El vivir en un mundo digital nos
convierte en víctimas potenciales de recibir ataques a través de internet.
Ninguna persona o empresa está a salvo, y se calcula que a finales de 2020 el
coste anual de la ciberdelincuencia para la economía mundial alcanzó los 5,5
billones de euros, el doble de la cifra de 2015. La invasión de Ucrania en 2022
no ha hecho más que agravar la situación, pues ha movilizado a ejércitos
de hackers y ciberactivistas a favor de uno u otro bando,
dispuestos a sembrar el caos y la destrucción en las redes.
La ciberseguridad se ha
convertido en la pieza clave de transición digital, dado que solamente una
estrategia de defensa y protección robusta y efectiva ante las amenazas que
proliferan por el ciberespacio puede garantizar una navegación segura en un
entorno de confianza. Pero igual de relevante resulta que los usuarios sean
perfectamente conscientes de los riesgos asociados al uso de tecnología, y que
sepan evitarlos.
Año tras año los ciberdelitos
aumentan en número e intensidad. El año pasado tuvieron lugar notables
incidentes de seguridad por todo el mundo. La empresa de seguridad Astra
destaca los siguientes por su trascendencia:
- En mayo, y en el marco del conflicto de la
guerra de Ucrania, la Fundación Skolkovo, que representa el esfuerzo ruso
por emular Silicon Valley, sufrió un ataque por parte de hacktivistas
ucranianos, que accedieron a los servidores de la organización y a sus
archivos.
- Por otro lado, la plataforma de finanzas descentralizadas
(DeFi) Jimbos Protocol fue objeto del robo de 4 000 unidades de la
ciberdivisa Ether por un valor de 7,5 millones de dólares.
- Y más: grandes empresas británicas, como
British Airways, Aer Lingus, Boots, y la BBC, sufrieron el denominado ataque
a la cadena de suministro al ser hackeado el software de Transferencia de
Archivos Gestionados (MFT) MOVEit que utilizan, sufriendo el robo de
grandes cantidades de datos personales de sus clientes. La misma brecha de
seguridad en este software afectó a la agencia francesa de empleo,
Pôle emploi.
- En el mes de marzo, la Oficina de Registros
Criminales del Reino Unido (ACRO) recibió un ciberataque que dejó su web
fuera de servicio.
- Por su parte, la web Yellow Pages fue víctima
de una acción de ransomware, es decir, el secuestro de
información sensible mediante su encriptación a cambio de un rescate.
- Finalmente, el colectivo de hackers conocido
como Medusa robó información personal de los alumnos de la red de centros
educativos públicos de Minneapolis, para posteriormente publicarla en
la dark web.
De acuerdo con la revista Forbes,
ya en el primer trimestre de 2023 los ciberataques globales crecieron un 7%
respecto del mismo periodo del año precedente. Igualmente, estima que son
detectadas 560 000 piezas de malware nuevas cada día, y que
existen más de 1 000 millones de estos programas en circulación. Cada vez
resulta más difícil mantenerse a salvo en las redes, pues la cifra de personas
en el mundo afectadas por brechas de seguridad en lo que llevamos de 2023
asciende a 340 millones. Se dice pronto.
España se ha convertido en un
objetivo preferido para los ciberatacantes. De acuerdo con un informe de la
firma eslovaca de ciberseguridad ESET, durante la primera mitad de 2023, nuestro
país recibió el 4,9% de todos los ataques a escala mundial, solamente detrás de
Japón (9,5%) y Estados Unidos (7,8%). El ransomware ha sido
una de las modalidades más extendidas en este periodo, y han sufrido delitos de
esta clase entidades como el Hospital Clínic de Barcelona, Euskaltel o
Telepizza.
Ser más digitales nos hace más
cibervulnerables. Por ejemplo, el teléfono móvil, un dispositivo que lleva todo
el mundo en el bolso o el bolsillo, se ha convertido en un objetivo destacado
para los ciberdelincuentes, de forma que, según Statista, a finales de 2022 se
producían más de dos millones de ataques a móviles al mes en el mundo.
La ciberseguridad debe estar en
el corazón de cualquier estrategia de digitalización, si bien, como se ha
mencionado al principio, el usuario es la pieza más vulnerable de cualquier
sistema de seguridad, y, por ello, resulta un factor crítico que conozca
perfectamente los peligros a los que se enfrenta en el ciberespacio, y que
disponga de los conocimientos y las herramientas para defenderse de ellos.
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