Dentro del ecosistema audiovisual, la televisión a través de internet, en cualquiera de sus formatos, va adquiriendo relevancia y estableciendo nuevas normas de funcionamiento para el sector. A pesar del desastre económico que ha traído consigo la pandemia, España presenta las condiciones suficientes para convertirse en una potencia de contenidos con proyección internacional, que hace gala de un mercado muy intenso en términos de competencia.
El crecimiento de la televisión a través de internet es una tendencia imparable, mientras que la tradicional experimenta un lento, pero imparable, declive. Básicamente, dos son los formatos principales del contenido audiovisual en streaming: OTT e IPTV. En el primer caso, la emisión tiene lugar a través de la red pública, como es el caso de Netflix, HBO o Amazon Prime. La segunda, por el contrario, se ofrece por medio de un canal privado exclusivamente dedicado, que, generalmente, es propiedad de un operador de telecomunicaciones, quien suministra el servicio de televisión como un añadido a la oferta de llamadas y datos, tanto fijos como móviles. Este paquete comercial recibe el nombre de quíntuple play. En nuestro país un ejemplo de IPTV es Movistar+ de Telefónica.
A pesar del brutal impacto que ha tenido la pandemia sobre la estructura económica de España, el sector de audiovisual presenta un singular potencial de crecimiento. Nuestro país es dentro de los europeos el que cuenta con mayor oferta de plataformas de suscripción de vídeo por streaming. Por otro lado, se ha convertido en un importante productor de contenidos –donde destacan las series-, algo que atrae la inversión de las productoras internacionales, y que ha llevado a la propia Netflix a instalar en suelo español su sede de creación en el continente.
Dentro del mercado de la televisión de pago, destaca el liderazgo de Telefónica con la IPTV de Movistar, una hegemonía que la consultora Analysys Mason extiende a lo largo de los próximos cinco años. Al ser el único operador de televisión por satélite y estar apostando con fuerza por la fibra óptica como medio para llevar la señal de vídeo a los hogares, es más que previsible que el primer formato reduzca su presencia en nuestro país hasta prácticamente desaparecer en el periodo considerado.
En lo referente a la oferta OTT, España es uno de los mercados de más intensa competencia del entorno, y el modelo que triunfa es el de la suscripción (SVOD): el 92% de los usuarios consume audiovisual a través de este modo, según Analysys Mason. Los principales agentes son Netflix, HBO y Amazon Prime, sin que se perciba una hegemonía clara de ninguno, seguidos de Disney, que crece con fuerza.
Desde la perspectiva de la creación de contenidos, las actividades audiovisuales suponen el 28% de las industrias culturales, y es un sector que lleva años generando empleo, valor añadido, y, como efecto colateral, promoción turística. El año anterior a la crisis generó ingresos por más de 4 000 millones de euros de acuerdo con el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI). Las series de ficción españolas son uno de los valores más rentables, de forma que su producción ha pasado de las 38 de 2018 a las 58 de 2019, y las 70 con las que se cerró 2020.
La presencia de la producción audiovisual española va cobrando peso dentro y fuera de nuestras fronteras. De acuerdo con Parrot Analytics, en 2019 los contenidos de origen nacional ya suponían un 7% de los catálogos locales, mientras que el año precedente apenas superaban el 3%. Y, aún más: a finales del pasado ejercicio representaban el 1,7% de los contenidos disponibles en los catálogos globales, habiendo crecido la participación un 117% en 2020.
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