lunes, 5 de marzo de 2012

La decadencia de Europa


Después de varios años de crisis y estando los países cada vez en una situación más desesperada, las autoridades europeas siguen aplicando políticas económicas y sociales a todas luces equivocadas. No hace falta ser economista para entender que solamente se creará empleo si las empresas venden, y que esto únicamente es posible si los ciudadanos gozan de poder adquisitivo.

Sin embargo, tanto el consumo como la inversión privados están estancados o descendiendo respecto a periodos anteriores. El único componente de la demanda interna que podría tirar de los otros dos es el gasto público. Pero resulta que los gobiernos contraen éste salvajemente. No solo no estimulan la creación de empleo privado sino que destruyen empleo público. En paralelo, desmantelan con la excusa de la deuda pública los sistemas de protección social y sanidad, y merman seriamente la red pública de educación, a pesar de que defienden la necesidad de mejorar la formación de los futuros profesionales. ¿Por qué actúan de ese modo e incurren en tantas contradicciones?

El periodista y filósofo Josep Ramoneda ofrecía cuatro posibles explicaciones alternativas para este comportamiento irracional de los poderes públicos, en un artículo publicado recientemente en el diario “El País” y titulado “La decadencia europea”. Como no quiero ni puedo emular a ese gran pensador y escritor, voy a resumir las cuatro opciones como si se tratase de una pregunta de un concurso televisivo.

¿Por qué cree usted que los gobiernos europeos actúan ante la crisis en contra de toda lógica?

  1. Porque estamos ante una gran contrarrevolución neoliberal, que aprovechando la crisis global y el problema de la deuda pública, está aprovechando para crear un mundo completamente desregulado, con una presencia de la Administración Pública mínima y una fuerza laboral asustada y dócil sin una cobertura social. Vamos, el paraíso soñado por gente como Pedro Schwartz, un mundo a merced de los caprichos del mercado y del ansia viva del gran capital.
  2. Porque los gobiernos no tienen ningún plan y se dejan guiar por los intereses de Alemania, que coincide que en este momento son distintos de los de la periferia europea. Lo malo es que estamos volviendo a la recesión en lugar de salir de ella.
  3. Porque son incapaces de ver los peligros que acechan a medio-largo plazo, como el probable ascenso de la extrema derecha en Europa y el retroceso del estado de derecho. O lo que es peor, son cómplices de dichos fenómenos. Ya se sabe el proceso: descomposición de las instituciones y de los valores democráticos, indiferencia de la sociedad, ensalzar ideas añejas, buscar culpables/enemigos internos y externos… Tenemos bastantes experiencias recientes al respecto.
  4. Porque los políticos han perdido toda credibilidad ante la sociedad y ya son impotentes para reconducir la situación. El Movimiento 15-M y sus equivalentes pueden avalar esta respuesta. Cuando una proporción no desdeñable de la sociedad ya no cree el discurso oficial de ninguna de las partes del tablado político, los poderes públicos cada vez encuentran más dificultad en articular las políticas (y sobre todo, en conseguir que alguien crea en su eficacia).

No sé cuál es la respuesta correcta, pero me asustan las cuatro sobremanera.

2 comentarios:

  1. Me quedo una mezcla de la uno y la dos. Los mercados mandan, los gobiernos pueden o no tener un plan, pero al final siguen el plan impuesto por los mercados a gran escala. Con la globalización se ha roto el pequeño equilibrio que conocíamos y nos encontramos restableciendo prioridades. Ya no vale pensar a corto y medio plazo. Hay que pensar a largo plazo y nuestro sistema democrático funciona en golpes de cuatro años. ¿Qué plan a largo plazo puede ser ejecutado hasta el final?.
    Y ya sabes (por que lo comentamos botellín en mano) que opino como tú. ¿Como restablecer la economía al mismo tiempo que se paraliza el consumo? Misterio. Pero sí, "yo no soy economista y los que nos dirigen deben saber mejor cómo resolver este galimatías". Aunque mi pequeño sentido común me impida verlo claro.

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  2. Tu sentido común es lo que vale, María, lo raro es que los lumbreras no sean capaces de verlo (o no quieran). O peor, que efectivamente vean como una ventaja la crisis para desmontar este igualitarismo que tanto les revienta, con excusas como la deuda.

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