La introducción de tecnología en
la operativa y los procesos de las pymes puede ayudarlas a enfrentar los retos
impuestos por su pequeño tamaño, y a mejorar su estrategia de negocio y su resiliencia
ante un entorno incierto y cambiante. La digitalización contribuye a la
reducción de costes de la empresa optimizando los procesos existentes, pues
permite medirlos y controlarlos con precisión. Además, proporciona nuevos
canales para conocer mejor los mercados en los que se mueve la compañía –CRM,
redes sociales-, y para llegar a nuevos clientes potenciales, a través del
comercio electrónico y la posibilidad de vender a través de plataformas y marketplaces.
El big data y la analítica se han convertido en herramientas
fundamentales de apoyo a la toma de decisiones, pues proporcionan una
información relevante para conocer en tiempo real tanto factores internos de la
empresa, como del entorno en el que se desenvuelve. Esto es especialmente
importante para poder conocer los cambios en la demanda, la aparición de nuevas
preferencias y necesidades de los consumidores, y poder actuar en consecuencia
con la flexibilidad requerida.
La cultura digital permite que la
organización utilizar el conocimiento derivado de la gestión de los datos para
tomar decisiones, y para funcionar con un enfoque centrado en el cliente, y, a
la vez, establece un marco de colaboración entre todas las áreas, y fomenta el
espíritu de innovación permanente. Todo ello debe redundar en la creación de
valor para todos los actores implicados y grupos de interés.
En este sentido, el Foro
Económico Mundial hace reposar la cultura digital sobre cuatro pilares: la
colaboración dentro del ecosistema de la organización para el desarrollo
conjunto de soluciones innovadoras; el dato como timón que guía las
actuaciones; el enfoque centrado en la experiencia de cliente; y, finalmente,
la innovación, concebida como la mejora continua de productos y procesos,
probando cosas nuevas y asumiendo riesgos.
La cultura digital implica
flexibilidad y el tener una plantilla capaz de asumir nuevos retos, de forma
que la organización no se quede atrás. La tecnología ayuda a adaptarse a
entornos en rápido cambio como los actuales, aportando la posibilidad de que
los equipos trabajen en remoto, de manera que se generen redes colaborativas
deslocalizadas. Por otra parte, permite desarrollar productos y servicios
innovadores que satisfagan las necesidades del cliente, y crear modelos de
negocio y nuevos canales de distribución.
La digitalización del tejido
productivo es algo muy presente en las políticas públicas. El plan España
Digital 2025 incluye hasta cincuenta medidas, entre las que se encuentra el
acelerar la digitalización de las empresas, con especial atención a las
micropymes y a las startups. En concreto, se ha fijado como
objetivo que al menos el 25% del volumen de negocio de las pymes provenga en
2025 del comercio electrónico. De esta forma, se pretende vertebrar las
acciones lideradas por el Estado con el fin de movilizar la inversión pública y
privada, y maximizar el avance en la digitalización de las empresas y reducir
las brechas de género existentes, buscando alinear prioridades, asegurar
economías de escala, sinergias y el desarrollo de programas, infraestructuras y
capacidades comunes para contribuir y acelerar las distintas iniciativas.
Esta acción pretende llegar con
ayudas a al menos 1 350 000 pymes, cifra que podría subir hasta las 1 500 000
en función de las intensidades de ayudas establecidas. Entre las compañías
objetivo, cabe destacar la apuesta por la digitalización de microempresas y
autónomos mediante el Programa Digital Toolkit, con un impacto esperado entre 1
200 000 y 1 350 000 microempresas y autónomos.
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