La fusión entre lo físico y lo virtual es considerada como el próximo salto evolutivo de la computación, y ha sido definida como The Spatial Web o la Web del Espacio. Ante la dificultad de consensuar una única definición de este fenómeno, Deloitte ha optado por utilizar una: el cambio de experiencia de usuario al transferir la interacción con la información de la pantalla al espacio físico. Para clarificar el concepto lo divide en tres capas. Una primera que es la física, la del mundo que conocemos y experimentamos con nuestros cinco sentidos. Después vendría la que denomina capa de información digital, que se basa en la creación de gemelos digitales de cualquier objeto en cualquier parte, a través de la aplicación de sensores y de la cartografía digital. Hoy en día este tipo de información solo es accesible únicamente a través de paneles de control y pantallas, pero, en el futuro, la interacción con ella se realizará a través de la tercera capa, la de interacción espacial. Gracias a esta última, a través de interfaces de nueva generación (gafas inteligentes, asistentes de voz…) podremos interactuar con información contextual en tiempo real invocada por palancas intuitivas y biológicas, como la geolocalización, la visión computerizada, y comandos biométricos, de voz o a través de gestos. En la práctica esta capa es la que fusiona la capa física y la virtual para el usuario.
Mientras que la primera
generación web se basa mayormente en documentos estáticos y en el consumo
unidireccional de datos desde el PC, la Web 2.0 introdujo la posibilidad de
consumir contenido multimedia online, la posibilidad de que este
fuese generado y compartido por el usuario, las aplicaciones interactivas, los
medios sociales, y, finalmente, la movilidad completa, gracias al smartphone.
La 3.0 será la de los dispositivos de realidad aumentada y virtual, y la de los
sensores, que serán los encargados de virtualizar el mundo físico.
Algunos expertos, como es el caso
de Gabriel Rene, director de la Spatial Web Foundation, afirman que la Web 3.0
llegará a crear un gemelo digital del mundo y de todo lo que contiene. Por su
parte, cada objeto o elemento tendrá su propia réplica virtual, con su propia
identificación, reglas de interacción e historia verificable –gracias a la
tecnología de las cadenas de bloques-, y estará sincronizado espacialmente con
su contraparte del mundo físico. Se trata de un tipo nuevo de red que va mucho
más allá de una malla de ordenadores interconectados, como el internet clásico
que hemos conocido hasta ahora. Será más bien como una red viva construida
sobre la interconexión de personas, lugares y objetos, sus equivalentes
digitales, y las interacciones y transacciones que se producen entre ellos.
En cualquier caso, a lo largo de
la década que ahora comienza podremos contemplar cómo va tomando forma una
evolución de internet, hacia un formato más inmersivo para el usuario, así como
más cercano, en cuanto a que cada vez será más fácil e intuitivo comunicarnos
con las nuevas redes de información.
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