Asia ha demostrado que las
tecnologías digitales y el dato son factores clave para combatir la pandemia.
La ciudad de Hangzhou en China fue de las primeras en utilizar big data para la prevención y en control
del nuevo coronavirus. Su estrategia fue bautizada como “un mapa, un código QR
y un índice”.
Todos los habitantes de la localidad,
y aquellos que venían de fuera, recibieron un código QR sanitario que
establecía su grado de movilidad. Los que tenían un código de color verde
podían moverse con absoluta libertad, los que lo tenían amarillo, debían
cumplir una cuarentena de siete días, y aquellos que lo tenían rojo, debían
permanecer aislados catorce días. Cada ciudadano debe monitorizar y registrar
su temperatura corporal, y actualizar su perfil diariamente en una base de
datos controlada por el centro de control de epidemias municipal. Este sistema
se ha implementado en 200 ciudades de todo el país y utiliza el big data para generar el código,
cruzando los datos individuales de cada persona procedentes de múltiples
fuentes, como la Comisión de Sanidad y de la Policía, las de aerolíneas y
ferrocarriles, y las de operadoras de telecomunicaciones y de servicios en
internet.
Por otra parte, la inteligencia
artificial también ha jugado un papel protagonista en la detección del
COVID-19. El 31 de diciembre de 2019, BlueDot, una plataforma de inteligencia
artificial canadiense que vigila la evolución de enfermedades infecciosas
alrededor del mundo, avisó de la concentración de casos de una “neumonía
inusual” localizados en torno a un mercado de Wuhan en China. El algoritmo
consiguió adelantarse a la Organización Mundial de la Salud, que emitió el
anuncio sobre el brote de un nuevo coronavirus el 9 de enero de 2020.
La función de BlueDot es mantener
informados a los clientes de la empresa sobre las zonas del mundo que presentan
peligro y que deben evitar, y, para, ello, se alimenta de cientos de fuentes de
información, como comunicados de organizaciones relacionadas con la salud,
información de vuelos de las compañías aéreas, información sanitaria sobre el
ganado, datos de satélites meteorológicos o medios de noticias de todo el
mundo. Su capacidad para poder ofrecer alertas tempranas sobre enfermedades
infecciosas está basada en el aprendizaje automático (machine learning) y en el procesado de lenguaje natural. Por
supuesto, la información que arroja el sistema es analizada y validada por un
amplio equipo de expertos en distintas disciplinas, tanto relacionadas con la
medicina, como con los sistemas de información geográfica o la computación.
Este algoritmo no solo puede
predecir dónde se ha iniciado una epidemia, sino que anticipa por dónde se va a
extender, algo que ha sido capaz de realizar con bastante precisión en el caso
del coronavirus COVID-19. Evidentemente, algunos gobiernos a menudo no son
proclives a dar información sobre este tipo de epidemias, pero BlueDot puede
rastrear información en fuentes tan oficiosas como blogs y foros en donde
aparezcan rumores o algún comentario sospechoso.
La crisis sanitaria global que
estamos experimentando ha puesto en evidencia el papel trascendental que puede
desempeñar la tecnología para frenar una pandemia, desde el control de la
expansión de la enfermedad y su rápido diagnóstico, a la investigación en
nuevos fármacos eficaces contra el virus.
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