El caso de Facebook puede ser
paradigmático de la sobreabundancia de información a la que se enfrenta el
usuario medio de las redes sociales. El elevado número de seguidores, más del
que podemos gestionar, produce un exceso de contenido que con frecuencia se nos
antoja irrelevante. Si a ello le sumamos la creciente preocupación social hacia
temas relacionados con la privacidad y la seguridad de nuestra información, no
es de extrañar que se registre una tendencia al alza a trasladar nuestras
relaciones digitales a los entornos privados, entre los que destacan servicios
como Facebook Messenger, WhatsApp e Instagram Messaging. Estas apps tienen más de servicio de
mensajería que de red social al uso, y permiten gestionar eficientemente grupos
reducidos de personas, sin tener que compartir la información personal con todo
el orbe.
En el fondo, lo que nos está
diciendo esta tendencia es que nos hemos propuesto llevar el tipo de relación
presencial física de toda la vida al plano digital: la del vecindario, la panda
de amigos, los tertulianos de café o las reuniones familiares. Precisamente,
todo lo contrario de lo que ha ocurrido en la primera era de las redes
sociales, en la que nos hemos abierto y exhibido sin pudor ante ingentes
cantidades de desconocidos, en un afán por sentirnos especiales y reconocidos.
Aunque los responsables de las
grandes redes sociales siempre han jurado que sus servicios están modelados en
base a lo que sería el ágora o la plaza pública, la verdad es que estas
plataformas no se asemejan a ninguna forma de comunicación del mundo físico.
Como afirma la escritora Annalee Newitz: “en
los medios sociales, la `plaza´ es más bien como millones de salas de karaoke
funcionando en paralelo, donde grupos de personas cantan letras que no se
pueden escuchar desde las otras. Y muchos miembros del `público´ son realmente
seres artificiales controlados por individuos u organizaciones ocultos.”
No obstante, los reyes del social
media se están percatando de esta huida hacia la privacidad de sus usuarios. El
propio Mark Zuckerberg a principios de 2019 anunció una visión de futuro para
Facebook enfocada en la privacidad. En su discurso en la conferencia F8,
titulado The Future is Private,
reconoce que cada vez más la gente quiere conectarse al equivalente digital del
cuarto de estar, y que las plataformas basadas en la privacidad llegarán a ser
más importantes que las abiertas. En sus propias palabras: “la privacidad le da a la gente la libertad para ser ella misma y
relacionarse de forma más natural, que es por lo que construimos redes
sociales”.
Probablemente, las redes sociales
que conoceremos en la década que entra distarán mucho de aquellas abiertas y
participativas de 2010, donde la mayor parte del contenido procedía de las
interacciones de los usuarios individuales. Todo indica que se convertirán en
espacios mucho más comerciales, como soportes a la publicidad y la venta (la
publicidad dirigida ya es una constante presente en casi todos los medios
sociales), y que primarán los espacios privados y acotados.
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