lunes, 2 de mayo de 2011

Latinoamérica: ¿esta vez sí? (y II)


Es muy común que se confundan los términos crecimiento y desarrollo. Mientras el primero tiene un carácter conyuntural, pues hace referencia al devenir de la producción de bienes y servicios en un periodo de tiempo, el se segundo es de naturaleza estructural dado que refleja transformaciones trascendentales en la estructura productiva de una nación y en el nivel de vida de la población. Otro error frecuente consiste en medir el nivel de desarrollo de un país a través del Producto Interior Bruto (PIB) o de la Renta per Cápita, que no son más que indicadores que cuantifican el valor de la producción nacional, pero que no aportan ninguna información sobre la distribución de la riqueza, el desarrollo de infraestructuras o el nivel de bienestar del ciudadano.

Para poder determinar si Latinoamérica ha iniciado en la última década su proceso de despegue socioeconómico habría que sumar al análisis de indicadores económicos uno paralelo y complementario de indicadores sociales y demográficos. Dado que este humilde blog no es un informe de las Naciones Unidas ni un anuario estadístico de la OCDE, me he propuesto llevar a cabo un ejercicio muy superficial para responder a la pregunta que nos ocupa, pero que a lo mejor aporta alguna idea interesante. Ni que decir tiene, que realizar este trabajo con seriedad requeriría elaborar un cuadro de indicadores socioeconómicos exhaustivo sumado a un análisis cualitativo país por país, pues cada una de las naciones tiene sus rasgos intrínsecos aunque tendamos a tratar a la región como un todo.

La primera variable que me parece interesante estudiar es la evolución de la distribución de la renta en dichos países. Uno de los rasgos del subdesarrollo es la convivencia de una amplia pobreza extrema junto con una minoría de la población que concentra un porcentaje importante de la riqueza nacional, lo que viene llamándose sociedades duales. El proceso de desarrollo económico implica una distribución más equitativa de la renta entre la población, eliminando la polarización. La herramienta que se utiliza para medir la distribución de la renta es el Índice de Gini, un indicador que se obtiene de la Curva de Lorenz, que no es otra cosa que la representación gráfica de los distintos percentiles de la población y su participación respectiva de la riqueza nacional (el 10% más pobre recibe X% de la renta, el 20% recibe Y%, etc). El Índice de Gini es un valor situado entre 0 y 1: 0 es la equidad perfecta y 1 la desigualdad absoluta. La tabla siguiente muestra la evolución reciente del Índice de Gini durante la década pasada para el conjunto de naciones Latinoamericanas más representativas de la región.


Lo primero que salta a la vista es que existen dos comportamientos diferenciados: un grupo de países en los que la distribución de la renta entre la población ha mejorado, habiéndose acercado el Índice a 0 (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela), y otros en los que la desigualdad ha aumentado en el periodo considerado (Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y República Dominicana). Todos los valores del último año considerado se sitúan entre 0,4 y 0,6. Para realizar una comparación, baste considerar los Índices de Gini que presentaban en 2007 las siguientes naciones desarrolladas (Fuente: Nation Master): Estados Unidos: 0,45; Italia: 0,33; España: 0,32; Alemania: 0,28; Suecia: 0,23.

Otro indicador de interés es la tasa de población analfabeta, definida como el porcentaje de población de más de 15 años que no es capaz de leer y escribir un relato simple y breve relativo a su vida cotidiana. Los datos de la evolución en las dos últimas décadas se exponen a continuación para el conjunto de naciones consideradas:



Si bien la evolución ha sido positiva en todos los casos, es decir que el porcentaje de población analfabeta ha disminuido a lo largo de los veinte años contemplados, la cifra de 2010 genera otra brecha importante en la región,  indicando distintas situaciones entre los países. Existe un conjunto que aún ostenta unos valores muy elevados (República Dominicana, El Salvador, Honduras, y especialmente, Nicaragua y Guatemala, con casi un tercio y un cuatro de la población analfabeta, respectivamente), frente al grupo de cabeza con menos de un 5% (Argentina, Chile, Costa Rica, Paraguay, Uruguay y Venezuela). El resto de naciones se sitúa en la actualidad entre el 5 y el 10%.

Finalmente, para valorar la intención redistribuidora de la renta que tienen los distintos Estados, se ha establecido una comparación internacional entre los indicadores gasto público en educación y gasto público en salud, en ambos casos expresado como porcentaje del PIB a precios corrientes, es decir, sin discriminar el componente de los precios. Estas dos variables permiten apreciar el esfuerzo que realiza cada país por mejorar el nivel de vida de la población atendiendo a dos necesidades básicas, la educación y el cuidado de la salud, si bien no aportan información sobre la eficacia en la gestión de ese gasto, por lo que no dejan de ser orientativas. La tabla siguiente muestra la variable educación.



Podemos comprobar el liderazgo en este campo de países como Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica y México, que ostentan valores en torno al 5%. Destacan en crecimiento en el gasto en educación Argentina, Bolivia, Brasil, y muy especialmente Paraguay, cuyo porcentaje creció más de cuatro puntos porcentuales en la década 1990-2000.



En relación con el gasto público en salud, vuelven a destacar Argentina, Bolivia y Costa Rica, en este caso acompañados por Uruguay, todos ellos con valores en torno al 4% y superiores. En el extremo opuesto se sitúan Ecuador, Guatemala, Perú, y Venezuela. 

La conclusión de este pequeño ejercicio es que existe la posibilidad de que la región latinoamericana haya iniciado la senda del desarrollo, pero que posiblemente se convierta en un proceso a varias velocidades, con distintos grupos de países conviviendo en distintas etapas. El tiempo lo dirá.

4 comentarios:

  1. Muy interesante, sí señor. Hay otro indicador sin embargo que en América resulta desconsolador, el de la tasa de homicidios por habitante, que da cuenta de la descomposición del estado de derecho http://en.wikipedia.org/wiki/Homicide_rate. Nótese que entre los menos violentos del mundo destacan Marruecos y Argelia. Un abrazo muy gordo, Pablo, ahora que te he encontrado en la blogosfera, me declaro seguidor número uno.

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  2. Hombreeeeeeeeeee, Chema, qué alegría verte por aquí. Por supuesto, habría que tener en cuenta innumerables indicadores sociales, políticos, institucionales... Un abrazo

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  3. Gracias Trinity, se agradece que me leas. Un beso

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