lunes, 15 de octubre de 2018

¿Qué trabajadores son más vulnerables ante la revolución digital?

El Observatorio de BBVA Research publicó en marzo el trabajo Cuán vulnerable es el empleo en España a la revolución digital?, que, firmado por Rafael Doménech, Juan Ramón García, Miriam Montañez y Alejandro Neut, pretende identificar qué tipos de trabajadores ven más amenazados sus empleos por el cambio tecnológico en nuestro país.

Dentro del análisis actual en el marco internacional existen dos visiones radicalmente distintas. La más negativa defiende que la revolución digital que experimentamos en la actualidad es mucho más profunda que las revoluciones industriales del pasado y que va a acabar con un volumen importante de puestos de trabajo, sin crear otros nuevos y condenando a las masas de desempleados a la marginación y a la exclusión social. Pero también están los que pregonan que los efectos de la transformación crearán más empleos en nuevos sectores de actividad de los que destruyen, generando crecimiento económico y bienestar.

Evidentemente, nuestro país no se queda al margen del proceso de transformación digital y el informe de BBVA Research ha querido conocer qué tipo de trabajadores españoles se verán más afectados por la irrupción de la tecnología. Aunque la primera tarea consiste en evaluar el volumen de riesgo, es decir, qué porcentaje del empleo se encuentra en la actualidad en riesgo elevado de automatización.

Para determinar la cifra, los autores han utilizado el estudio ya clásico de Carl Benedikt Frey y Michael Osborne The Future of Employment: How susceptible are jobs to computerisation? junto con microdatos de la muestra anual de la Encuesta de Población Activa (EPA) entre 2011 y 2016. El resultado es que más de la tercera parte de los trabajadores actuales presentan una alta probabilidad de ser sustituidos por una máquina, en concreto, el 36%. ¿Esto es mucho o poco? Aunque es una cifra bastante inferior a la de Alemania, en donde casi el 60% de los puestos de trabajo son automatizables, no deja de ser preocupante.

El siguiente paso del estudio consiste en determinar las características de los ocupados más en riesgo. Para ello, se han tenido en cuenta numerosas variables, desde la edad y el sexo hasta el nivel de formación o el sector de actividad. De esta forma surge el siguiente retrato.

Atendiendo a la edad, el riesgo de automatización es comparativamente mayor para jóvenes que para los mayores de 33 años. En cambio, no se aprecian diferencias entre ambos sexos.

El nivel formativo del trabajador es también un condicionante de la vulnerabilidad laboral, estando más expuestos aquellos con menor nivel educativo, dado que cuanto más formados más capacidad tienen los ocupados de realizar tareas que las máquinas no pueden hacer.

Por otra parte, los trabajadores asalariados presentan más riesgo que aquellos que trabajan por cuenta propia. Dentro de los asalariados, los del sector privado son bastante más vulnerables al cambio tecnológico que los del público.

Atendiendo al tipo de ocupación, tienen más posibilidades de ser sustituidos por la tecnología los que desempeñan tareas de instalación y mantenimiento, de administración, del sector primario, y de los servicios, en general. En el extremo opuesto, se muestran difícilmente sustituibles aquellos que trabajan en temas de educación, legislación, arte y servicios audiovisuales, así como los de actividades sanitarias, financieras y científicas y de investigación.

Analizando los sectores de actividad económica, el empleo del sector primario, la hostelería, la industria manufacturera y las actividades del hogar es el más fácil de ser desplazado, mientras que el de la educación, las actividades profesionales, científicas y técnicas y las del sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones se percibe como más sólido.

La posición jerárquica en la empresa u organización también presenta distintos niveles de riesgo de automatización, siendo este muy bajo para directores de grandes y medianas empresas y muy elevado para empleados sin trabajadores a cargo.

La capacidad de adaptación a nuevas formas de trabajar parece condicionar la supervivencia del trabajador, pues se ven más amenazados aquellos que no teletrabajan y mucho menos los que lo hacen más de la mitad de los días.

Finalmente, los trabajadores de las comunidades autónomas con más probabilidad de ser reemplazados por tecnología son los de Murcia, Canarias y Baleares, mientras que los de la Comunidad Autónoma de Madrid son los que menos.

Basándonos en estos resultados, podemos enumerar los principales factores que determinan la probabilidad de automatización:
  1. La posición jerárquica en la empresa: a más responsabilidad, menos riesgo.
  2. El nivel formativo: los más forzados son más difíciles de sustituir por tecnología.
  3. El sector de actividad: los más seguros son la sanidad, la educación y los servicios sociales.
  4. La adopción de nuevas formas de trabajo, como el teletrabajo, contribuye a reducir la vulnerabilidad a la automatización.

El resto de las variables contempladas, como la edad o el tiempo de permanencia en la empresa, no tienen tanto peso específico como determinantes.

El estudio finaliza con tres propuestas para atenuar las repercusiones negativas del progreso tecnológico sobre el empleo presente y futuro:
  • Invertir más y mejor en capital humano para que la población adquiera conocimientos –fundamentalmente, en áreas STEM– y habilidades cognitivas y no cognitivas complementarios al progreso tecnológico.
  • Reformar el mercado de trabajo quitando barreras a la inversión empresarial y la contratación e introduciendo medidas que optimicen su funcionamiento.
  • Diseñar mecanismos que compensen a los damnificados por la revolución digital, es decir, aplicar medidas redistributivas que eviten la exclusión social de amplios sectores de población.

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