lunes, 5 de octubre de 2009

Charlie no hace surf

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Y el Ministerio de Educación tampoco parece muy hábil de cara a fomentar la inmersión de los alumnos y docentes españoles en las tecnologías de la información y las comunicaciones y en una enseñanza basada en la navegación por las redes. El plan Escuela 2.0 parece una maniobra bastante torpe para acometer la necesaria modernización de las aulas y podría convertirse en su particular Vietnam, es decir, un atolladero en el que no se puede avanzar pero que tampoco permite la retirada.

Conocí al actual Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, hace unos años en la presentación de un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que entonces era rector, sobre la estructura solidaria de las universidades españolas. Fundación Telefónica  financió el trabajo y, tras el acto y durante el grato vino español que vino a continuación, yo, que había establecido una cabeza de playa junto a una bandeja de jamón serrano, me lo encontré de bruces agradeciéndome nuestra ayuda, a mí, el último primate de la organización. Conmovido por su humildad, con lágrimas en los ojos y tocinillo en las comisuras, le aseguré que una y mil veces más repetiríamos la hazaña si las circunstancias lo demandaran (o demandasen).

Payasadas aparte y dejando bien clara mi admiración por la talla intelectual y personal del Sr. Gabilondo, creo que no se ha planteado bien el tema de la modernización de la enseñanza, dejando de lado factores presupuestarios y de la geopolítica, es decir, la implantación en aquellas comunidades autónomas poco afines al puño y la rosa.

Y hay que estar de acuerdo en que no se puede implantar tecnología sin tecnología, es decir sin equipos, pero de ahí a dotar un ordenador por alumno hay un abismo. La experiencia en este sentido que hemos desarrollado en EducaRed en los últimos tres años, con experiencias que ya se pueden considerar exitosas, ha apostado más bien por el trabajo colaborativo entre los alumnos, y por compartir los equipos dentro de las aulas y entre distintos niveles y asignaturas. Esto, aparte de un considerable ahorro de costes, fomenta el aprendizaje colectivo entre el alumnado.

Y tan importante como los ordenadores y las pizarras digitales son la formación al docente, que no se limita a enseñarles a desenvolverse en Microsoft Office sino a que sean capaces de impartir su asignatura con los medios nuevos, y una guía y orientación permanente por un equipo de expertos actuando sobre el terreno, en los centros escolares, así como on line.  Y finalmente, iniciar la experiencia en centros piloto con la suficiente anticipación, de forma que se puedan generar acervos de buenas prácticas exportables al resto de centros, y de detectar obstáculos y problemas en el proceso que puedan ser esquivados posteriormente.

Espero sinceramente que este plan no suponga la caída de Saigón para el actual equipo ministerial.

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