El sector financiero ha sido tradicionalmente uno de los primeros en asumir la innovación tecnológica, primero, con la informatización, más tarde, ofreciendo servicios a través de Internet, y ahora, adaptándose a las necesidades de la sociedad digital. La revolución viene de la mano de empresas tecnológicas, las denominadas Fintech, cuyas soluciones financieras han hecho reaccionar a la banca tradicional, que se ha puesto a generar innovación al servicio del cliente.
El denominado ecosistema Fintech español es el objeto de estudio del informe Fintech, innovación al servicio del cliente elaborado por el Observatorio de la Digitalización Financiera Funcas-KPMG. La meta, según sus autores, es ofrecer a la sociedad una visión de las transformaciones que se están produciendo en el sector financiero de nuestro país desde la perspectiva de la oferta y de la demanda.
Un primer paso de este trabajo es definir claramente qué es una empresa Fintech, que es aquella que ofrece servicios financieros con las tecnologías más modernas. Este tipo de compañías presenta seis rasgos distintivos:
- Su oferta de productos financieros es totalmente online
- Utilizan tecnologías disruptivas, tienen estructuras flexibles y metodologías de trabajo ágiles.
- Se basan en una filosofía centrada en el cliente
- Suelen basarse en un modelo monoproducto
- Favorecen la inclusión financiera y la transparencia
- Reducen los costes de los servicios actuales
Existen unas 15.000 empresas Fintech en todo el mundo y en nuestro país hay más de 300, que emplean a más de 3.500 trabajadores y que facturan más de 100 millones de euros. España es el 6º país del mundo en número de Fintechs y el 5º en cuanto al uso que hacen las personas de este tipo de servicios.
Las empresas tecnológicas centradas en aplicaciones financieras han actuado como catalizador de la digitalización de las entidades financieras y de la sociedad, favoreciendo la inclusión financiera y la democratización de los servicios, mediante unas políticas de innovación centrada en el cliente.
Aunque en un principio se produce una fuerte competencia entre las start-ups tecnológicas y la banca tradicional, actualmente ambas partes consideran más positivo y más rentable el aliarse y colaborar.
Curiosamente, tras producirse el tándem de cooperación entre la banca y las tecnológicas, aparecen en el horizonte del sector financiero nuevos agentes externos que pueden convertirse en competencia a medio plazo: las GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) y las BAT (Baiudu, Alibaba, Tencent).
Para comprender la estructura del sector, la Asociación Española de Fintech e Insurtech clasifica las empresas en doce verticales:
- Asesoramiento y gestión patrimonial.
- Finanzas personales. Comparar productos financieros y optimización de finanzas personales.
- Financiación alternativa. Préstamos sin garantía, Crowdlending y Crowdfunding.
- Crowdfunding/lending sobre activos o bienes tangibles.
- Servicios transaccionales/divisas. Se trata evitar los costes de la intermediación bancaria.
- Medios de pago. Entidades que prestan medios de pago electrónicos.
- Infraestructura financiera. Entidades dedicadas a la mejora de la tecnología existente para la prestación de servicios financieros.
- Criptocurrencies y blockchain.
- InsurTech. Tecnología aplicada al sector seguros.
- Identificación online de clientes.
- Big data. Generar servicios aprovechando los datos.
- Neobanks y Challenger Banks. Bancos 100% digitales que utilizan el smartphone o las redes sociales para relacionarse con sus clientes.
Las empresas fintech españolas de acuerdo con el informe basan principalmente su modelo de negocio en los servicios de pago (76% del total) y en menor medida en servicios gratuitos (21%), teniendo poco peso por ahora los servicios freemium (3%).
Los ingresos vienen principalmente de las comisiones por la prestación de servicios financieros (45%), por el pago por uso (25%) y por las comisiones de transacciones (25%).
Finalmente, de todas las empresas Fintech encuestadas para este estudio, el 75% contempla a los bancos tradicionales como colaboradores y solamente una cuarta parte los concibe como competidores.
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