Los videojuegos son algo muy
serio. Estamos hablando de un mercado que mueve cerca de 100.000 millones de
euros en todo el mundo y que presenta unas expectativas de crecimiento
interanual en torno al 10%. Dentro de las industrias culturales, se trata de un
sector nativo digital, es decir, que nació en el mundo de los unos y ceros, y
no fue importado de la esfera analógica, como el cine o la música.
Los españoles dedicamos una media
de 6,6 horas a la semana a jugar de media, un tiempo que puede parecer
excesivo, pero que está por detrás de las 7 horas de Alemania y Francia y de
las 9,5 de los británicos. Desde el punto de vista macroeconómico, cada euro
invertido en este sector tiene un impacto de tres en la economía. Además, es
responsable de 8.000 empleos y cada nuevo empleo directo creado en la actividad
genera 2,6 empleos indirectos en otros sectores.
Estamos por tanto ante una actividad
floreciente y resulta interesante analizar cuáles son las tendencias que pueden
definir el futuro del videojuego a corto y medio plazo.
Los expertos en este
campo apuntan en tres direcciones: la proliferación de videojuegos en realidad
virtual y aumentada, la progresiva importancia de los juegos online y la
importancia creciente de los eSports.
Las tecnologías consideradas inmersivas
(realidad aumentada, realidad virtual y realidad mixta) son las eternas
candidatas a encabezar una nueva revolución digital. Los mundos que abren para
interactuar de forma virtual con objetos, personas y lugares a los que no
tenemos acceso físico son una fuente de aplicaciones para el campo científico,
el empresarial, la medicina y, prácticamente, cualquier tipo de actividad que
se nos pueda ocurrir. Sin embargo, cuando pensamos en realidad virtual, lo
primero que nos viene a la mente es el ocio y, más en concreto, los
videojuegos. Pero ni aquí acaba de cuajar.
Hay varias razones que parecen
estar frenado la capacidad de la realidad virtual para alcanzar una masa
crítica de usuarios que impulse su difusión de forma exponencial. Por una
parte, los equipos siguen siendo demasiado caros para el usuario medio. Además,
existen problemas relacionados con la falta de adaptación del organismo humano
a las tecnologías inmersivas, que lleva a que muchos usuarios sufran mareos o
vértigos al utilizarlas. Lo incómodo y voluminoso de los cascos de realidad
virtual es otro factor que no ayuda a extender su popularidad. Finalmente, son
necesarias redes más estables y de mayor ancho de banda que las actuales para
mejorar la experiencia en los mundos virtuales.
Al contrario de la realidad
virtual, la realidad aumentada parece más proclive a alcanzar al consumo de
masas, como demostró en 2016 el fenómeno Pokémon Go, basado en el juego de
Nintendo y Niantic, que batió el record de superar los 600 millones de dólares
de ingresos en tan solo noventa días, superando a campeones de ventas como Clash
Royale de SuperCell y Candy Crush Saga de King.
Con todo, nos son pocos los que
siguen confiando en que el videojuego será el motor de despegue de la realidad
virtual. Las predicciones que realiza Ovum fijan en 1.800 millones de dólares
los ingresos derivados de la realidad virtual aplicada a los videojuegos en
2019, lo que equivale más de la mitad de todo el rendimiento del resto de
epígrafes de esta tecnología.
Otra de las grandes tendencias
–definida a veces como disruptiva- dentro de la industria del videojuego es el
juego en la nube u cloud gaming. Consiste
básicamente en crear una oferta de títulos a los que el usuario puede acceder a
través de internet, del mismo modo que empresas como Netflix suministran series
y otras como Spotify música.
Este servicio de juego a través
de streaming ya existe en plataformas
como PlayStation Now de Sony o GeForce Now de Nvidia. La mayor ventaja para el
usuario es que no tiene la obligación de comprar un dispositivo o consola
específica, pues estos juegos se transmiten desde potentes servidores a
prácticamente cualquier dispositivo: consola, ordenador portátil, tableta, smartphone… Parece ser que la competencia en este
segmento puede dispararse cuando entren empresas como Google, Electronic Arts o
Microsoft, que ya están trabajando en sus propias ofertas al respecto.
El modelo de negocio en este caso
es el de cobrar una cuota periódica por acceder al contenido, como en el caso
de las OTT de televisión (Amazon, Sky, HBO, Netflix…), aunque el verdadero reto
es “empaquetar” la oferta, es decir,
que una misma suscripción nos dé acceso a tanto a una oferta de televisión como
de videojuegos.
El último gran fenómeno que ha
surgido en torno a este sector de ocio son los denominados eSports, basado en videojuegos multijugador de éxito, cuyos torneos
se convierten en espectáculos en vivo para multitudes en estadios y hasta son
retransmitidos por televisión.
A pesar de que las cifras
actuales de negocio que mueve la actividad en el mundo son todavía modestas
(Newzoo estimó el volumen de negocio en 2018 en 900 millones de dólares), las
expectativas de crecimiento son muy alentadoras. La consultora Ovum pronostica
un crecimiento anual del 25% en 2019 de los ingresos derivados de los eSports, un porcentaje que dobla al previsto
para los otros subsectores de la industria del videojuego.
Los principales torneos de
videojuegos mueven mucho dinero y público, puesto que suelen ser retransmitidos
en vivo como si se tratase de un mundial de fútbol o de una olimpiada. Ejemplos
de ellos son el certamen del juego Dota2
(The International), el
campeonato mundial de League of
Legends, el de Battle.net
centrado en los juegos StarCraft
II, World of Warcraft
y Hearthstone: Heroes of Warcraft
o Intel Extreme Masters,
que es patrocinado e impulsado por la compañía informática.
España es una de las principales
potencias europeas en competiciones de videojuegos, hasta el punto de que un
titular del diario deportivo Marca la
definía en 2017 como “pequeña Corea” del
mundo de los eSports. Lo cierto es que nuestro país cuenta con una
audiencia para este tipo de espectáculos de 5,5 millones de personas, 2,6
millones de entusiastas de los eSports y
2,9 espectadores ocasionales, según la Asociación Española de Videojuegos
(AEVI).
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