El rompecabezas se ha desmontado y se está volviendo a
formar, aunque de manera distinta. El nuevo mundo que está surgiendo en la
actualidad difiere bastante, aún no percibiendo su dimensión completa en la
actualidad, de aquel que heredamos de la Guerra Mundial y la postguerra
fría. En concreto, el papel de las
distintas naciones en el teatro del mundo cambia sustancialmente del escenario
anterior y los denominados países emergentes liderados por China empiezan a
cobrar un protagonismo decisivo, incluso como palancas de desarrollo de las
áreas desfavorecidas del planeta.
Hace unas semanas recibí a dos técnicos franceses de la OCDE, en concreto del
Development Centre, que venían a
proponer un acuerdo de colaboración con nosotros, y que me dejaron un montón de
papeles e informes a modo de catálogo de la actividad de su institución. Entre
todo el fajo he encontrado un informillo muy interesante sobre África y sus
socios emergentes, que dibuja cómo las relaciones del continente negro no se
centran ya exclusivamente con los países desarrollados, generalmente heredadas
del pasado colonial, y cada vez más se escoran hacia distintos países
emergentes. Países que hace dos décadas
todavía podían considerarse como “subdesarrollados” se convierten en factores
de estímulo de las economías de los países africanos.
El informe citado identifica varios socios comerciales de
África no pertenecientes a la
OCDE, entre los que destacan en importancia China, Corea,
Grasil, India y Turquía. El volumen de
transacciones con los socios emergentes se ha incrementado del 23% en 2000 a 39% en 2009 de media,
y en el caso de China se ha triplicado durante el citado periodo. En cuanto
al peso de los distintos países emergentes en el comercio con África, China
acapara el 38%, India el 14%, Corea y Brasil en torno al 7% respectivamente, y
Turquía el 6,5%, a lo que hay que sumar la participación conjunta de otras
naciones emergentes de menor peso específico individual. Por el momento, la Unión Europea y Estados Unidos
siguen siendo las fuentes principales de inversión directa extranjera en él
continente africano y de ayuda al desarrollo, pero la importancia de los flujos
procedentes de los socios emergentes crece a gran velocidad.
Las relaciones de África con los países emergentes es
complementaria con la tradicional llevada a cabo con las naciones desarrolladas,
según el informe. Los emergentes, debido a su diversidad, ofrecen a los países
africanos nuevas oportunidades de intercambio de bienes, tecnología y modelos
de desarrollo. Además convierten los bienes de consumo de masas en accesibles
para la incipiente clase media africana y ofrecen bienes de producción
adaptados a las condiciones productivas de los países en desarrollo. Esto
último tiene el potencial de ayudar a las empresas africanas a incrementar su
productividad. Mientras que los países desarrollados se centran sobre todo en
la ayuda al desarrollo dirigida a la reducción de la pobreza, la sanidad,
educación y governanza, los países emergentes centran su intervención en la
eliminación de cuellos de botella en las infraestructuras. Las exportaciones de
manufacturas africanas se han doblado en los últimos diez años, en buena parte
arrastradas por la demanda de los países emergentes.
¿Veremos en las próximas décadas un continente africano
plenamente encauzado en la senda del desarrollo y adquiriendo protagonismo en
un nuevo orden mundial? Quíen sabe…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta lo que quieras