A lo largo de las últimas
décadas, el efectivo ha ido perdiendo importancia en favor de los pagos
electrónicos. En un principio, las tarjetas acapararon el protagonismo,
especialmente cuando comenzó a despuntar la compra por internet, pero en la
actualidad cobran una importancia creciente los pagos por medios móviles.
Curiosamente, este fenómeno es más agudo en el mundo en desarrollo, que ha
pasado directamente de economías dependientes del dinero en efectivo a las
transacciones móviles, sin recalar en el dinero de plástico. La pandemia no
hizo más que acelerar una tendencia en marcha, intensificando el uso de
herramienta de pago que implicasen el menor contacto físico entre terminales para
evitar el riesgo de contagio. A pesar de que queda todavía mucho para llegar a
una sociedad sin efectivo -para algunos no es un objetivo deseable por la
amenaza que supone para la privacidad-, parece muy probable que la base de esta
serán los pagos a través del teléfono móvil.
Se prevé que los pagos sin
efectivo aumenten más de un 80% entre 2020 y 2025. De acuerdo con el análisis
realizado por PwC, la zona de Asia y el Pacífico irá a la cabeza con un
incremento del volumen de transacciones sin efectivo del 109% hasta 2025, que
supondrá un 76% entre ese año y 2030. El continente africano le seguirá con
unas cifras del 78% en el primer periodo y de 64% en el segundo, y Europa se
coloca en tercer lugar, con unos porcentajes del 64% y del 39%, respectivamente.
Presentan una menor expectativa de crecimiento Latinoamérica (52% y 48%,
respectivamente), y Estados Unidos y Canadá (43% y 35%).
Dentro de las finanzas digitales,
destaca el peso del “dinero móvil” o lo que lo mismo, el uso del teléfono móvil
como instrumento para realizar transacciones económicas. De acuerdo con los
datos que ofrece GSMA, en 2021 el valor global de las operaciones realizadas
por este medio supero el billón de dólares. Además, había registradas en el
mundo más de 1 350 millones de cuentas de dinero móvil, diez veces más que la
existentes en 2012.
Cada vez se utiliza más el smartphone como
una tarjeta física, ya sea de débito o crédito. Para ello, resulta
indispensable disponer de un chip NFC en el teléfono, para que el móvil se
pueda comunicar con el TPV (terminal en punto de venta). Pero, en caso de no
disponer de NFC, existe la posibilidad de utilizar apps que
permiten realizar transferencias inmediatas, como Bizum, que se ha convertido
en una de las más populares dado que supera los 22 millones de usuarios y
acumula más de 1 400 millones de transacciones desde su lanzamiento.
La tecnología adquiere cada vez
un mayor protagonismo en el sector financiero. El consumidor se convierte ahora
en centro de atención sustituyendo al producto, pues gracias al medio digital
tiene una mayor capacidad para acceder a los mercados, y, por lo tanto, el
modelo de comercialización de las entidades debe ajustarse a las nuevas
necesidades que presenta. El volumen de negocio digital del sector bancario no
para de crecer. En España, una encuesta de KPGM refleja que en España en enero
de 2021 casi el 40% de las entidades tenían más del 80% de clientes digitales
sobre el total, frente al 22% del año anterior.
El uso de la banca electrónica
cada vez está más extendido entre la población española. Una encuesta realizada
por Funcas a finales de 2022 establece que el 72% de la ciudadanía accede a su
banco online al menos una vez a la semana, y más de la tercera
parte lo hace diariamente, mientras que antes de la pandemia tan solo el 17% lo
hacía. Por el contrario, la visita a la sucursal física cada vez es menor:
solamente el 16,5% reconoce que lo hace por lo menos una vez al mes.
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