléfono fijas por cada 100 habitantes.
- Disponibilidad de servicios de formación e investigación de calidad.
- Disponibilidad de las últimas tecnologías.
- Porcentaje de personas que usan Internet.
- Líneas de Internet fijo de banda ancha por cada 100 habitantes.
- International Internet Bandwith por usuario.
- Líneas móviles de banda ancha por cada 100 habitantes.
- Calidad de la oferta local de bienes y servicios.
- Naturaleza de la ventaja competitiva (los valores más altos de este índice corresponden a países cuya ventaja se basa en productos diferenciados; los más bajos en países que establecen la ventaja en función de bajos costes laborales).
- Amplitud de la cadena de valor (el indicador es más bajo si las empresas nacionales solamente están presentes en los tramos de menor valor añadido de la cadena, mientras que los valores más elevados corresponden a países cuyas empresas están presentes en gran parte de la cadena de valor.
- Sofisticación de los procesos de producción (Indicador más bajo cuanto más antigua es la tecnología empleada).
- Uso de técnicas y de herramientas avanzadas de marketing.
- Calidad de las instituciones científicas y de investigación.
- Patentes solicitadas bajo el Patent Cooperation Treaty por cada millón de habitantes.
En qué vamos a la cola:
- Transparencia de las políticas gubernamentales.
- Costes del terrorismo para los negocios
- Fortaleza de los sistemas de auditoría y reporte financiero.
- Eficacia de los cuadros de mando de las empresas.
- Índice de fortaleza de protección a la inversión.
- Calidad de la enseñanza de matemáticas y ciencias.
- Grado de inversión empresarial de formación del personal.
- Impacto de la legislación sobre la inversión extranjera directa (Indicador alto quiere decir que la alienta y bajo que la desincentiva).
- Exportaciones como porcentaje del PIB.
En qué vamos comparativamente muy mal:
- Confianza en los políticos.
- Eficiencia del gasto público.
- Peso de la regulación sobre el negocio.
- Desequilibrio presupuestario de la Administración como porcentaje del PIB.
- Deuda de la Administración como porcentaje del PIB.
- Efectos del sistema impositivo sobre los incentivos a invertir.
- Nº de procedimientos para empezar un negocio.
- Nº de días necesarios para empezar un negocio.
- Costes políticos de la agricultura.
- Importaciones como porcentaje del PIB.
- Grado de cooperación en las relaciones empleador-empleado.
- Flexibilidad en la fijación de salarios.
- Practicas de contratación y despido.
- Efectos de la imposición sobre los incentivos a trabajar.
- Relación entre sueldos y productividad laboral.
- Capacidad del país para retener el talento.
- Capacidad del país para atraer el talento.
- Facilidad para acceder al crédito.
- Disponibilidad de capital riesgo.
- Solidez del sistema bancario.
- Gasto del Gobierno en productos de tecnología avanzada.
El mosaico que configuran estas teselas sobre la competitividad española que nos ofrece World Economic Forum no puede ser más elocuente: un país serio, competitivo e innovador en manos de una Administración y de un sistema institucional ineficiente y esclerótico (de los ladrones no hablaremos aquí), y controlado por un estamento político y funcionarial burocrático y jerárquico que ahuyenta cualquier atisbo de iniciativa y de creatividad. Y esto vale también para el sector privado, no nos engañemos, que el informe también destaca la incompetencia de los cuadros de mando de la empresa privada. Si a eso le sumamos un mercado laboral más rígido que el de otras naciones, ya casi tenemos el cuadro completo.
Resumamos, pues, y analicemos todas las piezas que he expuesto arriba de forma desordenada.
Muy buen nivel de infraestructuras físicas y de telecomunicaciones… siempre que la inversión no haya respondido al capricho de un político o de sus amigos empresarios
España es un país que cuenta con importantes infraestructuras de transporte, si bien no siempre alcanzan la debida rentabilidad social (hablo de aeropuertos en donde no aterriza ningún avión o de trenes AVE en los que no viaja nadie). Destaca también la calidad del suministro energético. Estamos muy bien también en el campo de los servicios de telecomunicaciones de banda ancha fija, aunque en la móvil estamos más atrasados que otros países.
Alto grado de formación de la población… para tirarla o que se beneficien otros
Hasta ahora, y no sé qué pasará en el futuro cercano dado que el gobierno actual está dinamitando la educación pública, España es líder entre los países cuyas poblaciones ostentan elevados grados de formación primarios, secundarios y superiores. Aunque la enseñanza de matemáticas y ciencias deja bastante que desear.
Tenemos asimismo una elevada disponibilidad de ingenieros y científicos, aunque un escaso potencial para retener el talento y mucho menos para importar el de fuera.
La conclusión es que formamos (no nos engañemos, la base del sistema educativo son los centros públicos y concertados, que pagamos entre todos), formamos decía, a generaciones de jóvenes cuyo talento, o bien es aprovechado en el extranjero, o bien se desperdicia en el interior, empleándoles en tareas mucho menos cualificadas que la cota que marca su formación.
Mercados relativamente grandes y una oferta de calidad
Las grandes cuentas nos sitúan en el puesto número 14 en términos absolutos de volumen del PIB. Destacamos también en el peso importante del mercado interior y también en el tamaño del exterior. No obstante, estamos en un puesto muy atrasado en cuanto a la proporción de exportaciones en términos del PIB.
Nuestro mercado interior cuenta con una diversificación de la oferta de bienes y servicios, con numerosos proveedores, y con un grado comparativamente satisfactorio de calidad de los mismos.
Sectores productivos y empresas eficientes
La empresa española sale bien parada en general en el informe. Se le reconoce tener presencia en amplias y diversas zonas de la cadena de valor de los sectores productivos y poseer una ventaja competitiva más basada en la diferenciación del producto en los mercados que en los bajos costes laborales.
Además queda patente la presencia predominante de tecnología innovadora en los procesos de producción y un uso intensivo de herramientas avanzadas de marketing.
Es por tanto una empresa la española moderna y competitiva en parte importante de sus sectores, ¿cuál es el problema entonces?
...pero el marco institucional no acompaña a la empresa en España
Pues sí, entre nuestros mayores defectos, según el informe, está el funcionamiento de nuestra Administración y nuestra clase política, en la que nadie confía. Además se alude a la rigidez de nuestro sistema laboral como otro factor que lastra nuestra competitividad.
Sobre la Administración Pública, los autores denuncian la falta de transparencia de las políticas públicas, la ineficiencia en la ejecución del gasto público y un marco regulatorio que desincentiva la inversión y el emprendimiento. Crear una empresa en España es mucho más arduo y complejo que hacerlo en cualquiera de los otros países analizados.
La financiación de proyectos empresariales es otro punto negro en nuestra competitividad: el trabajo cuestiona la solidez del sistema financiero nacional y destaca la escasez de capital destinado por éste a la economía productiva, así como la baja implantación de forma más innovadoras de financiación de iniciativas, como el capital riesgo.
Finalmente destaca como un problema para la mejora de nuestra competitividad la excesiva rigidez del mercado laboral español, tanto en la poca facilidad para contratar y despedir, como en la falta de flexibilidad de los salarios y su poca relación con la productividad del trabajo.
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