Una vida digital reposa sobre
unas redes seguras y fiables para el usuario. No obstante, las ciberamenazas continúan
creciendo en importancia y cantidad. La Agencia de la Unión Europea de
Ciberseguridad (ENISA) señaló en su último informe anual las principales
amenazas y ataques que tuvieron lugar sobre los sistemas informáticos entre
julio de 2021 y julio de 2022, y constató que el ransomware y
el malware han seguido encabezando la lista de ciberataques,
al igual que en el informe del año anterior. En el primer caso, se trata de la
encriptación de datos de la organización y la solicitud de un rescate económico
para restablecer la información, y, en el segundo, son programas maliciosos que
desarrollan procesos no autorizados con efectos adversos en la integridad o
disponibilidad de un sistema.
En tercer lugar en importancia,
ENISA destaca amenazas relacionadas con la ingeniería social, seguida de las
amenazas contra los datos que tienen que ver con brechas y fugas de información
en las compañías, y amenazas contra la disponibilidad basadas en la denegación del
servicio (especialmente ataques DDoS, es decir, cuando un ejército de
ordenadores realizan peticiones masivas a un servidor de red para tirarlo abajo).
El cryptojacking, ciberdelito mediante el que el criminal utiliza
secretamente el poder de computación de la víctima para minar criptodivisas,
figuraba entre los más destacados en 2021, pero parece que había perdido relevancia
en 2022.
El informe de ENISA ha podido
identificar cuatro tendencias claras que parecieron guiar las ciberamenazas en
2022:
El impacto de la geopolítica, y,
muy en concreto, de la guerra en Ucrania. Resulta evidente que el
conflicto ha reconfigurado el escenario del ciberdelito. Las operaciones
llevadas a cabo por hacktivistas (hackers que actúan por una causa)
se han intensificado en este periodo, y han estado a menudo alineadas con
acciones militares físicas. En paralelo, el empleo de la desinformación como
arma de combate empezó a tener lugar incluso antes de la invasión física a
Ucrania, en forma de acciones preparatorias de la campaña para condicionar a la
opinión pública.
Los ciberatacantes aumentan su
capacidad de hacer daño. ENISA ha detectado un uso relevante de
ataques de día cero (zero-day-attack), que explotan la vulnerabilidad de
los sistemas de defensa de las organizaciones, así como de los modelos hacker-as-a-service,
que ponen la ciberdelincuencia al alcance de cualquiera sin necesidad de que
tenga conocimientos avanzados de informática. Igualmente, aparece un aumento de
los ataques a la cadena de suministro, como se ha comentado más arriba.
Los ataques de tipo ransomware
continúan siendo los más extendidos. En este sentido, una encuesta
internacional de Sophos llevada a cabo en febrero de 2022 arrojaba que el 66%
de las empresas habían sufrido este tipo de ciberataque (en 2020 fueron el
37%). Los efectos son devastadores: el 90% vio afectada su capacidad operativa
y el 86% sufrió pérdidas de ingresos como consecuencia de la agresión. En
España, la proporción de empresas que han sufrido un ciberataque de ransomware aumentó
del 14% en 2021 al 22% en 2022, de acuerdo con la información ofrecida por
Hiscox.
No obstante, en el periodo
estudiado también han cobrado importancia los ataques DDoS, en gran medida
asociados al conflicto entre Rusia y Ucrania, que están ganando complejidad y
dirigiéndose hacia las redes móviles y hacia las redes del internet de las
cosas.
Aparecen formatos de ataques
nuevos e híbridos. El escándalo relacionado con el programa espía
Pegasus -que llegó a afectar a miembros del Gobierno de España- ha destapado el
riesgo que presenta este tipo de software para el control y la
vigilancia de la sociedad civil. Otra modalidad en auge es el phishing consentido,
en el que la víctima da acceso a programas maliciosos en su dispositivo al
hacer clic en un enlace enviado por el atacante. Los sistemas de inteligencia
artificial basados en aprendizaje automático (machine learning) se están
convirtiendo cada vez más en diana de los cibertataques. Finalmente, la propia
inteligencia artificial se utiliza de forma creciente para crear y
difundir fake news y deep fakes (vídeos falsos
comprometedores).
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