martes, 15 de enero de 2019

Blockchain en defensa de los músicos: más transparencia en la propiedad intelectual

Las tecnologías digitales e Internet han trastocado por completo la industria tradicional de la música. El modelo basado en un creador que graba su música con una productora que a su vez vende y distribuye la música a través de soportes físicos ha pasado a la historia. Hoy la producción musical se distribuye y consume a través de múltiples soportes y canales, las relaciones entre el artista y su público han cambiado, y el papel de numerosos agentes intermediarios del sector ha cambiado o directamente ha desaparecido.

La velocidad a la que se difunde el contenido a través de Internet, las nuevas formas de financiar y vender, como el crowdfunding, o la aparición de plataformas de comercialización y difusión de la música online, como Spotify o iTunes, fragmentan extremadamente y añaden complejidad a la forma en que el autor, o el dueño de los derechos de una determinada obra, reciben la compensación por su trabajo.

Estos ingresos son la suma de numerosos micropagos que se generan a lo largo y ancho de las redes y que resulta muy difícil seguir en tiempo real. Además, a menudo corresponden a distintos agentes de la cadena de valor que intervienen en la producción musical, como letristas, músicos, editores, discográficas, etc; el pago por una canción en Internet puede generar pequeñísimas cantidades de dinero para numerosos destinatarios.

El informe de Rethink Music Transparencia y flujo de dinero en la industria música identifica los distintos modelos de distribución de la música en la red:

  • Descarga de copias. El consumidor compra la licencia para obtener su copia de la canción y la guarda en un ordenador u otro dispositivo. Un ejemplo de este modelo es la tienda de música de iTunes.
  • Modelos Interactivos Pagados o a demanda. En este caso el consumidor crea una copia en su dispositivo de la música elegida que existirá mientras sea un suscriptor de pago. Es el modelo del servicio de suscripción Premium de Spotify.
  • Modelos financiados por la publicidad.  El consumidor puede escuchar música a cambio de ver o escuchar anuncios. Ejemplos de este modelo son el servicio gratis de Spotify con publicidad, o YouTube.
  • Modelos basados en publicidad o suscripciones en los cuales la música es suministrada en base al género o a recomendaciones programadas. A estos servicios se les denomina habitualmente “no interactivos” porque el usuario no tiene control de como escuchará las canciones. Un ejemplo de este servicio de streaming es Pandora.
Ahora mismo resulta harto complicado disponer de información en tiempo real de las transacciones de canciones realizadas en este tipo de plataformas y de los derechos de pago generados. No existe una transparencia al respecto y los datos llegarán tiempo después en informes a los managers de los artistas o a los gestores de los derechos. La información está demasiado desperdigada.

Sin embargo, hay quien ve una forma de salvar este problema a través de  la tecnología blockchain y las denominadas criptomonedas para administrar y rastrear los pagos en línea a través de la cadena de valor directamente de los fans hacia los creadores de la música.

A fin de cuentas, blockchain es como un sistema de bases de datos descentralizado que mantiene permanentemente actualizada la información que contiene registrando automáticamente cada cambio que hacen los usuarios. Se trata de un megaregistro del que nadie tiene un control centralizado.

En el mundo de la música online, blockchain podría implicar que cada canción o pista de sonido lleva insertada un trozo de código de forma que cualquiera que descargue ese tema está generando un pago que se envía automáticamente a todo aquel que tenga derecho a ello: compositor, letrista, productor, intérprete… Cada pago que se genera por un trabajo concreto implica su despiece y reparto según los términos legales establecidos.

Se trata de disponer de una criptomoneda basada en blockchain que garantice todas las transacciones monetarias que se producen en el sector. Este modelo eliminaría el papel de los intermediarios en la gestión de los derechos de autor, como los sellos discográficos o los productores, y aseguraría que no se pierde dinero por el camino y que todo el mundo cobra lo que debe.

Ya hace tiempo Xataca se hacía eco de la compra de Spotify de una empresa de tecnología blockchain. Se trata de Mediachain Labs y parece que su misión va a consistir en asegurar que la plataforma de streaming sueca puede identificar correctamente a los dueños de los derechos de la música que distribuye y abonarles en consecuencia, algo que según sus responsables en el momento actual es extremadamente difícil.

En 2016 Spotify tuvo que abonar 30 millones de dólares por royalties impagados, tras ser denunciada por la National Music Publishers Association (NMPA) y alegó en su defensa que con frecuencia no sabe a quién debe pagar por estos conceptos.

Mediachain describe su producto como una biblioteca abierta y universal de medios. El sistema crea un solo espacio lógico en el que múltiples participantes pueden publicar y acceder a los datos sin un punto central de control, es decir, de forma completamente descentralizada.
 
En el campo de los derechos sobre la música, en 2011 se puso en marcha la iniciativa Global Repertoire Database para  centralizar en una sola base de datos los datos de propiedad intelectual, pero el proyecto hizo aguas en 2014 por la resistencia de las organizaciones a ceder su información a un agente controlador. Mediachain pretende cumplir la misma función, identificar la autoría de la música, pero sin obligar a nadie a ceder sus datos a otras instituciones.
 
La clave está en hacer interoperables los datos propiedad de distintas organizaciones para que puedan ser compartidos, en sus formatos originales, sin tener que cederlos ni convertirlos, mediante un identificador común que se asigne a cada canción.
 
¿Será blockchain el principio de un nuevo orden en el complejo y revuelto sector de la música digital? El tiempo lo dirá.

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