lunes, 21 de mayo de 2012

La burbuja de las economías emergentes

Gustavo Torner. Colección de arte de Fundesco
Resulta difícil imaginar cómo será el mundo en el futuro anclados como estamos en una perspectiva en el presente. Nos falta perspectiva y ello nos puede llevar a malinterpretar los hechos y situaciones que nos rodean, adjudicándolas una importancia mayor de la que tienen. Este podría ser el caso de las economías emergentes -China, India, Brasil, Rusia-, a las que numerosas profecías actuales otorgan la hegemonía económica del mundo en las próximas décadas, ante el aparente declive de Occidente. Sin embargo, Ruchir Sharma, economista de Morgan Stanley, en su último libro "Breakout Nations: In Pursuit of the Next Economic Miracles" rompe de una pedrada esa imagen del nuevo orden mundial, alegando que estamos ante una burbuja de las economías emergentes.

Es cierto que el ritmo de crecimiento de los mercados emergentes saltó del aproximadamente 3,6% de los años ochenta al 7,2% en 2007. Durante la década pasada el crecimiento parecía imparable, tanto para el mundo desarrollado como para el que se encuentra en desarrollo. Todo ello nos llevó a asumir falsas premisas, como la que decía que se habían acabado las crisis y que habíamos entrado en un ciclo de crecimiento largo, o la que destacaba la fortaleza económica relativa de determinadas naciones emergentes y postulaba altas tasas de incremento anual del PIB durante décadas y décadas. Pero la experiencia del pasado nos demuestra que no estamos ante un proceso lineal.

Volviendo la vista atrás, podemos comprobar cómo desde 1950 solamente un tercio de los mercado emergentes han sido capaces de crecer a un ritmo del 5% a lo largo de este periodo; menos de un cuarto han mantenido esa tasa durante dos décadas y tan solo una décima parte durante tres. Únicamente Malasia, Singapur, Corea del Sur, Taiwan, Tailandia y Hong Kong han conseguido sostener ese nivel durante cuatro décadas. Parece una carrera de fondo en la que la mayoría de los participantes se van quedando por el camino.

Es por ello que ahora debemos cuestionar las predicciones que afirman que los “nuevos tigres” de Asia y América Latina están alcanzando a los países desarrollados, para sustituirlos como poderes económicos en un escenario a medio plazo. Sin embargo, la realidad podría ser muy distinta si analizamos el escenario global.

A juicio de Sharma, el boom de países como China, India o Brasil tiene su origen en el flujo de dinero barato (caramba, como español esto me empieza a sonar familiar) provocado por una política muy agresiva de recortes de tipos de interés en EE.UU., que pretendía a principios de la década pasado recuperar la actividad empresarial tras el pinchazo de la burbuja de las puntocom. Ingentes volúmenes de financiación muy barata volaron hacia el sur y hacia el lejano oriente. Y esta burbuja también acaba por desinflarse a medida que la recesión actual va encareciendo progresivamente el coste de financiación internacional.

Se acaban los tiempos de dinero tirado de precio, a lo que se suma una contracción importante de la demanda internacional de bienes y servicios debido especialmente a la recesión en Europa y EE.UU. Esto último es crítico dada la dependencia exportadora de las economías emergentes, que tendrían que buscar otra forma de mantener esas elevadas tasas de crecimiento. Los efectos de la crisis no se han hecho esperar demasiado: Rusia que crecía al 8% anual durante la edad dorada ahora lo hace a la mitad; India ha pasado del 8,5% a crecer menos del 7%; Brasil ha caído del 4% al 2,7% en 2011; y finalmente, China que llevaba catorce años creciendo al 8% se enfrenta ahora a una previsiones del 7,5%.

En otros tiempos el peso de las economías emergentes era bastante insignificante como proporción del mercado mundial, sin embargo hoy en día ya representan un nada desdeñable porcentaje del 40%. A pesar de ello, no se les puede tratar como aun bloque homogéneo: cada país se enfrentará con mayor o menor éxito a las adversidades del mundo actual y probablemente tendrá lugar un proceso de “selección natural”, como el descrito más arriba iniciado en la segunda mitad del siglo XX, en el que solamente crecerán a buen ritmo unos pocos.

Probablemente en los años que vienen se deshinchará la imagen poderosa de estas naciones y se adoptará una percepción más realista de ellas. A fin de cuentas, en la actualidad China tan solo representa un tercio de la economía de EE.UU., país cuyas exportaciones se han revitalizado desde 2009 en parte gracias a la caída del dólar frente a otras divisas. El dragón chino se transforma en lagartija.

2 comentarios:

  1. Como dice Amando de Miguel en el diario lainformación.com:
    "... Europa no crea riqueza. Considera una proeza aumentar el PIB un 1 ó 2 por ciento. La población europea no crece. El consumo tampoco. Ni siquiera las ciudades. Japón está estancado desde hace mucho tiempo. Queremos convencernos de que mañana será distinto porque llevamos 150 años creciendo y porque los líderes políticos nos transmiten una percepción equivocada. Pero conviene que nos mentalicemos de que esta vez no será igual.
    ... lo que vivimos ahora no es una crisis, sino el cambio de ese modelo, un cambio de era".

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  2. Gracias por el comentario. Efectivamente, es un cambio de modo de producción (utilizando terminología marxista). Se acabó en los 70 el modelo surgido en 1945 y todavía no hemos enganchado con el nuevo... ;-))

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