jueves, 6 de febrero de 2014

La trampa de la renta intermedia en Asia: no es desarrollo todo lo que reluce

A pesar de las espectaculares tasas de crecimiento económico que manifiestan las economías asiáticas, en concreto China, India y las naciones del sureste asiático, la OCDE ha lanzado el aviso del peligro de caer en lo que denomina “la trampa de la renta intermedia” (middle-income trap), que a su juicio puede estancar y retrasar durante décadas las posibilidades de desarrollo de dichas naciones.

Es un tema al que este organismo internacional dedica su último informe sobre la región, Economic Outlook for Southeast Asia, China and India 2014, que si bien reconoce los progresos de gigante que han realizado estos países en términos macroeconómicos, pone en tela de juicio que todo el crecimiento se traduzca en desarrollo económico.
 
La OCDE define como “la trampa de la renta intermedia” a la situación en la que un país en vías de desarrollo ha conseguido evolucionar desde una renta baja a una renta intermedia incorporando a sus procesos productivos tecnología existente estándar y aumentando la productividad, a la vez que la mano de obra emigra del campo a las fábricas. Ahora bien, si esta economía no da el paso siguiente -invertir en capital humano e innovación y crear un modelo productivo intensivo en tecnología-, se considera que ha caído en la trampa.
 
Por poner un ejemplo de país atrapado por la renta intermedia, la OCDE estima que Indonesia, que presenta un nivel de renta intermedio desde la década de 1990, no pasará al rango de renta alta y a convertirse en una nación avanzada hasta 2042.
 
A algunos de sus vecinos se les dará mejor la cosa: Malasia se espera que dé este salto en 2020, China en 2026 y Tailandia en 2031. Se considera que un país ha caído en la trampa de la renta intermedia cuando mantiene el nivel medio de renta y desarrollo durante una media de 42 años.
 
Históricamente se citan casos de países que en 1960 estaban en la renta media y que quedaron atrapados, por ejemplo, Brasil, Sudáfrica e India. Por el contrario, otros como Japón, Corea del Sur, Singapur e Irlanda, consiguieron ascender a la división de naciones de renta alta.
 
Como es su costumbre y obligación, la OCDE ha elaborado una batería de recomendaciones para evitar que estas economías asiáticas permanezcan en la trampa y que a continuación resumo:
 
  • Invertir en capital humano, infraestructuras e innovación.
  • Fomentar un clima favorable a los negocios y el libre mercado.
  • Garantizar la estabilidad financiera y monetaria.
 En suma, la que la OCDE llama “Asia de la fábrica” debe evolucionar hacia sistemas económicos tecnológicamente intensivos que produzcan bienes y servicios de alto valor añadido. Esto pasa por aumentar el poder adquisitivo de la población con el fin de garantizar una poderosa demanda interna.
 
El sector servicios sigue siendo raquítico en estos países (su peso está en torno al 37 y 45% desde 1990) y necesita un mayor desarrollo. Igualmente, el sistema financiero debe modernizarse para poder ofrecer la gama de productos que requiere una economía desarrollada.
 
Finalmente, el documento aboga por la cooperación y la alianza entre las naciones de la región, algo que se vislumbra como una fortaleza de cara a garantizar su poder como polo económico mundial.

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